(de El Civismo)
Despido Julio en el mismo infierno con que empiezo Agosto. El bochorno abraza y abrasa al mismo tiempo que incendia las hojas del calendario… Los negacionistas del cambio climático podrán cantar misa en tridentino, pero en los estíos de tan solo hace un lustro se calificaba ola de calor cuando el termómetro saltaba de los treinta grados, y hoy eso se considera la temperatura normal de la canícula… Se lo oigo decir al papagayo del Tiempo de nuestra insigne e inefable 7 Regional, que a 33º lo califica como “temperatura benigna para la época”, pero no hace el más leve comentario comparativo para no tener que abordar el despropósito de lo que está pasando. ¿Habrá recibido consignas de no tocar ese tema?. A mí no me extraña nada.
Pero estos calores y cambios anómalos, que incluso afectan a la naturaleza frutal (un naranjo tengo que está dando, por primera vez en su vida, una cosecha intermedia de naranjas bastardas e inútiles), también influyen en el comportamiento de las personas… Yo creo, y es un parecer personal, que nos hace más polarizados, más suspicaces, rabiosos y agresivos, y nos mantiene caliente la sangre, el cerebro y el ánimus, sin dejarnos pensar con la cabeza fría, que es cómo, y lo que, se debe hacer. Las ideas deben estar refrigeradas, no retestinadas en un horno insano que nos convierte en seres malsanos. Esto nos hace responder mal y reaccionar peor. No solo nos polarizamos en nuestras ideas con una mayor y más enfermiza fruición, sino que lo expresamos con cierta clase de violencia, entre abierta o agazapada.
Y aquí se muestran, descarnadamente, nuestras enormes, y a veces sangrientas, contradicciones. Mientras la derechacérrima, por ejemplo, berrea y burrea la política de Sánchez para con Cataluña, ya saben, mal, peor, fatal, por la venta de España a los de la Masía, que en nada todos habremos de llevar barretina, etc., en el nada sospechoso de izquierdismo ABC, en artículo firmado por Salvador Sostres, se expone los logros de la política sanchista allí, y los resultados positivos, con números, datos, y cuanto haga falta. No viene del rojerío mediático, si no justo del lado contrario de la trinchera, que está diciendo también lo contrario de lo de sus propias filas… No quiero decirles la reacción por el mero constatar un hecho que el columnista puede sufrir… o no.
Por permitirme comentar y preguntar a los antimigrantes (noten que no los llamo racistas, por si me muerden) sobre la muerte de uno de ellos por insolación en un invernadero murciano, me salpicó toda la baba de odio por hacerlo… ¿por qué no comenta otras muertes y no esas?, me increpaban con el colmillo retorcido, y me inundaban de vídeos (no verificables, claro) de violaciones, robos y estafas por parte de esta mala gente que viene a vivir del cuento. Pero del cuento que nosotros no queremos para los nuestros, claro. Al poco, a otro que le dio un achuchón al corazón, éste en un almacén distribuidor multinacional de mucho tal-y-cual, lo metieron en un taxi (no llamaron al 112 para no comprometer a la “gran” empresa) y lo dejaron a las puertas del primer hospital a mano… Ese mismo día, en las páginas de El País, en un escondido rincón de reseñas, se recogía la noticia de la patera llegada a Canarias con los supervivientes de un ametrallamiento por parte de una patrullera marroquí…
Esos muertos no son nuestros muertos, así que, ¿para qué comentarlos?. A nadie conviene: ni a los que odian la inmigración, que no los quieren mártires, sino delincuentes; ni a los del gobierno, ya que habrían de reconocer su participación en los hechos al pagar al sátrapa vecino para que nos haga el trabajo sucio… Ninguno va a reconocer nada, pero eso sí: todos matarán al mensajero. La ideología será cuánto opuesta usted quiera, pero las víctimas, sus muertos, son los mismos.
No hablemos si tengo la ocurrencia de decir, iluso de mí !, que, puesto que unos achacan a los otros de aliarse con separatistas, comunistas, prófugos y asesinos para acabar con España, y los otros achacan a los unos de querer hacerlo con fascistas, franquistas y populistas de la peor calaña, para llevar a España al involucionismo más atroz… pues que más vale que ambos lleguen a un acuerdo de Estado y prescindan de toda esa gentuza junta de una sola tacada… Pensamiento que yo estimo lógico y de sentido común…
…Pero que no, que yo debo estar equivocado, porque desde la izquierda me dicen que estoy tan escorado a estribor que se me va a volcar la barca, y desde la derecha me sueltan que se me nota la escora a babor, dado mis antecedentes comunistas (¿?).. Que Dios, o San Lenín, no sé, me perdonen, pero no puedo ser reo de dos sanedrines a la vez y por lo contrario el uno del otro. O andan mal las “caezas” por efectos de la mal soportada calorina, o es que pasa que, al ir por libre, sin sujetarme a ramalera alguna, ora acierto, ora yerro, pero digo lo que pienso sin mirar el color del collar que lleva el perro. Y es que, me barrunto, tendría que estar homologado para poder opinar, y yo no lo sabía.
Y ahí es donde yo creo que está el verdadero botón del pánico: A los líderes políticos les interesa que los ciudadanos tomemos partido activo, para que seamos nosotros los que, no solo votemos, si no que también actuemos como policía política del pensamiento de nuestra… ¿supuesta? ideología. Esa es la estrategia de la partitocracia. Se dicen a sí mismos: nosotros peleemos por los cargos y sillones, y ellos que peleen por nosotros en calles, plazas y redes; enfrentemos a la ciudadanía entre sí, que no piensen por sí mismos, y nosotros a lo nuestro…
Y miren, creo que les está dando resultado… Lo demuestra el hecho de la virulenta polarización que se vive dentro de la sociedad, sin margen alguno para el librepensamiento. Usan las redes como libelo y cada bando se cree sus propios bulos. Uno se cree libre de pensar, pero está condicionado por los unos o por los otros, aunque no lo crea así… No señor, se nos inyecta: o de los unos o de los otros, defínase, o está conmigo o está contra mí. O apuesta a rojo o azul, o no juega a este juego… En fin, esperemos que la repetición de la partida no caiga en verano.
Miguel Galindo Sánchez / www.escriburgo.com / miguel@galindofi.com
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