Un día en el tiempo, se te pasa una vaga idea de muchas por tu cabeza, deshilachada, gaseosa y despistada… Semanas después, una amiga hace un comentario suelto, que queda prendido a esa idea primaria que tú creías ya huida por el desagüe del reloj.
Algunas fechas pasan, y una tercera persona, decisiva en tu aún tierno barrunte, sin tú abrir la boca, te suelta un “Oye, ¿por qué no…?”, y ofrece el medio que media en sus manos. Horas después del mismo día, un tercero, sin venir a cuento, suelta unas palabras idénticas a las del amigo del principio…
Bueno, pues a ese… ¿fenómeno?, o manifestación, o lo que sea, tiene un nombre. Se llama “Sincronicidad”, y funciona más de lo que parece, a poco que esté atento. El resto es de su exclusiva responsabilidad.
Miguel Galindo Sánchez / www.escriburgo.com / miguel@galindofi.com
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