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Foto del escritorMiguel Galindo Sánchez

SOY PESIMISTA, ¿Y QUÉ..?



Pues sí, soy pesimista con respecto a la situación post-virus en que queda el mundo. Miren, aquellos que proveen por nos, primero proveen per sé, luego por ser vos quién sos, que son los que quitan y ponen los puestos en el poder para los impuestos poner, y después, si algo queda, a lo mejor se le arrima a las cabras para que no falten a su ordeñe… No se trata de paranoia conspirativa de ninguna especie a la que echar fácil mano, no. Se trata de la puñetera realidad, y hay que estar muy miope para no verla… salvo, claro, que no se quiera ver.


Un solo y único ejemplo ilustrativo: Un grupo internacional de expertos reunidos en la Onu en 2.016, formó una Comisión para la creación de un Marco Mundial de Riesgos Sanitarios para el futuro (el futuro entonces era hoy) y propuso un fondo de 4.000 millones de dólares anuales para mejorar las sanidades públicas, sistemas perennes de vigilancia víricas y de pandemias, y una red de laboratorios avanzados. Menos del 1% del presupuesto militar de EE.UU., y un porcentaje ínfimo del mundial. Aquellos científicos avanzaron que todo apuntaba a que se repitiera aquella gripe de 1918, pero las mismas naciones que niegan la existencia del cambio climático se rieron de ellos, y el resto de corifeos tan solo sacaron sus plumas de pavo real a relucir… Y es que nadie, nadie, está libre de culpa. Aquello ocurrió, y hoy se intenta tapar y no hablar de ello.


Y nadie está libre de culpa por la sencilla razón que muchas de esas naciones participan del gran negocio, por otro ejemplo, de la venta de armas. It ist the questión, que dijo el danés. Miren la sangrante incongruencia de que los cinco miembros permanentes del Consejo de Seguridad de la propia Onu son los mayores vendedores de armas del mundo. Y aquí hay un centenar de países pringados en este negocio, que en ese mismo año exportaron 365.000 millones de euros en armamento… Y, cuidado, España está entre los diez primeros en esa merder, con gobiernos de izquierdas o de derechas, no nos engañemos… Y esto, amigos míos, quiere decir que su interés, su contabilidad, no está en salvar vidas, si no en vender muerte… y algunos álguienes tendrán que quedar vivos para gastar las balas que disparan las armas que fabricamos, ¿o no?..


Esta es nuestra puñetera realidad mundial. Y el mundo lo forman los países que, en mayor o menor grado, están participando de las ganancias de estos números de sangre y vergüenza. Y los gobiernos de esos países los elegimos los ciudadanos en las urnas, e incluso estamos eligiendo a líderes destructores y antidemocráticos que rigen cada vez más y más poderosas naciones. Como el Trump que recomienda inyectarse lejía para combatir el Cóvid-19. O como la anomalía democrática de Orbam en Hungría, que ha convertido el estado de alarma en estado de excepción para asumir poder personal. O esa extraña Polonia de tintes cada vez más fascistas. O esos partidos populistas de corte nazi que proliferan y ascienden en votos por todas las naciones europeas…


Salvo que todo eso no esté pasando y me lo esté inventando yo, naturalmente que no soy optimista… ¿quién puede serlo?. La propia UE está al borde de su desaparición. Las naciones egoístas que se marchan, las ultraderechistas que quieren crear un cisma, las insolidarias como Dinamarca, que solo honran la bandera de su propio bolsillo, recientemente la propia Alemania, atacando las resoluciones de la justicia europea por cuestiones meramente económicas y ombliguistas… No, no solo está en juego la salud y todo lo demás, si no que está en juego Europa y la propia democracia…Pero, repito, es lo que estamos queriendo nosotros mismos, la propia ciudadanía, que votamos esas fuerzas disolventes. No es ningún Atila quien viene a cercar Roma, no, es Roma la que está invocando a los Atilas… Lo que parece estar formándose es una especie de ultranacionalismo socioeconómico a modo de un pseudo mundo feliz huxleyano, pero donde el monstruo se está gestando es en los úteros de las naciones democráticas, y los estamos pariendo y alumbrando nosotros mismos, los propios ciudadanos…


Los políticos ya se encargan de intoxicar el lenguaje con palabras inventadas, a las que trucan el significado y les capan el concepto. Después de esto nos viene una, por ejemplo, “nueva normalidad”, frase que, por cierto, se contradice en sí misma, porque la normalidad es lo natural, y lo natural no es nada nuevo. Pero ésta, y no otra, es la historia de las civilizaciones y de toda la humanidad. Que antes, sin sistema democrático, sus reyes y señores pastoreaban a su pueblo, cuando la democracia es al revés, todo lo contrario, debe ser el pueblo quien pastoree a sus políticos… Y, sin embargo, no es así.


MIGUEL GALINDO SÁNCHEZ / El Mirador / www.escriburgo.com / viernes 10,30 h. http://www.radiotorrepacheco.es/radioonline.php / próximo programa, día ______ …MISIÓN CUMPLIDA

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