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Foto del escritorMiguel Galindo Sánchez

UN PASICO MÁS... O MENOS



Voy a cambiar el tercio de mis escritos… Saben ustedes que hace semanas les consulté a mis seguidores si seguía dando la tabarra inmisericorde y diaria, o lo dejaba. Que sea un tipo que escribe compulsivamente y a diario no quiere decir que tenga derecho a empachar a quienes me leen… o intentan leerme. Soy consciente de ello. Amablemente, me contestaron a ese par de artículos un porcentaje significativo animándome a seguir, a que no lo dejara; podríamos decir que me animaban a no desanimarme… Y no abandoné mi autoimpuesto menú de dos platos del día. Un ritmo del que no me acuerdo cuándo, ni cómo, ni por qué, llegué a él…

Desde ese tiempo de consulta acá, esporádicamente, he ido recibiendo “mensajes” sinceros, simpáticos, e incluso muy agradables y amenos, que agradezco a sus autores indefinidamente (permítanme poner indefinido y no “infinitamente”, como es la costumbre, pero es que infinito es más que yo mismo, y me parece una inoportuna presunción)… Uno me dice que tengo más capacidad de escribir que él de leer – una inteligente y lisonjera manera de decirme que quizá me paso – y puede… no, es seguro que lo hago, que lleve razón… Otra, muy cariñosamente, me apunta que todos los días deja mis escritos para la noche, aunque no siempre tiene tiempo para leerlos todos, así que los va salpicando, pues trabaja, y claro…

Hoy, el trabajo es lo más importante de todo. No solo escasea el de calidad, sino que hay muchos con etiqueta de indignidad… Un tercero, sí, me confiesa que él los lee a diario muy agustito, pues está jubilado, y le encantan recibirlos, pues tiene tiempo de sobra… Hasta un cuarto no tiene pelos en la pluma para soltarme que lo mucho, aunque bueno, que en verdad lo es, puede llegar a ser demasiado. Diplomático a pesar de todo, sí señor… Muchas gracias a los que cito aquí, y a los que no cito, pero que se expresan dentro de la misma onda…

Del muestreo, se desprende un dato muy gráfico y concreto, y creo que a tener en cuenta: que los eméritos me leen con más asiduidad y afición que los que se ocupan en un laboro. Claro. Lo veo natural, lógico, y, si me apuran, hasta de estricto sentido común. Ya no recuerdo cuando, de mi media docena de ocupaciones, apenas tenía tiempo para mirar el reloj y ver si llegaba a la siguiente cita. A pesar de eso, sacaba ratos de la nada para leer, e incluso escribir algo cada semana, pero eso no tiene mérito cuando supone un vicio… He de reconocer que hasta el leer condiciona un tiempo a sacrificar, y no todo el mundo está dispuesto a quitárselo a otras cosas. Lo entiendo. Naturalmente que lo comprendo…

Además de todas esas razones, muy válidas y reales, por cierto, es que yo también he de comenzar a moderarme… Ya lo anuncié también en esos artículos de referencia: cuando lo creyera oportuno y conveniente, bajaría la dieta de mis publicaciones, las ralentizaría, las dosificaría más racionalmente, más relajadamente, si cabe. Bueno, pues creo que ha llegado el momento de ello, dadas las razones que algunos de ustedes, los que me siguen, tan honesta y fielmente me han transmitido.

Así que, a partir de este momento, suministraré el entrante con el plato fuerte en días alternos. Para desatosigar al productor y al consumidor. Un día escribiré el corto, otro día haré el largo; hoy el chispazo, mañana el latigazo… Pero ya solo será un escrito diario, no dos, como hasta hoy… Espero, y confío, que serán más laxos de leer – sobre todo cuando toque el breve, o la breva – y cada cual o cada cuála se aficione al que más digerible le sea. Ojalá y sea lo mejor para todos… No obstante, ustedes ya lo saben, en mi web www.escriburgo.com me tienen a su disposición en todo mi esplendor a mis adictos y en mis paridas (hay vicios ocultos para todos los gustos)…

…Y ustedes perdonen la broma. Comento esto con los más cercanos y a mano, y alguno me pregunta si esto afectará mi programa semanal de radio. No. Seguirá, claro, mienras los de la emisora no me mandan al motorista. Al fin y al cabo es uno solo cada siete días; me consta que tiene cierto tirón; es media horica tan solo – corto, pero intenso – y el escuchar no ocupa lugar, remendando al refrán del saber. Además, el día en que se emita el programa tampoco enviaré ningún otro trabajo para evitar la sobrecarga a Vds. Uno por día, y vá que chuta, turuta…

Relax, amigo mío, relax…” me recomendó un cardiólogo hace ya más años que el pringue. Y me sonó a chino mandarín. Y es que yo, en toda mi puñetera vida, he podido, o he sabido, o he conocido, lo que es relajarme. He ido siempre como un tren de mercancías desbocado. El reloj me encogía las horas. Y la agenda se me quedaba corta, como la manga de la camisa del brazo izquierdo. Nunca lo logré. He aprendido, o me he aproximado, o lo he intentado al menos, durante la década prodigiosa en que estoy retirado de la circulación masiva y masificada. Poco a poco… Así que éste es también un paso más en esa misma dirección. Considérenlo mis amigos como un puntico menos de tensión en el andador mecánico, y un puntico más en el modo slow de vida… Ya saben: allegro má non troppo.

Sé que muchos se lo tomarán a bien, y espero que otros no se lo tomen a mal… A los unos y a los otros: muchísimas gracias.-

MIGUEL GALINDO SÁNCHEZ www.escriburgo.com miguel@galindofi.com

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