(de Cope)
El Papa Francisco metió las dos patas en su discurso a la juventud rusa, en el que alabó el “glorioso pasado” del imperialismo de Rusia, animándolos a seguir en ello, y sin mencionar, ni por activa ni por pasiva, el abuso histórico y asesinato humano que hoy se está cometiendo en Ucrania (EP-30/8).
Naturalmente, Putin se aprovechó de la alocución para sus criminales fines, y Ucrania se lamentó y protestó por el enorme agravio vaticano. No he leído ni una sola réplica por parte de instituciones ni de las gentes católicas del orbe mundial.
Suena muy desagradablemente a actuaciones pasadas, en que la Iglesia usaba la violencia para sus fines, o luego se alineaba con el poder más fáctico para lograrlo. Otro imperialismo más, al fin y al cabo.
Miguel Galindo Sánchez / miguel@galindofi.com / www.escriburgo.com
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