(de Anonimaros)
Parece una contradicción, pero no lo es: estamos condenados a ser libres. Y eso nos da miedo, y nos cargamos de cadenas. No podemos responsabilizar a nadie de lo que cosechamos, porque solo nosotros nos las procuramos con nuestro comportamiento.
Erich Fromm lo plasmó perfectamente en su obra “El Miedo a la Libertad”. Nos da terror ejercer nuestra propia libertad, porque entonces nos quedamos sin chivos expiatorios a los que culpar de las consecuencias de nuestros actos.
Si no somos libres hasta de nosotros mismos, no podemos serlo tampoco por nosotros mismos. Si no somos libres ante los demás, tampoco lo seremos en nosotros… En el fondo, tememos la libertad porque nos gusta la esclavitud… En realidad, somos adictos.
Miguel Galindo Sánchez / www.escriburgo.com / miguel@galindofi.com
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