A nivel nacional, la manifestación en Madrid de miles de pobres imbéciles rebelándose contra el uso de la mascarilla, revela el nivel de estupidez humana ante una situación tan lamentable como la que tenemos encima. No alegan una sola razón con un mínimo sentido común. Nada. Cero. Es solo la respuesta borreguil a las llamadas populistas y desestabilizadoras de nuestro cretino nazi-onanismo… Hubiera sido farragoso e imposible levantar actas de multas a todos. No hay medios humanos. Pero con la ayuda del ejército, sí que haberles tomado el numerico del DNI a los asistentes. Luego, conforme vayan infectándose, se les va aislando en un lugar donde no se desperdicie con ellos una atención médica que no merecen por su propia negación a protegerse y proteger, y desprecio a los demás, y donde, por supuesto, no cuenten como contagiados puesto que no creen en ello. Respuesta adecuada y en justa medida. No existe mejor lección que esa.
Nos bajamos del balcón nacional, plas, plas, plas… al balcón regional, donde el cretinismo es el mismo. Y aquí, nos encontramos con una boda de doscientos invitados nada menos, donde el propio novio es el protagonista infectado. De tontos profundos. Pero aquí se desliza la apatía, el descontrol, la desidia, que impera en un país de taifas, donde se paren normas diarias como camadas de conejos, pero donde ni se cumplen ni se hacen cumplir, y donde ni siquiera se les concede una pensada. Nada. Un solo detalle: no se junten más de diez en terrazas, ni tablaos ni saraos, ni reuniones de familia, pero en un bodorrio, a ganao completo, acho… Hombre – se aducirá, sin duda – eso es porque luego, una vez en el aprisco, la borregada se separa en grupos de diez sin juntarse para nada… Y ese de ahí, y el que lo dice, y yo mismo, vamos y nos lo creemos a pies juntillas. Claro. Ni siquiera se envía una patrulla de vigilancia de tales eventos, ni se advierte seriamente a las empresas ponedoras del pesebre, ni a nadie de nada ni por nada. Es una boda, joer… o una comunión, faltaría más, o un cumpleaños feliz, coño… En este caso, si al novio lo han felicitado todos los asistentes, en teoría todos están potencialmente infectados, y habrá que aislarlos junto a sus respectivas familias, contactos y allegados… Es la normativa vigente, ¿no..?.
Sigamos bajando pisos… Ahora un balcón local, poco importa el pueblo, la pedanía o la villanía – de villa – pues es de menos estofa, aunque del mismo estofado. En un gabinete de análisis clínicos local, de su pueblo o del mío, es igual, desde hace varias fechas se vienen formando largas colas de, yo diría trabajadores agrícolas, árabes casi todos, que se ve andan haciéndose los tests del Cóvid por la cosa del campo… No guardan las distancias, parlotean entre ellos, y las mascarillas en la inmensa mayoría van puestas en la sotabarba… Enfrente justo hay una conocida cafetería donde suelen repostar miembros de la benemérita. Ese día había al menos tres o cuatro números, que, tras tomárselos (los carajillos) no hicieron el mínimo caso a tan llamativa, ¿o ya no llamativa?, circunstancia. Se ve que, en realidad, esa es la nueva normalidad y a nosotros nos han vendido la burra maqueada…
Si el de hoy va dividido en tres scketchs, que no son por eso menos ciertos, genuínos, auténticos y verdaderos, es porque forman un sainete completo de la España actual y real… Es como un pack completo de la situación en que nos encontramos. Si mi análisis es correcto (y yo solo sé que no sé nada, como decía el griego) esto es una especie de conjunción de dos fenómenos: el de una ciudadanía desbocada y desubicada, ignorante y abracadabrante, que ha decidido suicidarse colectivamente en una especie de aquelarre de aquimeslasdentodas, por un lado, y por otro, unas autoridades desbordadas y acobardadas que ya solo saben dictar normas contradictorias, a veces absurdas, para justificar sus propios puestos y piensos en sus comederos oficiales, más que para abordarr cualquier solución…
Esa es la sensación que transmite esta jaula de grillos. De vez en cuando, se saca en primera página de algún periódico la foto de alguna actuación donde se ve a un par de agentes multando a algún desenmascarillado, que transmite a la punta de ganao la tranquilidad del placebo. Son imágenes cuidadamente colocadas, noticias anodinas puestas en el lugar y momento adecuados. Pero lo cierto y verdad es que vandalizamos nuestras acciones e inacciones porque sabemos que los que deben actuar con contundencia se la cogen (con perdón) con papel de fumar… Yo, por mi parte, voy a intentar – igual no lo consigo, advierto – pasar olímpicamente de este atraso mental general, y no amargarme la vida que me quede. Y que nos den a todos por el saco con el que ya nos saquean bien saqueados…
MIGUEL GALINDO SÁNCHEZ
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