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Foto del escritorMiguel Galindo Sánchez

PABLO, EL APAÑAO...



Por supuesto que hay que esperar el fallo del Tribunal Supremo con respecto al triple delito del que es acusado Pablo Iglesias por al Juez de la Audiencia Nacional, Manuel García Castellón, de descubrimiento y revelación de secreto con el agravante de género, daños informativos y acusación o denuncia falsa, y/o simulación de delito, en relación al robo del móvil de su exasesora Dina Bousselham. Y que, mientras tanto, debe respetársele la suposición de inocencia debida… Naturalmente que sí, aunque no sea algo que él suela respetar en sus oponentes políticos cuando la cosa ha sido al revés. Nunca lo ha hecho, y siempre ha arremetido contra los que gratuitamente considera “enemigos” (último ejemplo el del rey emérito). Pero, en justicia, debemos demostrarle la consideración que él no demuestra a los demás. Es la única forma de poner a cada cual en su lugar. La única manera de valorar a las personas.

El juez se explaya sobre la “consciente y planificada actuación falsaria desplegada por el señor Iglesias con su personación”, y viene a redondear su auto “por fingir ante la opinión pública y su electorado el haber sido víctima de un hecho, que sabía inexistente, pocas semanas antes de unas elecciones generales”… Se incluye un aporreamiento de ordenadores para destruir datos, por cierto, algo que por lo que él mismo exigió la renuncia al cargo de Rajoy cuando Bárcenas aporreó el suyo, antes del fallo final por parte de la Justicia… Claro, ahora es el PP quién le exige a él el abandono del suyo, y él alega justo lo mismo que los peperos cuando él era el atacante: un montaje.

Lo que demuestra, una vez más, que, en política, todos practican la misma falsedad. Y son más falsos los que más presumen de honradez… Iglesias, como todos, y como todos los estómagos agradecidos de su entorno, también hacen uso del sobado mantra de que “es una estrategia montada contra mí”, etc., etc… La misma que todos repiten cuando les toca. “Es que esto es una campaña levantada contra mí, una injusticia…”. Bien, es posible, eso se verá llegado el momento, no hay que juzgar gratuitamente antes de tiempo, y tampoco exigir responsabilidades, y tener en cuenta la presunción de inocencia, pero, en este caso, a él lo están tratando igual que él ha tratado a los demás. Nada nuevo bajo el sol, señor caracol…

Independiente de lo que salga al final de este rocambolesco y turbio asunto… Es curioso (hago un inciso) el nombre del francés Rocambole, de donde nacen las aventuras de dudosa legalidad, viene de lo que en gabacho significa rocambole: ajo español. Se ve que, assous les Pyrinnées, izquierdas y derechas españoles huelen a lo mismo: a puro ajo arriero… Bien, sigamos tras este “aprés”. Lo que quiero decir es que la trayectoria política de Iglesias no ha sido muy ejemplar que digamos. De su declaración de intenciones cuando se encaramó a lo alto de aquel movimiento 15-M, a lo llevado a cabo y a su forma de obrar hasta ahora, ha resultado ser un completo engaño y un medido apaño…

Ha manejado Podemos como una satrapía, eliminando a los que le hacían sombra o se oponían a sus designios, con generosas compensaciones para sus sucesivas compulsiones, y un declarado nepotismo para con sus más próximos y para con los que se le han vendido por un plato de lentejas (caso IU). Se ha apuntado el primero a sueldos, privilegios y gabelas que él mismo criticaba y achacaba a los de la Casta, incluso ahora combate encarnizadamente los escraches que le hacen a él, con una virulencia que, cuando él mismo los defendía y escracheaba, nunca utilizaron contra su persona… O cuando decía que él jamás cobraría lo que diez obreros necesitaban para vivir, y ahora aprueba en él mismo subidas de sueldos porcentualmente superiores a la de los jubilados y pensionistas… Y él, el Verbo-rrea se hizo Casta, y habitó (en su lujosa supervilla) entre nosotros…

Al margen, ya digo, de lo que resulten tales acusaciones (una creo que ya ha sido desestimada) sean falsas o verdaderas, y actúe la ley en consecuencia o no actúe, lo que ha demostrado ser es un arribista, y eso no es un delito. Un arribista más de la clase política que padecemos en este país – lo que él criticaba – y un trepa más que se ha hecho sitio en el panorama político español, al fin y al cabo. Menos mal que no ha llegado en poner en solfa aquello que pregonaba en su catecismo ideológico sobre imponer unos medios de comunicación y una judicatura afines a la causa… a su causa, por supuesto. Así que, una vez visto para sentencia, habrán de ser sus votantes, y los que aún queden enganchados, y engañados, de buena fé, los que tendrán que obrar en conciencia y consecuencia con respecto a las urnas.

Por cierto, si algún día se le apea del cargo al que se agarra como una lapa, quizá haya que recordarle lo que vociferó en su día en cuanto a que los retiros que se pagaban en política eran una auténtica vergüenza y un verdadero latrocinio, y habría que terminar con semejante abuso… Veremos si era verdad, o también en eso ha cambiado…

MIGUEL GALINDO SÁNCHEZ http://miguel2448.wixsite.com/escriburgo

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