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Foto del escritorMiguel Galindo Sánchez

NI SARDINAS, NI ANCHOAS.



Leo por ahí que el Mediterráneo se está quedando sin sardinas y sin anchoas… Que, en realidad, se han reducido a la mitad en los últimos años. Por puñetero egoísmo – porque son los únicos pescados a los que saco sabor a pescado, aunque eso sea un pecado – no sea que mi consumo tuviera algo que ver en el esquilme, óiga, me pongo a investigar los porquéses de la cosa, pensando en que, a lo peor, es que nos hemos pasado en la pesca (algo que tampoco me extrañaría, pues “semos como semos”, ya saben), pero no… No es eso. Es mucho peor que eso, pues el depredador humano puede parar un momento dado, si le viene bien y le conviene, pero el depredador biológico desatado por ese mismo ser humano, resulta bastante peor y no tiene freno.

Porque por ahí, precisamente, van las cosas: son las medusas las que se comen a las sardinas y las anchoas, no nosotros, aunque también. Existe una investigación muy seria que dice que las cada vez más frecuentes explosiones de población de estos bichos (antes era solo en verano, y ahora, por el calentamiento del agua, se producen en todo tiempo) que reducen la cantidad de pequeños pelágicos en el Mediterráneo, y amenazan el “forraje” de los grandes predadores, como tintoreras, merluzas, atunes, e incluso el propio ser humano… lo cual interrumpe, o lo que es peor, rompe, la cadena trófica alimentaria, con todas las nefastas consecuencias que eso lleva consigo… aparte de que yo me quede sin los únicos pescaos que me gustan, claro…

Además, se advierte que la disminución (hasta un 45%) de las poblaciones de estas dos especies en las costas mediterráneas españolas – desde Creus a Gibraltar – y muy especialmente en los caladeros de TorreVieja y Cabo de Palos, o Mazarrón, “son vitales en el ecosistema marino” por citarlo textualmente, y están siendo diezmados sus cardúmenes, y afectada muy seriamente toda la cadena piscícola que depende de la conocida por “sardina pilchardus”, famosa por sus habaneras torrevejenses… No es ningún cachondeo por mi parte, pues viene publicado en un estudio de la revista científica “Est Marine Coastal and Shelf Science”, en el que concluye que “los cada vez más frecuentes boom´s de medusas afectan de gravedad a estas dos especies, también fundamentales para la economía y la alimentación humana”.

En otro informe del IEO (Instituto Español Oceanográfico), el director y responsable del centro, J.M. Bellido, explica que la contaminación del medio, la sobrexplotación pesquera, la hiper-construcción costera y el cambio climático, se está sumando, además de provocando, las crecientes poblaciones de medusas, que, además de zamparse estas especies, también compiten por los mismos alimentos (plancton, fitoplancton, larvas, alevines…). Así que, blanco y en botella, amigos míos.

Naturalmente… o mejor dicho, innaturalmente, siendo consciente los tales expertos de que este nuevo ecosistema tan poco ecológico, en el que la abundancia de medusas va a ser la norma, consideran que es clave “una gestión adecuada del medio marino, que reduzca las fuentes de contaminación para que mejore la salud de las especies, y del resto, así como la pesca, a fin de disminuir el estrés y la presión sobre sardinas y anchoas”… He aquí el dictamen final.

Yo, personalmente, no creo que se logre, la verdad. No confío en ello, en absoluto. Si no hemos sido capaces de frenar las invasiones de medusas – provocadas, además, por nuestros propios actos agresivos – ahora que ya son imparables, no vamos a serlo para revertir la situación y conservar el mínimo equilibrio que les queda a estas especies, ya amenazadas de extinción. Ni mucho menos. Toda esta alteración (negativa) de los ecosistemas está siendo producida por la mano del hombre, y yo no veo que hombre alguno haga nada, ni mucho menos esté preocupado por las consecuencias. Ni a corto, ni a largo plazo. Por lo menos, yo no lo aprecio…

La única realidad que veo es que el personal quiere seguir comiendo sardinas de Torre Vieja, aunque vengan de las costas de Marruecos, que tampoco, y al sector pesquero clamando porque no le bajen un ápice la cuota de pesca, por Neptuno bendito y la Virgen del Cármen, que eso es la patrona de la mar, me cagüenlamar… No atisbo, ni de lejos, otra verdad que esa, que, por cierto, es la misma de siempre. La de toalavida del Señor… Pero no piensen que es solo el mar, la mar, aunque la hayamos convertido en el mayor basurero del mundo; y que si la he, y le ha, tocado hoy, es por mi gusto a las anchoas, que no. Es también por el resto de todas las cosas: por el agotamiento de los recursos del planeta; por la quema indiscriminada de la masa forestal; por el lanzamiento ignorante de fluorurocarbonos a la atmósfera; por las políticas de consumo desatado; por el transporte abusivo y descontrolado; por el turismo que asola y machaca; por el hedonismo de todos y cada uno de nosotros…

Lo de las sardinas y las anchoas es una broma, como comprenderán, aunque también sea una realidad. Una pequeña historia dentro de la gran historia. Una anécdota. La punta de la punta del iceberg. Apenas nada… Pero es que ni nos inmutamos. Seguimos planificando estructuras residenciales pegadas al Mar Menor (de 70.000 viviendas se hablaba en los periódicos días pasados) mientras seguimos sonándonos los mocos y dándonos trompazos (que viene y suena de trompeta) con lo de la agricultura intensiva, pero, claro, eso sí, ignoramos voluntariamente las consecuencias que deberían importarnos … (a lo mejor no se ignoran, óiga usté, pero sí se callan, porque esos son nuestros auténticos intereses, y no los otros)… Pues sí, pué ser

MIGUEL GALINDO SÁNCHEZ www.escriburgo.com miguel@galindofi.com

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