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Foto del escritorMiguel Galindo Sánchez

NO ES JUSTO...



Con la llegada del verano viene también la llegada de pateras a nuestras costas murcianas. Cartagena no da abasto a recibir cientos de inmigrantes africanos, atenderlos medio dignamente, controlarlos sanitariamente y aplicar la normativa legal al respecto. Nuestra infraestructura no está medianamente preparada para ello, no hay personal suficiente, ni medios, ni lugares en condiciones. Y encima, nuestros políticos de los que ocupan puestos punteros, como el Presidente de la autonomía y el Delegado del Gobierno, cuyos cargos se ve que no les obliga a conocer la legislación correspondiente, pues ahí andan disputando entre uno y otro qué corresponde a quién en materia migratoria, echándose el muerto el uno al otro, o el marrón, o el negro… Una vergüenza.


Pero es el caso que, pasados los plazos, hay que asumirlos y repartirlos. Y aquí viene el rechazo ciudadano de todos y todas, con mil razones aprendidas más la del colofón: “…y que conste que yo no soy racista, ¿eh..?”. Esto es lo que está ocurriendo en general, sí o sí, con el atiza tanto a babor como a estribor de los de Vox, que se encuentran encantados y en su elemento más demagógico… Ahí tenemos su propuesta, compartida por cientos de miles de privilegiados cerebros: que se les eche a los buques de la Armada encima y los disperse (o cañonee) en plena mar salada, y si se ahogan, pues que aprendan a nadar antes de embarcarse, joer…


La burrada puede dejar en suspenso la respiración, así, de sopetón, pero luego, por lo bajini, a sotto voce, en barras y mentideros, en calles y esquinerías, se le concede pábulo aprobatorio: “Posmira quetedigo…”, se dice y se comenta, sin esconderse mucho. El otro día, en un café vecino, en el que se trataba tal animalidad, se me ocurrió intercalar un breve comentario: “pero eso es una ejecución…”, y la contestación me dejó helado con 37º a la sombra: “puede… pero estaría justificada.”. Así piensa buena parte de nuestra buena gente. El más justo y equilibrado, suelta, con medida y no menos equilibrada congoja, no exenta de acento justiciero, “que no vengan… aquí no los hemos llamado…no los necesitamos para nada…”


…Sin embargo, ¿estamos seguro de ello?.. ¿de que no los necesitamos?.. Las ETT están esperándolos con las argollas abiertas… perdón, he querido decir con los brazos abiertos, para mandarlos a trabajar nuestros campos por un salario sobradamente justo. Tan justo (20/30 € jornada de 10/12 horas) que los autóctonos no queremos cubrirlo, y mejor el paro y al pairo, y esperar a los de los cayucos para que se “aprovechen” de tan mollares ganapanes…


A Catalunya no llegan las pateras, pero en sus comarcas del Sagriá o del Bajo Cinca se hacina media África, aparte de un buen contingente de búlgaros y rumanos. Allí encontramos malienses, senegaleses, cameruneses, gambianos, marfileños, kenianos y ghaneses. Todos ellos hacinados en tales condiciones, que los esclavos americanos de la plantaciones tabaqueras las tuvieron mejores… Pero de eso nadie se queja, naturalmente. Como tampoco de los asentamientos de las recogedoras de fresa marroquíes en Huelva. Claro que no. Luego, cuando ya no se las necesita, como lo ocurrido en Lepe, se le pega fuego misteriosamente a su campamento de covachas, y nadie sabe nada… ¿qué pasó, acho..?.


Todas estas personas – seres humanos a pesar de todo y de todos – suelen ser invisibles y desnudos, y casi transparentes, mientras están en los bancales y en los almacenes, pero, ¡oh, milagro!, solo se hacen visibles a su llegada, o a su “sobrada”… Yo estoy seguro que ellos lo querrían justo al revés: ser invisibles a su llegada, y hacerse visibles sembrando y recolectando el alimento que luego nos comemos y exportamos. Sin embargo, la cosa funciona al contrario. Solo los vemos cuando nos interesa hacerlos notar, y los ignoramos cuando no nos interesa verlos…


Hagamos caso a la bestial propuesta voxense. Blindemos nuestras costa surmediterránea con los buques de la Armada. Pero también el resto de nuestras fronteras, ¿qué más dá por dónde lleguen, si van a parar al mismo sitio?.. Pero eso sí, seamos consecuentes con sus efectos. Lo otro no vale, lo demás no sirve por inmoral. Jugar con trampas es propio de gentuza. Hagámoslo bien…


MIGUEL GALINDO SÁNCHEZ

http://miguel2448.wixsite.com/escriburgo


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