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Foto del escritorMiguel Galindo Sánchez

TALANTES




Dicen los que lo conocen, o los que creen conocerle, claro, que Pedro Sánchez es de personalidad soberbia… Yo, claro, no lo sé. Se le nota un tanto chulillo y prepotente (es la sensación que me transmite), y lo que se desprende de él más claramente es su ambición. Hay cosas que se llevan como toca y mantilla, con las que se nace y que son indesprendibles – permítanme el palabro – y esto último, lo de que es ambicioso digo, le emana de su aura y de sus acciones. Excúsenme, yo no pretendo decir con esto que la ambición sea una cosa negativa, si bien lo es cuando resulta desmedida. En el caso del presidente, a veces, mezcla los aciertos con las torpezas, y, claro, en el segundo de los casos es cuando aparenta perfectamente esa soberbia que se le achaca en ciertos círculos.

Un muy triste y reciente ejemplo es el caso del Sahara: Manda una carta al reyezuelo de Marruecos por su cuenta (en francés, para que no se moleste el chilabo en traducirla), en total ocultación y secreto, sin consultar ni comunicar un cambio de rumbo político y de Estado a nadie, ni a sus socios de gobierno, ni a la oposición, ni a Argelia como principal socio energético y enemigo de Marruecos y que nos lo va a hacer pagar caro, ni siquiera a su propio partido, el Psoe, que ostenta en su Programa de Gobierno todo lo contrario: el apoyo a su autodeterminación por Referéndum…

La existencia de la carta poniendo el culo se ha sabido porque lo ha filtrado el propio Mohammed VI, a través de un comunicado interno, ni siquiera por escrito. Lo ha hecho para que ahora España ya no pueda cambiar de opinión, por supuesto…Y aquí tenemos un compromiso que consta en acta, escrito y firmado por un Jefe de Gobierno, frente a ningún compromiso ni contrapartida escrita ni acordada por el ladino sátrapa. Cojonudo. Ni siquiera el cuento de Ceuta y Melilla consta por ningún lado. Por cierto que iba a mandarle al correveydile de Exteriores para fijar criterios, y le ha humillado el reyezuelo diciéndole que no, que si quiere, que vaya él… Y, aunque así fuera, solo el ofertar “ahí tenéis vuestro Sahara, no me toquéis las ciudadelas” es una clara invitación al chantajista de que siga ejerciendo el chantaje. No hay cosa peor ante un extorsionador que bajarse los calzoncillos… Mañana exigirá más.

Y no hay peor cosa que un soberbio torpe… Porque es soberbia actuar, en una cuestión de Estado de importancia como es esa, de forma unilateral, sin consultar a nadie, personalmente, cambiando la política de su propio partido sin ni siquiera pedir permiso a los suyos, y poniendo en riesgo económico y energético al país solo porque a él le ha dado la gana. Soberbia pura y dura… Como es torpeza no medir las consecuencias de sus actos por un estúpido impulso de erigirse en salvador de nada; y hacerlo de la manera más chapucera, cutre y soez que se puede hacer… Ha querido, a su propio estilo de “aquí mando yo”, apuntarse un tanto él solo a espaldas de todos, y ha metido la pata hasta el corvejón. Que los suyos ahora le bailen el agua y quieran justificarle tamaña irresponsabilidad, solo demuestra su calidad de aprovechados arribistas… En fin, en otro país, esto supone una moción de censura, y hasta la expulsión del propio partido, ipso facto.

Ya digo… son las formas, las maneras, lo que demuestra la soberbia y/o la prepotencia, no el hecho en sí mismo (aunque también en este caso), si no el desprecio a los demás con que se hace… A mí, por ejemplo, me botaron del periódico La Opinión tras 35 años de colaboración desinteresada e ininterrumpida sin la más mínima explicación – ni un miserable “gracias por los servicios prestados” mandándome a un motorista – así, sin dar la cara ni decir los motivos (aunque yo me los barrunte). Eso es actuar con soberbia: en las formas, que es lo que ofende, no en los hechos.

Se pueden dar, incluso, personajes soberbios pero con estilo, de forma que cueste trabajo incluso darse por ofendidos, ya que son las maneras las que portan el desprecio y el insulto en sí mismas.. O la pura ignorancia, también. Un insolente ignorante es un zote que puede no saber que está actuando con soberbia, y acaba, a veces, por reconocerlo, o no tener puñetera idea de cómo está quedando. Estos pseudo-insolentes a veces caen hasta simpáticos. El otro día fue el 30ª aniversario del Samur madrileño. Su alcalde Almeida, torpe como él solo (miren su patético numerito en el affaire Casado) involucró a la Casa Real para darse el pote al más puro estilo ayusete, a fin de que los Reyes, desde Palacio, pudieran felicitar y agradecer su labor a una de las unidades en servicio ese día que patrullaban por Madrid, con él y su corte presente en la foto, claro… Tras la felicitación real y agradecimiento por su servicio del Rey y de la Reina, lo único que se recibió del muy aturdido receptor fue un muy técnico “Recibido. Corto”.

Es comprensible. Como lo es que, en la última reunión de la Otan, el soberbio Boris Johnson se quedara más solo que la una… La cámara lo pilló merodeando en solitario, mirando a un lado y al otro a ver con quién pegar la hebra, y con nadie a quién arrimar la oreja, aupado a una desgraciada gracia de las suyas: “yo no estoy tan alejado de Rusia, al fin y al cabo me llamo Boris”, a la que, uno del G.7 que andaba por allí, le contestó: “¿no querías Bréxit, pues toma dos tazas”… si bien que, para mi gusto, le faltó añadir “…gilipollas”. Un ejemplo éste de un soberbio en busca de redención. También el pasado 18/03, en una recepción en Italia a Sánchez y Antonio Costa (a ver para cuándo ese pacto ibérico), Draghi se equivocó de interlocutor en un agradecimiento por intervención, y soltó un “gracias, Antonio”, en vez del que hubiera sido preceptivo: “gracias, Pedro”, y dónde los chicos del Twitter de cachondeo fino le hicieron llover a nuestro presidente chispas encendidas, pero no era por el equívoco en sí, gracioso por lo demás, si no por el gesto que se le escapó en cara de perro dogo, que puso el por no aludido Sánchez, y que le salió del alma… según se cuenta, claro.

Y es en estos “tics” involuntarios dónde mejor se aprecia el talante de las personas, que no el talento, naturalmente… Y ahora que caigo, el motivo de este articulico, que se ha basado en la apreciación de alguien que yo decía, y que decía conocer su alma, como Mefistófeles, resulta que es un montador de televisión… ¡Pocas tomas habrán pasado por sus manos de políticos nuestros de cada día!.. “Si yo te contara…”, me parece oírle comentarme…

MIGUEL GALINDO SÁNCHEZ www.escriburgo.com miguel@galindofi.com

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