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Foto del escritorMiguel Galindo Sánchez

POR ESO MISMO...




Escribo esto el Día de la Victoria en Rusia, en que el megalómano loco de Putin tuvo que improvisar un discurso enfermizo y viciado por no poder cantar ni contar su victoria completa sobre Ucrania, en una guerra que él mismo no reconoce como tal, y que, moral y económicamente, su país está perdiendo ante el resto de un mundo que también la está sufriendo (por sus consecuencias) y por mucha potencia militar que sea… En realidad, a estas alturas nadie sabe lo que aún puede durar un conflicto como éste, que solo se apoya, no en la estrategia ni en los razonamientos, si no en la mente perturbada de un líder que tiene engañada y sometida a toda una nación. Solo los rusos pueden por fin y dar solución a tal estado de cosas, ya que son los únicos que están en disposición de intervenir en sus propios asuntos. Cuestión de tiempo, paciencia, y determinación del resto del mundo, e insistir en ello y en el apoyo sin límites ni fisuras a Ucrania en la lucha por su integridad e independencia.

Al resto de la ciudadanía de ese mundo nos tienen entretenidos en la solidaridad para con esos huidos del infierno que acogemos entre nosotros, y que les hacemos el seguimiento – cada vez menor, por cierto – que los medios tienen encargado el señalarnos, en los casos más o menos cercanos y vecinos a nosotros mismos, en la misma proporción que se nos silencia y aleja de los refugiados sirios, de la situación afgana o de las matanzas en el Sahel… No es lo mismo, aunque sea igual. Por lo menos en cuanto a violación de derechos humanos se refiere, si es que los eslavos son tan humanos y tienen los mismos derechos que el resto de desgraciados, naturalmente… No quiero ser malinterpretado hasta el punto de que me puedan achacar crítica alguna a la reacción de solidaridad, aunque sea inducida, de la gente. Ni mucho menos. Lo que me permito criticar, con permiso de ustedes, es la selectividad a la que se nos empuja, no a la solidaridad.

En el concierto europeo de intereses, la verdad es que España sale bastante bien librada… Nuestra dependencia del gas y petróleo ruso apenas es significativa si la comparamos con Alemania, por ejemplo, o con los países bálticos. Ellos están muy cogidos por los cataplines hasta el punto de jugarse una brutal recesión económica, y nosotros escapamos por una orilla, ya que nuestras fuentes más importantes se hayan en Argelia y otros… Y eso, aún a pesar de la enorme y unilateral torpeza de nuestro presidente Sánchez en el manejo del asunto del Sahara, echándose en brazos de un Marruecos que, en toda su historia, solo ha sabido clavarnos la gumia tan pronto les mostramos la espalda. Su soberana chapuza nos va a hacer pagar más cara la energía argelina, o de Quatar, pero, al menos, no peligran los suministros… eso, si no vuelve a hacer el gilipollas cediendo, encima, a Mohamed VI, parte de ese gas argelino. Avisados ya estamos. Que se lo vendan sus amigos americanos, que son los que sacan tajada, no nosotros… De momento, Argelia ha roto un tratado de amistad y relaciones con nosotros, mucho, muchísimo más estable, que el de Marruecos.

La verdad es que la diplomacia entre España y Rusia siempre fue tan correcta como fría. El rigor del clima moscovista siempre impregnó las relaciones, y casi que mejor así, qué leches… La Historia fija el inicio de relaciones en el siglo XVII, cuando el zar Alejandro I, que necesitaba el apoyo de occidente a su guerra contra el imperio otomano, envió el primer cónsul, Piotr Potiomkin, que entró por el Puerto de Santa María y fijó su consulado en Cádiz. Es curioso, pero lo primero que sorprendió a este hombre es que los españoles bebiesen tan poco alcohol, y eso que los de la tacita de plata no son mancos en trasegar manzanilla, aunque, claro, comparado con su vodka…

Lo más cerca que España estuvo de Rusia (o quizás al revés) fue durante la II República, y porque fue el único país de todo el continente que ayudó al gobierno legalmente constituido en su guerra civil contra el golpe de estado, ya que las democracias le hicieron “la cobra”, a pesar de que las fuerzas fascistas del Eje sí que apoyaron al golpista hasta las últimas consecuencias. Y, a pesar de ello, los del Volga también se lo cobraron bien cobrado, no vayan ustedes a creer… Luego, Franco, transfigurado y revestido de lagarterana de la paz ante las potencias democráticas triunfantes de la II Guerra Mundial, se convirtió a sí mismo en “Centinela de Occidente” frente al internacional-comunismo, vendiendo su postura y dejándose usar y colonizar por las bases americanas…

Entonces, hasta el wolframio que Franco vendía a Hitler y Mussolini para su industria de guerra contra los aliados, comenzó luego a venderlo a la propia y odiada Rusia, sin un solo atisbo de pundonor ni desvergüenza… Eso sí, claro, guardaba las formas haciéndolo a través de puertos egipcios… Incluso llegó a intercambiar su petróleo soviético por películas de Sarita Montiel dobladas al ruso, como si fueras estampitas, y según el historiador Encinas, que esto es demasiado como para poder inventármelo yo. Y sin empachos ni resquemores anticomunistas.

Lo que demuestra que la cuestión ideológica es solo cuestión económica. La ideología es el pringue que se usa para engrasar las creencias de los ciudadanos y mantener las tragaderas bien abiertas y despiertas, pero son los intereses económicos los que actúan. Otro ejemplo actual y patente: España es la sexta potencia exportadora de armas; en su “ética” reza no vender a países que no respeten los derechos humanos, pero Arabia Saudí, que no los respeta ni por los forros, es su tercer cliente en importancia… Y yo creo, y ustedes me habrán de perdonar si quieren, que, en el fondo, a la ciudadanía también nos importan más los bolsillos que los bolillos. Y que el “dame pan y dime tonto” es lo que, en definitiva, practicamos todos… Aquel Piotr Potiomkin se llevó unas cepas de Jerez a Crimea, precisamente. Allí agarraron, y hoy el vino de Crimea es ruso, o ucraniano, o lo que sea, y da de beber, y de comer, a mucha gente de por allí… Pues eso.

MIGUEL GALINDO SÁNCHEZ www.escriburgo.com miguel@galindofi.com

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