Lo reconoce hasta nuestra Confederación Hidrográfica del Segura, que ya es decir… “El cambio climático acabará en 30 años con 20.000 hectáreas de regadío en la Cuenca del Segura”. Creo entender que, cuando habla de la cuenca del río se refiere también al Campo de Cartagena, pues hace muchas décadas que la llamada Huerta de Murcia dejó de producir hortalizas para producir cemento y ladrillo en construcciones irregulares… o mejor dicho, irregladas. Pero bueno, dejemos eso. El caso es que treinta años es muy poco, y veinte mil hectáreas es muy mucho. Quizá demasiado…
Hay modelos – sigue vertiendo el informe – que para 2050 prevén una pérdida de hasta el 7,4% de la superficie cultivada, y una reducción de los recursos hídricos de más de 130 hm3 en la agricultura… “Hasta el 2070 el Trasvase del Tajo podría perder el 75% de los caudales que envía anualmente a través del acueducto”. Y ya no hablamos de echar la culpa a los manchegos de abajo o a los charnegos de arriba, si no (lo advierte la propia CHS) por “la pérdida progresiva e imparable de la humedad del suelo en este mismo siglo”… Tal que así mismo están las cosas para una Comunidad, la nuestra al menos, que basa su economía y desarrollo en la explotación y exportación agrícola, y en la explotación e importación turística – y aquí no tocamos el estado de nuestras costas y del Mar Menor – sin más salidas laborales que trabajadores del campo y de la mesa terracera.
No me vengan ahora que es que yo doy una visión pesimista de la realidad, porque aquí no hay más visión que ser realista con lo que hay. Y este es el futuro a corto plazo que se nos pinta, sin yo aportar una sola pincelada al cuadro… Los investigadores que realizan el mismo estudio lanzan una solución: “alta eficiencia en el uso del agua o secano tradicional”. Así, tal cual, sin anestesia: volver a la plantación de secano, del cual venimos y abandonamos hace un buen montón de décadas. El estudio pide “reintroducir cultivos más resistentes a las sequías”. En román paladino, que volvamos a cultivar el cardo y el higo chumbo. Y en lenguaje conciso y concreto, que habremos de contemplar el regresar, en todo o en parte, a la economía del autoconsumo, por no llamarla de supervivencia… o, como se dice ahora en bonito, practicar la recién re-inventada “economía circular”.
“Hay una escasa efectividad administrativa para evitar la sobrexplotación de los recursos subterráneos”, sigue aclarando el informe de esos mismos expertos e investigadores… Aquí, la neurona me patina. Amosaver: ¿dónde está la tal sobrexplotación si se tienen trincados por ley todos los pozos artesianos, hasta el extremo de sobrecargar los acuíferos que están afectando al propio Mar Menor que queremos proteger?.. Pero, en fin, “doctores tiene la iglesia”, que se dice cuando no existe explicación lógica ni racional. Pero, o yo soy muy lerdo, que lo seré, o si se quiere volver a la agricultura de secano, los aliviaderos de los acuíferos, esos mismos pozos, deben paliar tal sequía. Como “toa la vida del Señor” ha sido, ya que no existe otra forma ni manera… Y aquí ya entramos en el pedregoso y árido terreno de cuantos medran de aqueste cuento al amparo – o desamparo – de la puñetera política. Pues que sean los políticos los que marquen la dirección de la sanidad, la educación, la justicia, el comercio o la agricultura, sin contar con los que, en cada caso, saben y hacen profesión de ello, es lo peor que le puede ocurrir a un país. Y aquí ocurre eso.
Decía Félix de Anzúa en uno de sus atinados artículos, que cuarenta ladrones en el reino/cuento de Alí Babá, se notan mucho, y se señalan y se persiguen; que cuatrocientos se notan algo menos, y se van difuminando. Y que a partir de los cuatro mil, ni se notan, y encima se admite como normal. No existe cosa más cierta que esa. Aquí estamos en la cota de los cuarenta mil, y entonces, el resto de los que somos y quedamos, nos distribuimos entre los que, como los peces rémoras, nadan pegados a ellos nutriéndose de lo que van soltando, y los que, por el contrario, servimos de alimento a su insaciabilidad… Aquí, toda la estructura está basada entre las grandes oligarquías financieras y distribuidoras, que monopolizan lo que se produce, y el aparato politico-administrativo que les allana el camino al medro.
Antes, de secano y autosuficiencia, mal que bien, nos apañábamos. A lo que ya no llego, si es que es eso lo que nos espera, es cómo lo vamos a pasar teniendo entre los productores y consumidores a una caterva de buitres, permitidos y cuasi institucionalizados, que generan diferencias entre el 600% y 1000% en los precios entre el bancal y la mesa… Es que, ese detalle no se toca en dicho informe. Ahí los expertos pasan de puntillas para no pisar callos algunos, y hacen encaje de bolillos… y de bolsillos. Eso no toca explicarlo, aducen.
Pero es importante. Muy importante, pues va unido lo uno a lo otro. Cuando vienen los malos tiempos, los de las bíblicas vacas flacas, hacen falta quiénes lleven bien las cuentas, y sobran todos los que viven del cuento. Y, en este país de milagros, hay más parásitos que productores (y entiendan en el contexto que lo digo), y, como decía un pariente mío, por cada electricista aparece un oportunista y un cuentista, por lo menos… Si la ONU, la CEE, y hasta nuestra CHS, coinciden todos en las previsiones, y llevan razón en lo que dicen, las estructuras a las que ahora nos agarramos no nos sirven más que para enterrarnos a nosotros mismos. Así que…
MIGUEL GALINDO SÁNCHEZ www.escriburgo.com miguel@galindofi.com
Comments