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UNA COSA LLEVA A LA OTRA



(de GuiadeSalud)


Leyendo los estudios del famoso terapeuta norteamericano Dr. Brian Weiss, se me ha descolgado del desván de los recuerdos uno que tenía absolutamente olvidado (está muy claro que nada se olvida del todo, tan solo olvidamos dónde lo tenemos archivado)… Un día que no lo esperas, por alguna causa que tenga una mayor o menor relación con la naturaleza de ese recuerdo, ¡zas!, se abre la caja del expediente, et voilá!… te pasa por completo de punta a rabo por tu sorprendida cabeza. El día que se nos ponga a tiro el mecanismo “cerebro-mente” y lo descubramos (y no creo que estemos muy lejos de eso) habremos dado un gran paso en nuestros conocimientos evolutivos.


Mientras tanto, nos demos o no cuenta, funcionar, funciona… En este caso personal, pasó toda la película… ¿o fue solo un corto?, por mi pensamiento: yo era un crío apenas opositando a jovenzuelo, cuando llegó a Los Alcázares, mi pueblo, un tal Profesor Hassman, o un nombre que me suena a parecido, y que el pasquín lo presentaba como una especie de mago, pero que “no hacía magia” tal y como creíamos la magia, ya me entienden… Hoy lo llamaríamos mentalista, pero hace 65 años solo era un ser misterioso de extraños poderes.


Lo primero que ahora se me viene a la cabeza es aquella época de dictadura fría y plomiza, brutal y obsesiva, y un hombre vagando por pueblos de mala muerte para poder pagarse un colchón, un techo y un guisado caliente en su día a día, arrastrando sus trucos, o sus dones posiblemente, entre aquellos breves y descascarillados públicos de entonces, en audiencias de pueblos que no llegábamos a los habitantes necesarios como para montar cartelera… Si aquella persona esquivaba las ciudades que le daban visibilidad a su espectáculo, por algún motivo concreto, o es que su arte no le daba para más, es algo que ya nunca sabré.


Solamente a título de curiosidad, he intentado indagar la posible autenticidad de tal personaje, y he encontrado un catalán nacido en 1909, que iba de ilusionista, adivino y médium (los dos últimos atributos muy perseguidos por la Iglesia/Gobierno de entonces), y que, sacando las cuentas por su edad, bien podría haber sido aquel personaje, serio y estrafalario, que aterrizó por allí en aquellas calendas de la Historia. Lo recuerdo como hombre de mediana edad, muy delgado y alto, pelo abundante y agrisado, y repeinado, de tez tirando a pálida, y que aparecía en el escenario de negro absoluto, con un traje raído pero impoluto, y que a mí, y que me perdone su memoria, me recordaba al Conde Drácula.


Como yo tenía cierta facilidad, por relación paterna, para acceder al Cinema Carthago aquel, allí estaba sentado en las primeras filas del patio de butacas… Lo que más vivamente recuerdo es el número en que dijo que iba a hipnotizar a varios de los asistentes, tras explicar en qué consistía el experimento. Para eso, bajó del escenario, y, por el pasillo central, iba mirando someramente a los ojos a derecha a izquierda, y eligiendo personas a las que invitaba a subir (yo fui uno de los que miró, pero no me eligió).


Con una media docena de acompañantes, a los que todos conocíamos del pueblo, nos informó que había escogido a los que captó que eran más “hipnotizables”, y que el resto mostrábamos cierta resistencia natural, que nos pedía perdón pero que no había nada personal en ello… Los que sumergió en el trance hipnótico mostraron unas facultades físicas y psíquicas que doy fe no les conocía en absoluto como personajes normales de nuestro paisanaje. Sin menoscabo alguno para su dignidad de seres humanos, durante unos minutos los convirtió en otras personalidades diferentes y emergentes.


Aquello me hizo ver que los humanos somos de mente frágil. Aquél mentalista lo demostró decentemente solo en su faceta positiva, pero igual podría hacerse en su contrario, según la ética con que se utilice tal facultad… Hoy es al revés: estamos hipnotizados por los medios informativos; por los usadores de redes sin escrúpulos; por técnicas infames que nos hacen comprar lo que no necesitamos; incluso por la política manipuladora e insana de nuestros propios políticos… En la actualidad creemos ser libres, pero la realidad es que jamás ha existido una época en que se nos haya manejado tanto mentalmente como en la actual.


Los psicoterapeutas, y más que nadie, los hipnoterapéutas, lo saben por lo sobrado. Los hay que callan, aún reconociéndolo, por lo mucho que les trae a cuenta; los hay que intentan sanar y recuperar a mentes enfermas, o colonizadas y perdidas, de forma honrada; como hay que lo declaran y lo ponen de manifiesto, abierta y valientemente, se crea o no, y pase lo que pase.


Pero lo cierto es que estamos psíquicamente “tocados”, cuando no enfermos, captados u “ocupados” por intereses ajenos a nosotros mismos… Tenemos la mente envenenada y no nos hemos dado cuenta de ello. Si nos fijáramos, veríamos que actuamos en base a respuestas automáticas, sin pararnos a pensar. Eso son actitudes (que desembocan en aptitudes) parásitas, que han inoculado en nuestros cerebros para actuar compulsivamente y no intelectualmente. Y nuestras respuestas más automatizadas están disparadas hacia el narcisismo, el hedonismo y el consumismo. Analícense, a ver si no es verdad, Vds. mismos …


MIGUEL GALINDO SÁNCHEZ – www.escriburgo.cominfo@escriburgo.com

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