(de La Sexta) Invierno, siete de la tarde, aproximadamente, de un día cualquiera: canal 1 de Tve: “El Comodín”, la subcultura de la cultura; canal 2, el único que salva semidignamente sus contenidos; la 3: “Y ahora, Sonsoles”, porquería a discreción; La 4: “Cuatro al Día”, más de la misma basura; la 5: “25 Palabras”, ya ni te cuento en cuanto a burdo cotilleo; la 6: “Más vale tarde”, exactamente el mismo cutrerío; la 7: “Murcia Conecta”, todo lo anterior corregido y aumentado, palurdismo en toda su esencia…
Podríamos seguir el suma y sigue, pero a partir de aquí lo único que abunda son las películas del oeste, alguna película más del oeste, y otras tantas películas también del oeste, pero con toda la poca calidad y falta de imaginación e inteligencia en su programación, revisten más dignidad que las de sus hermanas más importantes y subidas a sus manipulados rankings de audiencia. Esto es lo que hay. Esto es lo que tenemos en este país. Estoy seguro que la televisión de Burkina Faso tiene más vergüenza que la nuestra.
Aquí podríamos aducir un par de cosas, al menos: o la bazofia con que “alimentan” los llamados “cerebros” pensantes de la gente es lo que hace ser a esa misma gente tan adocenada y tan aborregada y aburregada… o es que la cosa funciona al revés, esto es: que la calidad cultural del personal es tan sumamente baja, que demanda este tipo de subprogramas de consumo. Y no creo – y es ésta una opinión personal que me van a permitir y a disculpar – que son ambas posibilidades las que se retroalimentan la una a la otra. Es el tipo de educación pública que se nos está suministrando para que respondamos a tan bajos estímulos. El dato demostrativo está en la cantidad apabullante de series, mediocres la cuasi-absoluta mayoría de ellas, a las que están enganchadas, en una verdadera adicción mental, millones de personas.
Soy totalmente consciente que éste que hoy expongo aquí a sus ojos y entendederas, me va a reportar más críticas que asentimientos. Lo sé, y así lo admito y lo asumo. En mayor o menor grado la inmensa mayoría de la ciudadanía estamos enganchados a este tipo de alimento intelectual de ínfimo nivel… Y aquí hay algo que me gustaría señalar, si es que algunos, o algunas, no han dejado de leer y han llegado a éstas, ya mediadas, líneas. Y es que la obligación moral de cualquier Estado es formar e informar en sus medios de comunicación, pero no deformar y desinformar, que es la pauta que, cada vez con mayor claridad, se sigue y se aplica. Naturalmente, se contestará que “es la demanda” la que se atiende, olvidando su responsabilidad en la formación del ciudadano.
El otro día tuve la santa barra de contabilizar en las programaciones de los canales de televisión, cuántos de sus programas, llamados “de entretenimiento”, eran inequívocamente formativos y culturales, y cuántos eran absoluta morralla, sin llegar tampoco a calificarlos de abyectos… Pues bien, atiendan: sobre un 7% de los primeros, y un 93% de los segundos. Pero hay una cosa aún mucho peor: que estos últimos son los que mayor ranking de audiencia tienen.
…O eso es lo que proclaman, vox et pópuli, las mismas cadenas-cloacas que vierten tales contenidos. Esto es, se da “a demanda”, a modo de la moderna lactancia y cría de los nasciturus. Que aquí, en lo del ranking digo, oiga, reside el verdadero negocio, y es lo único que importa y hay que atender… que miren vuecencias que de aquí salen muchos empleos, y es riqueza para el país, y demás calandracas con que se visten estos casos y estas cosas. Al final de todo, por supuesto, queda el quid of the questión: que la calidad (bajísima) se transforma en cualidad. Y así, poco a poco, lentamente, la ciudadanía de un país va estructurando su propia cualidad, y su menos calidad, de poco pan pero mucho, muchísimo, circo.
Como notarán los suspicaces, no estoy entrando en los llamados Informativos, en los noticieros o noticiarios… En éstos, cada vez abundan más los ocultados, cuando no son manipulados. Algunos de forma sutil e inteligente, y otros, como los de las teles regionales, de manera grosera, espesa y vergonzante (fíjense usías en nuestra 7, por poner un triste y cercano ejemplo), de un catetismo soez y patético. Y esto es así, y se admite de buena gana por la población, porque a ese ciudadanaje se le ha vestido de tal pelaje y se le alimenta de ese potaje. Porque se le ha puesto a dieta exclusiva de tal forraje. Y se nos hadado pastar en bancales podridos donde solo abunda ese forraje…
Es en esas comunidades dónde más y mejor se nota el sometimiento, el servilismo y la prostitución de los contenidos al servicio de los políticos que quitan, ponen y disponen gabelas a sus paniaguados sin el menor pudor ni disimulo. Casi resulta admirable que la gente (yo ya diría el gentío) no advierta el hedor que se desprenden tales componendas.
Como me diría cualquier prójimo próximo: ¿qué… tú haciendo amigos, eh?.. y no, no se trata de hacer amigos o enemigos, sé muy bien que si viviera de esto me moriría de asco. Se trata de intentar despertar del malsano sopor a algún alguien, si aún resulta posible. Se trata de tirar piedras en las aguas mansas, a ver si despierto de su mortal sueño a unos pocos peces. Se trata de gritar en el desierto, por si aún hubiera alguien tras las calcinadas dunas que no tuviera arena en las orejas… Quizá no me entiendan, o no me quieran entender. Es posible que yo sea un perfecto gilipuá de hazte p´allá… Tó pué ser.
Miguel Galindo Sánchez / www.escriburgo.com / miguel@galindofi.com
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