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Foto del escritorMiguel Galindo Sánchez

¿NOS ENGAÑAMOS, O NOS ENGAÑAN?



imágen Aula de Farmacia


Vivimos tiempos de incertidumbre, de dudas, e incluso de miedo… Y en medio de todo, como una especie de núcleo: la energía, la moneda del diablo. En la actualidad se está utilizando como valor de cambio para todo: en la guerra, en los intereses legítimos o espurios, para los chantajes, en las amenazas, en los equilibrios de poder, en el más ruin zancadilleo… El problema de la energía está ahora en todas partes, desde la más alta cancillería, como arma estratégica, hasta el más humilde de los hogares, como enchufe de la luz. Y como problemón (por no decir Armaguedón) añadido, es también el centro neurálgico del Cambio Climático, aparte, claro, del económico…


…Porque el planeta (último Informe de la ONU) está cerca, muy cerca ya, de sobrepasar cinco puntos de inflexión climática… El recién estudio advierte de los efectos de cruzar líneas rojas en el calentamiento global, como es el deshielo en Groenlandia, la pérdida de suelo helado boreal, el del desforestamiento brasileño, el desastre de los corales tropicales… o el verano más largo y caluroso desde hace más de 150 años. Los puntos de inflexión, según el aumento de temperatura global, está incidiendo actualmente en 16 causas en nuestro mundo que van a conformar un efecto mundial desastroso (EP-9/9,pg.32). Mientras tanto, las actuaciones de los gobiernos son erráticas, confusas y compulsivas. Lo mismo hacen declaraciones en defensa de avanzar en energías limpias, que, al mismo tiempo, actúan en beneficio de las contaminantes. Desde Bruselas a cualquier país, cada cual juega con un parchís diferente. El que no quiere cambiar de tablero quiere cambiar de fichas, mientras un tercero quiere cambiar de dados… Cuando lo que verdaderamente nos convendría a todos los ciudadanos de este planeta es cambiar de jugadores.


Porque, no nos engañemos, en este jodido y bien jodido mundo, todos los que mandan en sus parcelas son unos pequeños Putins… Sholtz solo quiere salvar los muebles de Alemania con o sin gas ruso; Macron se niega a la conexión iberoeuropea por no perder protagonismo en el “change”; Biden defiende la guerra porque está haciendo el negocio del siglo vendiendo armas y gas; Zelensky, porque donde quería no ser atacado y que lo dejarán en paz, ahora quiere hasta recuperar Crimea, aún a cargo de dañar enormemente la economía occidental; Sánchez haciendo el pato al romper un pacto: el de Argelia, indiscutiblemente favorable a nuestros intereses, y echarse en brazos de unos EE.UU. que solo quieren beneficiar a Marruecos a nuestro cargo…


Y todos esos, y otros muchos más, navajeándose, y/o haciendo el ganso, por una sola y única cuestión: el gas. Un gas, que, además, es una energía sucia, contaminante, letal para el ecosistema y letal para nosotros, para nuestra salud, económica y biológicamente hablando... Nos estamos matando por una energía tóxica, en vez de enfocar nuestros esfuerzos por conseguirla, y/o convertirla, en limpia. Nos sacrificamos – y nos sacrifican – por conseguir el veneno en vez del antídoto… Y algo tan evidentemente claro, que además está amenazando la subsistencia del planeta, aún es materia de discusión y de innoble riqueza y torpeza. Porque éste y no otro es el fondo real de la cuestión: que los gobiernos, contradictorios en sus medidas, aún se empecinan en servir al amo que más les paga, aunque sepan que es un mal amo, y en contra del ciudadano de los que también cobran… Y porque viene a cuento: “La guerra suele emprenderse de tal manera que parece que se busca la paz” (Cicerón).


Por ejemplo: ¿Qué razón existe para poner aquí, en España, un impuesto de ayuda a los gasistas, tras imponer lo del famoso y galleado “tope” a su `precio (es un flagrante contrasentido), y que lo paguen, además, los consumidos consumidores?.. Las razones que dan nuestros “consumadores” tienen el mismo sentido que apagar el fuego con gasolina… Y es así porque se quiere ocultar lo cada vez más indisimulable: que los tienen cogidos por los güitos las compañías energéticas, que son las que, en realidad y en el fondo, mandan… Luego, encima, se le ve al lobo la patita blanqueda por debajo de la puertecica… A ver, señores, o lo que sean ustedes, ¿por qué, en vez de bajar un 15% del Iva al butano, que es energía contaminante, no lo eliminan de la instalación de solares, que es limpia?.. ¿No cacarean ustedes que quieren beneficiar la producción de la no contaminante y gravar la contaminante a fin de eliminarla?.. Pues, entonces, ¿por qué lo están haciendo al revés?..


Porque claro que lo hacen al contrario. Al menos aquí, en nuestro país. Se articula un discurso demagógico, y luego se encasqueta una película que lo tira todo por tierra… Cuidado, mucho cuidado a lo que larga Sánchez por su boquita untada en miel. Lo normal es que, tras la rebaja, se nos largue un sobrecargo, anejo y ajeno, y ya añejo por acostumbrado, igual o mayor que lo aliviado… Otro truco es prometer subvenciones que luego no se darán por docenas de inventados motivos y trabas administrativas. ¿No sería más fácil, lógico y directo, óigan, despojarlos directamente de los impuestos de consumo que prometer unas hipotéticas ayudas que apenas llegan en el mejor de los casos?.. No, no les sale a cuenta, porque esas especie de “ayudas” son tan fantasmas como los que las dan…


Y así, se entiende. Por todo eso, por el planeta, por el medio ambiente, por nosotros mismos si quieren, es perentorio acabar con este estado de cosas, con estos desgraciados casos, y con toda esta… ¿digamos gentuza?.


Miguel Galindo Sánchez / www.escriburgo.com / miguel@galindofi.com

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