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Foto del escritorMiguel Galindo Sánchez

SOÑAR CON LA MILI



(de Quo Mx)


A Froïd no lo entiendo mucho, y a mi amigo Juan no lo tengo muy a mano, por lo que tampoco voy a pretender psicoanalizarme a estas alturas, así que, salvo para un “divertimento”, o sea, para distraer el pensamiento, para poco más me puede valer… Pero lo cierto y verdad es que llevo casi sesenta añotes con un sueño, más o menos recurrente, si bien que ya bastante amortiguado y venido a menos, que es “verme obligado” de nuevo a volver al cuartel a cumplir aquel año y medio de servicio militar forzoso y forzado, que tuve que trasegar en mi cada vez más lejano mocerío perdío…


Y me veo… perdón, y me sueño, a mí mismo, uniformado, entrando por la puerta del cuartel, pero… hay que joerse, no a la edad de entonces, que me comía el mundo, sino en la que tengo hoy, que ya el mundo me ha comido a mí, y está a punto de excretarme. Aunque ya me sucede muy de tarde en tarde, les juro por mis deudos más frescos (que son muchos si cuento a los amigos), con una extraña sensación pegada a la chepa del alma – pues también se sueña con el alma incluida – que se debate sobre un mortal fastidio y una arriesgada curiosidad… ¿Adónde leches voy, a mis años, vestido de soldado, a cumplir una indefinida obligación junto a otros que bien pueden ser mis nietos?..


Porque la cuestión es esa, y no otra… Una voz parece contestarme dentro de mí: pues a eso mismo, gilipuá, vas a rendir tu experiencia, a aportar lo que ya sabes, si es que has aprendido algo. Y otra voz, que la reconozco como mía, re-contesta a la otra ajena: ¿para qué, entonces, hacer la puñetera “mili” cuando no se tiene experiencia, y luego tener que hacerla otra vez cuando se tiene?.. ahorradnos la primera, que dos milis son muchas milis, vamos, digo yo…


Y yo creo que éste es el botón de ancla, precisamente: que el subconsciente, que suele tener muy mala uva (yo pienso que es el jodido “nahualt” de Carlos Castaneda) nos espeta con ese sueño una especie de: ¿es que no has aprendido nada, tontolhaba, que tienes que volver de soldado al cuartel?.. y que esa segunda mili onírica es la excusa con que se reviste ese inconsciente de subconsciente para jorobarnos la moral… Por supuesto,, ya digo, “doctores tiene la Ley”, que dice el refrán, intérpretes e interpretadores de nuestro “yo” más profundo; poceros del alma y aliviadores del espíritu humano, o eso dicen, que nos pueden guiar y llevar de la mano.


Vale, dicho queda por cortesía debida. Lo que no quiero es que ninguno ni ninguna me acuse de intrusismo profesional; es más, invitados e invitadas están a dar su valorado, docto y diplomado parecer, faltaría más, Tomás… Pero, a falta de ello, y con toda la osadía y también humildad por mi parte, mi opinión que tampoco falte, please. Y yo opino que, si despojamos al sujeto de la apariencia del uniforme y del cuartel, que no deja de ser anecdótico, pues con algo familiar tiene que llamar nuestra atención el jodío éste, lo que queda es el gajo desnudo, mondo y lirondo. Es como si a una almendra le quitas la dura cáscara, que protege su mollar fruto… Bien, pues en este caso, ¿qué nos queda?.. Una especie de experiencia, mezclada con un confuso sentido de responsabilidad, que nos está preguntando, a su manera, qué c… pasa con ella. Y punto pelota. Lo otro, el envoltorio, el acompañamiento, también tiene su porqué, pues nada hay ocioso en el universo, pero eso es otro punto del puñetero, otra flor del florero.


Intentemos pelar la naranja: a generaciones enteras se nos ha hecho creer a machamartillo que “la mili nos hace hombres”. Hasta tal punto que nos lo hemos creído, aunque de forma consciente parezca que lo negamos. El mensaje subliminal que queda es el siguiente: has terminado la “mili”, ergo ya eres un hombre hecho y derecho. A partir de ahí, a demostrar que lo eres acumulando experiencias y madurando como tal hombre. Muy bien… pero, ¿cómo, dónde, cuándo, vamos dando fé de que eso es así?.. pues, elemental, querido Watson: volviendo al cuartel de la vida (quizá de la existencia) a dar cuentas de que te hiciste ese hombre que eres… o que creas ser… o que, en realidad, deberías ser…


Sí, ya sé… me van a decir que eso es una concepción machista donde las haya. Naturalmente, claro, por supuesto que ouí… La “mili” en sí era machista por naturaleza; y aquella, mucho, muchísimo más que la de hoy, en que la obligatoriedad del servicio militar ya no existe, y donde la mujer puede formar parte con el hombre… Actualmente, la milicia hace hombres y mujeres, o qué sé yo, o los deshace, no lo sé, la verdad… Pero es una opción, y una opción libre, nada que ver la una con la otra.


Mas entiéndanlo: a mí me tocó aquello, no esto. Y, como a mí, a millones de españoles que hoy soñamos, o no, con esa hipotética y peripatética “vuelta a casa por navidad” a la fábrica de hombres, factoría de machos, a rendir no sé qué “mili” de cuentas, ni qué cuentos de “mili”… Porque más de un colega me ha confesado haber soñado con lo mismo, no crean, o con un paralelo a ello: su oficio, su trabajo, su profesión. Sin embargo, aclarado este asunto, siempre queda el gajo del ajo una vez pelado: ¿qué estamos haciendo con la experiencia que acumulamos en los cuarteles de nuestras vidas?, ¿qué conclusiones estamos sacando de ellas?; y, sobre todo: ¿nos sirven de algo y para algo?, ¿nos enseñan algo?, ¿nos son trascendentes en algo?..


A estas alturas del artículo, entiendo que ya muchos y muchas comprenderán también el símil de la mili y la vida, aplicado a todas las personas con consciencia de esa misma vida, hayan hecho o no la tal mili, sean hombres o mujeres… En realidad, si lo piensan, estoy hablando del motivo, del propósito, del fin último de la existencia del ser humano, de cualquier ser humano. Y quiero dejar constancia aquí de que la vida, las vidas, son ínfimas partes de la existencia. Que no es lo mismo. Hay personas que creen que viven, pero no viven (dejad que los muertos entierren a sus muertos); hay personas que se esfuerzan por saber que viven; y hay personas que saben que viven.


Un conocido dicho, que ya es menos conocido por lo mucho cocido, es el de “tiene más mili que Cascorro”. Y se aplicaba a algo tan elemental, pero tan importante, como la experiencia cuartelera. Hoy diríamos: “ese sabe más que le han enseñao”. Es el primer paso de todos, el de la experiencia de vida. Pero la experiencia ha de llevar a la enseñanza y el aprendizaje, como éstos han de llevarnos al conocimiento, y éste transportarnos a un mayor estado y más alto estadio: el de comprensión del todo, del por qué y el para qué…


Alguien me dijo una vez en algún sitio: “un peldaño no es la escalera”. Por favor, pasen tres o cuatro veces esa media docena de palabricas, que valen toda una vida, por la túrmix de su cerebro. Y saquen sus propias conclusiones, si son capaces de ello, por supuesto… También en esa mili decían que enseñaban disciplina, aunque esa de poco sirva, porque la que realmente vale es la autodisciplina. Es la notable diferencia entre aprender y saber, entre saber y conocer, entre conocer y entender… Perdónenme si no he sabido explicarme.


MIGUEL GALINDO SÁNCHEZ – www.escriburgo.cominfo@escriburgo.com

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