Ya sé que esto de hoy, para muchos, no tiene ni categoría de noticia. Sin embargo, para mí la tiene de primicia. Y si bien no toda noticia es importante, cada primicia sí que lo es por ser primicia, aunque no sepamos darle el valor que le corresponde, pues primicia, de latín “primus” quiere decir eso mismo: lo primero en orden, y quizá que en importancia. Vale, bueno, pues bien, pero será para ti, me dirán algunos muchos. Pues sí, será para mí, contestaré yo, pero, si ustedes me lo permiten, aquí va:
…Pues se trata de unas señales captadas en uno de los mayores laboratorios subterráneos del mundo, en Italia, donde se examinan las partículas con que el universo bombardea nuestro planeta sin cesar. Se han encontrado indicios de una partícula jamás antes observada – tan solo existía en teoría -, y es la más que posible posibilidad (valga la redundancia) de la conocida como “materia oscura”. El universo, el cosmos, se compone en un 85% de lo que se ha venido en llamar Materia Oscura. Algo que ni es energía pura, ni materia pura, pero que participa de las propiedades de ambas sin llegar a definirse científicamente por completo como una de las dos, pero que es lo que “empuja” el movimiento de las estrellas, planetas y galaxias, o sea, es lo que mueve el universo.
Ahora se han podido “ver” y medir esas partículas, inmensamente pequeñas, a las que han llamado Axiones. Una de las mayores incógnitas pues, ya está despejada. Se relaciona su origen con la famosa teoría del Bing-Bang, de Hawkings, nada menos… Y para los conocedores, está emparentada con el hace unos años descubrimiento quántico del Bossón de Higgs, que saltó a los medios enfáticamente como “la partícula de Dios”, no sé si recordarán ustedes… Para aclararles el concepto, el puñetero bossón es una partícula de energía que, girando vertiginosamente sobre sí misma, se va condensando por efecto de su movimiento endógeno continuo, hasta convertirse en una partícula de materia. La prueba, ya palpable y medible, de la “mecánica” de lo que venimos en llamar la Creación… Las más antiguas escrituras de la Cabalah hebrea, de las que se recogió el Génesis bíblico, describe que Dios, que estaba solo, se “giró sobre sí mismo”, y se reconoció a Sí mismo…
Cada cual saque su propia lógica de su propio armario, y arme (que de ahí viene armario) sus propias conclusiones. Yo no voy a discutir aquí la inteligencia o no, ni de nadie que lea esto, ni tampoco la de esa energía que, en un determinado momento, “decide” convertirse en materia (lo que Einstein formuló como “masa”), para así formar y conformar toda la estructura, imaginable e inimaginable, de los infinitos universos, incluidos nosotros, por obvio que a mí me parezca… Pero sí que me voy a tomar la libertad de señalar el punto donde religión y ciencia colisionan al mismo tiempo que coinciden.
Cuando el descubrimiento del Bossón de Higgs, la aventuradamente llamada “partícula de Dios”, la religión, bien por prudencia, bien porque fue tomada por sorpresa, bien por ambas cosas, calló. Extrañamente, se mantuvo muda ante unos hechos demostrables. Un silencio explicito. Su Dios está estructurado como un demiurgo, más o menos inventado en su forma y en sus modos, que hizo el mundo para luego recrearse en su obra (…y vió que era bueno), y después, en el correr de los eones, juzgarlo, premiarlo o castigarlo, según sus – demasiado humanas normas – más o menos caprichosas leyes de Yahvé… Pero viene la ciencia con un diseño en el que se adivina un Dios que participa como componente intrínseco de su propia Creación, que no es un agente externo a nada. Que forma parte de ella, tanto como ella forma parte de Él… hasta el último ión de la última partícula del último átomo de la última célula, de cuanto ha sido hecho…
Y la religión tiene que mantener el tipo ante sus cada vez más encantadas huestes, no esgrimiendo la razón, si no exprimiendo el dogma. Dogmas arcanos y pétreos, dogmas mágicos e inamovibles, además de inconcebibles, frente a un Dios universal y quántico que no ha dejado de crear a través del movimiento continuo… y eterno, claro que sí, de su propia energía transformante y transformadora. La energía, la materia, todo el universo se rige por pura entropía. Inmovilidad frente a movimiento. Estática frente a actividad. Parálisis frente a dinámica. El yo no pienso, a mí que me lo den todo pensado…
Miren, yo no predico nada para que me crea nadie. No soy un profeta, ni un apóstol, ni un visionario. Yo tan solo me limito a describir lo que hay, lo que observo en el tiempo, lo que veo en el espacio. No soy portador alguno de doctrina ninguna. Solo cuento aquello que está ahí y que otros no parecen ver porque no pueden o no quieren. Pero nada más… Quién piense otra cosa, se engaña a sí mismo. Quizá es que le interesa engañarse para así no tener que molestarse…
MIGUEL GALINDO SÁNCHEZ
http://miguel2448.wixsite.com/escriburgo
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