Muy de vez en cuando – no crean ustedes que yo no tengo mis inconfesables vicios – me gusta comerme una torrada de pringue (creo que aún se llama así, y no le habrán puesto un nombre inglés, ¿verdad?), a pesar de que eso es malísimo para la salud de mi organismo. Y va paralelo con otra clase de pringuerío, que igual es malísimo para la salud de mi espíritu, pero que, lo mismo muy de cuando en cuando, si tengo a la vista una revista, gusto en atizarle un lengüetazo de acíbar-couché… y por el que me entero que Alejandro Sanz ha pasado la cuarentena junto a su pareja en su lujosa propiedad de una exclusiva urbanización madrileña: La Finca, o algo parecido se llama…
Y que todo muy bien, salvo unos intentos de robo al que se ha visto sometido su dichoso retiro en tan rica propiedad… Y me parece así como que la crónica destila un regusto a “posmalegro, joete…” o algo así, no sé, me da esa sensación… Vamos a ver, un servidor, en mi confinamiento, lo he pasado también en una casa de campo de mi propierty, que nadie me ha asaltado, thank Good… (bueno, solo en una ocasión lo hicieron y cuando vieron picos y azadas en el patio, salieron echando leches por la misma tapia que habían entrado), y en la que lo he pasado tan a gustazo como él en la suya de one millions dolars baby… Y en eso, somos iguales.
Lo que ya no entiendo es el morbo del personal por alegrarse de que le asalten o le roben. No lo comprendo. Al fin y al cabo, a este hombre lo hemos hecho rico entre todos – yo no, pero bueno… - y de eso él no tiene la culpa. Vamos a ver, a mí, personalmente, no me gusta (parece cantar estreñido, con perdón) pero eso no implica que le guste a millones que pagan encantados por verle y escucharle, y que, gracias a ellos, puede costearse una vida y unas propiedades de alto estánding… Ya, ya sé lo que me van a decir: que en sus conciertos, él se presenta como muy “sensillico”, con el pañuelico mugroso al cuello, sus vaqueros rotos, el camisámen un tanto desastrao… Bueno, ¿y qué?.. Eso es parte de su trabajo, forma parte del espectáculo con el que se gana la vida. Tampoco Charlie Rivel iba vestido de payaso fuera del circo, amosaver…
Yo no lo veo censurable, qué quieren que les diga. Más bien creo adivinar – y ustedes me sepan perdonar – un pelín de envidia en que se pegue la vidorra padre haciendo lo que le gusta. Al tío le gusta canturrear, al personal le gusta que le canturreen, pasa por taquilla, y, ¡zas!, lo aprovecha para forrarse, como es natural. ¿Quién no lo haría?. Es conocedor de la parafernalia de lo estudiadamente informal con la que debe disfrazar su personajespectáculo, y le da a la gente lo que la gente quiere… Nada, pues, que objetar, ni nada que echarle en cara. Que yo sepa, el tipo no ha hecho nunca doctrina de lo opuesto.
Cosa que no ocurre con otros… Por ejemplo, Pablo Iglesias. Este pájaro sí que ha presumido de ser todo lo contrario a lo que ahora hace. Su millonario superchalet de La Moraleja, creo, lo ha justificado como el “derecho a dotar a su familia de un ambiente sano y seguro”. Naturalmente que sí. El mismo derecho tienen las familias de cualquier obrero, y muchos no pueden ni alimentarla debidamente. Como a tener, si no el mismo sueldo, al menos sí el mismo porcentaje de subida del sueldo que el suyo y el resto de diputados, como también los trabajadores y los jubilados. Justicia social se llama eso, creo, que es lo que él se afana por hacer creer que defiende… Antes, puede que sí, ahora, ya no…
Y el caso es que utiliza el mismo atrezzo, el mismo vestuario, que Alejandro Sanz, de pobre-progre, y a lo mejor, o a lo peor, pasa porque también es, en el fondo, parte de un espectáculo, el suyo, desde donde canta (habla), se exhibe, y cobra su gansapasta. La diferencia, no sé si notable o no, es que éste es un político y el otro un artista. El segundo cobra por entretener y el primero cobra por servir (en teoría, al menos). Uno no engaña a nadie, y el otro engaña a cuantos puede, porque sirve de poco, pero se sirve de mucho… Exactamente lo que él mismo le criticaba a “La Casta” en la que se ha convertido usando el discurso contrario.
Que mi Dios me perdone, pero pienso que los cacos deberían ser más selectivos a la hora de asaltar chalets millonarios, ya que siempre habrá millonarios más honestos que otros, y a ellos, como buenos profesionales que deben ser, igual han de conocer el refrán que les atañe del ladrón y el perdón… Aunque, a lo mejor, o a lo peor, son de esos cientos de miles de trabajadores en la puta calle de los que aún no han cobrado el Erte y que se las buscan de asaltaleras para dar de comer a sus hijos hasta que abran de nuevo los comedores escolares, porque no les vale la hamburguesa-basura con que la política-presidenta de su comunidad quiere taparles el hambre, por cierto. Que esa es otra…
MIGUEL GALINDO SÁNCHEZ
http://miguel2448.wixsite.com/escriburgo
Comments