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Foto del escritorMiguel Galindo Sánchez

NO NOS CONVIENE



Uno de los epidemiólogos más contrastados del mundo, Ian Lipkin, director del Centro de Infección e Inmunidad de la Universidad de Columbia, afirma que la vida no volverá a la normalidad previa a la pandemia. Que nos vayamos olvidando de ello. “Vamos a vivir el resto de nuestras vidas con este virus, no va a desaparecer”, nos anuncia para que lo sepamos, en una entrevista… Y tiene su lógica. El virus no ha sido fabricado por nadie, ni es un accidente. El Cóvid lo ha producido el cambio climático, y, mientras tales condiciones adversas duren, el bicho seguirá aquí, con nosotros.


Sin embargo, eso sí, es tremendamente positivo y optimista respecto a la vacunación. “habrá que vacunar del Cóvid-19 a los recién nacidos, probablemente a ellos sea de una sola vez para siempre”. A los demás tendrán que administrarnos dosis regulares adicionales de recuerdo”. Esto es, los bebés obtendrán inmunidad total, y el resto solo parcial… Y agrega: “Estas vacunas, más la inmunidad asociada por la infección real, harían que, a partir del 2.022, veamos una reducción drástica de muertes”. O sea, hay que esperar al año de los patitos…


…Porque la predicción científica es que, al menos durante un par de años, se produzcan significativamente muertes por Coronavirus. Eso quiere decir que nuestra normalidad más inmediata es la de ajustar las muy posibles sucesivas olas que, in crescendo o in descendo, habrán de sucederse aún en el tiempo, hasta no lograr un significativo nivel de inmunidad de grupo… Si recapacitamos un poquico, nos daremos cuenta que lo que anuncia este científico es un razonamiento de un aplastante sentido común, y con una lógica que no tiene discusión alguna. Salvo las enfermizas elucubraciones de los patéticos negacionistas, cada vez más fuera de traste y del trastero. Hay que estar muy ciegos como para no entenderlo y comprenderlo.


Otra cosa muy distinta es el empecinamiento que tenemos – en nuestro país al menos – en hacernos trampas a nosotros mismos y zancadillearnos nosotros solos. Con las últimas indicaciones facilitadas por Sanidad para los “ajuntamientos” navideños, por poner un ejemplo, nos hemos empeñado en correr el bulo de que “los niños no cuentan” para lo de la limitación del número de “arrejuntaos”, hasta el punto de hacer declarar a las autoridades sanitarias en los medios, que han tenido que explicar, que sí, que sí cuentan, que los críos son tan transmisores como los adultos.


Algo que es de libro. Otro ejemplo: en la plaza de mi pueblo observo que el personal compra sus cafés y/o bebidas en los dispositivos abiertos en los bares “para llevar”, y se arremolinan en grupos de dos o tres, o cuatro, para tomárselo de pie, en un banco, o donde sea, sin mascarilla, sin espacio de seguridad, y sin precaución alguna… Pues cojonudo. Hecha la ley, hecha la trampa. De lo que no nos damos cuenta (o sí que nos damos) es que solo nos perjudicamos a nosotros mismos y a los nuestros. Nos ponemos en riesgo y ponemos a nuestros próximos y familiares, y encima de todo, nos ufanamos de ello… Miren qué caso: Un par de tipos se compran su café en el “parallevar” y se lo toman con cero precauciones apoyados en el tinglado cerrado del bar. Aparecen con todo el aparato un equipo de los Swat´s y multan al del bar. Miren la sutileza: si yo estoy con usted hablando en la calle a 50 cms. y sin mascarilla, somos reos de acta, pero si llevamos una taza en la mano, no…


No resulta extraño, por lo tanto, que los hosteleros (por no salir del ejemplo de mi pueblo) presionen a los políticos locales para la apertura de sus terrazas, aunque ese mismo pueblo aún no cumpla la bajada mínima del nivel de infecciones que aún soporta. Bajamos de rojo a naranja, de extremo a grave, y nos creemos a salvo. Ya podemos justificar los intereses materiales por encima de la seguridad humana… Y todos sabemos aquí las causas del alto nivel de infección, pero todos callamos porque a todos conviene, aunque esto lo explicaré en otro artículo, si ustedes quieren, que creo que no van a querer…


Y eso será un elemento más que añadirá, durante los años que vengan, gasolina a este fuego, no lo duden… Lo que ocurre – a la vista está – es que a lo que menos caso hacemos, si es que hacemos caso a algo, es a las indicaciones de la ciencia. Nos arropamos en las excusas que más nos interesan para hacernos los tontos. Miren, si no, el personal aborregado en masa a la llamada de las luminarias callejeras y del consumo hecho carne y habitante en nosotros. Ya les echaremos la culpa al primero que se ponga a tiro para la sucesiva oleada… Y nos mentiremos a nosotros mismos. Pero todos sabemos lo que arriesgamos. Perfectamente. Ya lo creo que sí.


MIGUEL GALINDO SÁNCHEZ / El Mirador / www.escriburgo.com / viernes 10,30 h. http://www.radiotorrepacheco.es/radioonline.php

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