Quizá no debiera meterme en pesquisas científicas, pero creo que debo hacerlo, pues, al fin y al cabo, es con lo que nos estamos jugando el pellejo todos los días. Saber cómo la pandemia de coronavirus se está propagando. Conocer de qué forma el Cóvid-19 se nos mete en el cuerpo y nos jode la vida… Y es que, por fin, la comunidad científica internacional ya va coincidiendo en cómo el bicho nos ataca y se hace fuerte. Así que mejor hacerles caso a ellos ( y no a la comunidad política nacional ) que son los que saben y conocen lo que llevan entre manos (los otros solo saben y conocen lo que llevan entre bolsillos).
Se trata de saber las diferencias entre gotículas y aerosoles, y el comportamiento de cada uno de ellos. Nos puede salvar la vida, llegado el caso. Miren: una micra es un milímetro dividido por mil, ¿vale?. Pues bien, traducido a lo que expulsamos por la boca al hablar, toser, gritar, respirar, fumar, etc., sin son menores de 100 micras, son aerosoles, y si son mayores, gotículas. Bien. Las gotículas, como pesan más, suelen caer al suelo en un espacio de 2 a 4 metros (de ahí lo de la separación) y duran apenas unos minutos. Pero los aerosoles, esos, amigos míos, quedan flotando en el ambiente, y duran horas. Ellos son el verdadero peligro, y cuando se trata de locales cerrados, más que peligrosos, son traicioneros… …Porque quedan ahí, encerrados y flotando, esperando el primer incauto que entre desprevenido para infectarlo. Así funcionan estos microcabrones.
Si el local no está bien ventilado, ellos se ventilan a los que entran. De ahí que procuremos los ambientes abiertos a los cerrados, los espacios airosos y aireados antes que meternos en locales públicos de afluencia de gente, y si lo hacemos, hemos de protegernos sobradamente. En cualquier rincón mal ventilado puede estar el contagio inesperado… y lo pongo en verso para que cale en el seso. Por eso mismo que los eventos sociales y los locales de ocio y celebratas, son el talón de Aquiles de la sociedad en el contagio. Son muchas gotículas y aerosoles juntos y a la vez, en espacios que se reparten gran cantidad de personas – o lo que seamos, pues como tales no nos comportamos – con gran fruición y proximidad.
Sepamos, al menos, lo que pasa, cómo pasa, y por qué pasa. Esto, que era una teoría de la OMS en Marzo, ya es una certeza, prácticamente reconocida por todos los investigadores… Ítem más: esta transmisión, en cuanto a la fuerza de expulsión, es directamente proporcional a su potencia contaminante, a los que gritan, cantan, o jadean… por la práctica de un deporte, por ejemplo, que ya estábamos pensando mal… o bien… joer!.. E incluso puntualizan que, aquel infecto por Cóvid, aún asintomático, la potencia aérea de emisión es mayor, y por tanto el riesgo de contaminar… El incidir pues con el de hoy en esta cuestión es porque, a pesar de que todo parece bastante obvio, y de puro y puñetero sentido común, las implicaciones que su conocimiento conlleva para la protección de la salud, propia y pública, son tan de lógica, que todos los que estamos afectados, pero aún no infectados, por este fenómeno, deberíamos estar tan familiarizados con las pautas de comportamiento del bicho, igual que lo estamos con el hecho mecánico de respirar…
El riesgo con las gotículas, que pueden caer en mesas, mostradores y/o superficies o adminículos que toquemos, está asumido con el cortafuegos de la desinfección y el lavado de manos. Sin embargo, curiosamente, el riesgo de contagio aéreo (aerosoles) aún de pautas sencillas y entendibles, no somos capaces de asumir las precauciones básicas a tal respecto… O sea, no solo la higiene superficial, sino también el distanciamiento y la protección respiratoria (dejarse la nariz fuera, no vale). Ahora viene el frío, y las terrazas empiezan a cubrirse con paredes de plástico y abrigaderos, y eso es trampa, tampoco sirve como exterior, así que…
La inmensa mayoría de los rebrotes por los que estamos siendo machacados nos vienen por el (ya voluntario) desconocimiento de esta cuestión básica y elemental. En el caso de los jóvenes es por franca hijoputez, y en los casos de los adultos, por franca desidia. Si no, los infectados sería otra franca minoría. Los causados por accidente o inevitabilidad, teniéndolo bajo control, nos ofrecería una realidad más llevadera, fácil y razonable que la que tenemos… Lo que pasa es que no queremos darnos cuenta, porque poder, podríamos…
MIGUEL GALINDO SÁNCHEZ http://miguel2448.wixsite.com/escriburgo
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