No vayan a creer ustedes… yo tampoco me lo creo, pues la puñetera vida me ha convertido en un santo Tomás más que en un san Crédulo, que fue uno de los apóstoles secretos. Tengo amigas, y lo digo en femenino por verdad y por justicia, no por paridad, que me dicen con respecto a los que participan en mis programas radiofónicos y a su nivel, que tengo un índice más que respetable de gente que me sigue en mis temas, y todo eso… Pero no nos engañemos: es mínimo. Analicémoslo, si quieren. Según arrojan los datos de los distintos foros en los que estoy metido (mejor, me han metido), y aquí quito al portal Hey! por reciente, no llegan a los seis mil… “amigos” les llaman.
Vale: los que responden a mi blog del programa de radio son apenas un par o tres de docenas, de los cuales media docena son prácticamente fijos, como bien sabe mi conductora, Micaela… Añadamos generosamente un centener de comentarios leves, ligeros de contenido, dejados de lado, y eliminados los ofensivos y repulsivos, y me daría con un canto en los dientes si alcanzo el 2% de ellos, que puedan sentirse seriamente interesados en mis temas más recurrentes. Eso sí, suelto un comentario en redes por algo mediático, y me llueven las gilipolleces, anatemas y tonterías… Por eso pongo los pies en el suelo ante los elogiosos comentarios de esas amigas que me estiman. La calidad de los participantes no corresponde en modo alguno con la cantidad de los contabilizados por seguidores. Esta es una de las cosas.
La otra cosa es que yo me conforme y me dé por satisfecho. Que me doy, claro que sí. Ya lo creo que me doy. Soy consciente que la naturaleza de mis temas es para un público minoritario, casi que restringido… desgraciadamente. Y, aunque este comentario parezca un contrasentido: aceptar una desvahída circunstancia como una satisfacción, en el fondo subyace la aceptación de un hecho, admitido por conocido, y es que, cada vez más, el personal apunta a la gentificación, mientras yo nado al contrario de esa corriente… Creo que en esto, los que me leen estarán de acuerdo.
No me interesa el adocenamiento colectivo, ni la temática allanadora del pensamiento social, que es lo que prima y priva en porcentaje creciente. Eso hace que, salvo artículos dedicados a realizar un análisis de hechos mediáticos actuales – cada vez más sangrantes, estúpidos y burdos, por cierto – suela inclinarme por contenidos enfocados al despertar, más que al adormecer, del ser humano. Como tampoco es de mi interés participar en el anormal reparto de alienaciones festivas, consumistas y adocenantes, a fin de tener paralizada la capacidad del razonamiento. Fíjense en la raíz y composición de la palabra “entretenimiento”. No es otra cosa que lo que dice y quiere decir: “tener entretenida la mente”.
Y a eso mismo se dedica de lleno todo el aparataje de los medios de comunicación, cada vez más rendido y vendido a las consignas de los Estados; y dejando cada vez menos margen de existencia a los medios de librexpresión, permítanme el palabro… Miren, como simple ejemplo, los foros institucionales de cultura: patronatos municipales, etc., que solo acogen la cultura oficialmente subvencionada, y poco más, que es bien poco por cierto.
Esto quiere decir que la aparente buena respuesta observada a través de los buenos ojos que ven esos programas mios, es más bien parca y pobre, aunque, naturalmente que sí, muy bienvenida. Es apenas ese ápice de iceberg que aún parece pensar por sí mismo, y que, al menos para mí, merece todos los respetos del mundo y el esfuerzo que esté en mi mano realizar y que yo pueda aportar a través de los humildes, escasos y bienintencionados medios a mi alcance, aquellos que aún me dan cobijo y apoyo.
De esa muestra de la que hablo, una gran e inmensa mayoría son de fuera de aquí: tres o cuatro de Barcelona, uno o dos de Madrid, de Alicante, algo del Norte… en fin, un medido esturreo de personas con apenas un par de por aquí alrededor. Esa, y no otra que esa, es la realidad con la que cuento según tan aparentemente optimista muestreo… Y ya digo, lo repito, que no es un cálculo pesimista tampoco, dada la naturaleza de los temas y el general del personal… Como suele decirse en román paladino: es lo que dá la mata.
Pero vamos a hacer un experimento sociológico… ¿se dice así?, tan pronto como podamos unos pocos: un Círculo Instructivo hermano y cercano, y de momento libre, ha tenido la gentileza, generosidad y valentía (salvo posterior intervencionismo, que ya se dio una vez) de cedernos un espacio donde poder tratar, debatir, compartir y divulgar todos esta temática liberadora de ataduras mentales y morales… No me preocupa a mí el método, fíjense, ni las fórmulas, ni los cómos, para nada, pues con el sistema más simple de preguntas-respuestas funcionaría, o sea que no… lo que me preocupa es la audiencia, o mejor dicho, la “acudencia”.
La raíz de fondo es simplísima: ¿en verdad quiere la gente desprenderse de las ataduras que la esclavizan?.. Yo tengo mis muchas dudas que así sea. Simplemente, no se siente esclavizada, está a gusto con sus cadenas. En el 90%, o están conforme con el pienso suministrado, o demasiado acomodados como para querer molestarse en abrir los ojos… mucho menos pensar por sí mismos… Existe algo a lo que no me llamo a engaño: el ver compromete. Y hay muchos, muchísimos, que no desean ver para así no sentirse comprometidos. Reconozcámoslo. Aunque un servidor de los frailes se caería del burro de buen grado una docena de veces seguidas con tal de que no pusieran torpedos en la línea de flotación ni nos zancadillearan…
…Porque existe la censura, y el inquisicionismo; y el buen rollito y la mala leche. Todo es muy sutil, pero aún desaparecen por “descatalogados” títulos importantes del pensamiento humano; se ralentizan las ediciones de títulos comprometidos; se frenan sus salidas al público… Doy fe de ello. Como conozco casos de presiones, amenazas y chantajes a personas para que no publiquen sus obras con toda su revelación y verdad por delante… Sí, señores míos y señoras mías, todo esto sigue pasando en pleno siglo XXI, aunque muchos y muchas quieran disimularlo. Y eso se puede hacer hoy, porque existe una incultura y deseducación manifiesta sembrada entre la ciudadanía a la que estos secuestros no les importa nada.
No sé si es en el Libro de Enoch, o en el de Esdrás, donde aparece la denominación de “los durmientes”, en relación con las almas que no saben/no contestan/no actúan/no nada. Es posible que aquí actuemos, nos movamos, pero habría que preguntarse si vamos en buena dirección… ¿seremos capaces, al menos, de reconocerlo por sus frutos?..
Miguel Galindo Sánchez / www.escriburgo.com / miguel@galindofi.com
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