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Foto del escritorMiguel Galindo Sánchez

MÁS DE LO MISMO



Los resultados de las elecciones catalanas no han podido ser más de lo que se esperaba. Un independentismo, que, aún dividido en facciones, vota, y un noindependentismo, que, aburrido y hastiado, no vota. Todo lo demás, se esperaba. El hundimiento de un Ciudadanos que pierde 30 escaños, la gran esperanza que se suicidó estúpidamente; un PP que pasa a ser vagón de cola en Cataluña, en franca retirada; y un vertiginoso ascenso de la extrema derecha (Vox) que pasa a ser la cuarta fuerza política representada en el Parlament… La única novedad, la recuperación de un Psoe que sirve de poco ante la marea independentista unida.

Así que me huelo otros cuatro años – si los terminan, claro – de sobresaltos, y de la misma farsa que hasta ahora: una marea segregacionista, dividida entre moderados y alucinados, que se disputan el hueso de la poltrona, y unas fuerzas constitucionalistas debilitadas y mermadas por sus propias miopías e incapacidades… Los gayopayasos del circo, también como siempre, lanzan sus previsibles kikiriquís trufados de triunfalismo mediocre y barato:

El Psoe, con el ridículo Iceta bailón de siempre, porque piensa que han ganado por ser los más votados y cree que todos nos lo creemos. Las distintas facciones soberanistas, porque largan que el voto separatista ha crecido, siendo mentira, pues ha bajado en realidad, pero callan esa verdad, y es que el voto desengañado y comodón es el que se ha hundido (más de 25 puntos que en las anteriores)… Los de Vox, porque creen que por ganar una batalla van a ganar la guerra. Y los del PP porque no cejan en su cantata de echar la culpa al Psoe, cuando la culpa es solo suya, de sus erróneos planteamientos… Y Arrimadas, que mira desencantada la patada.

Yo diría que la polarización se ha acusado y afilado aún más de lo que ya estaba. Que se va a padecer una legislatura con los mismos planteamientos y sufrimientos que la anterior, y con los mismos riesgos de ceguera total que plantee otra declaración de independencia que provoque un nuevo 155 o cualquier otra cosa peor (puede llegar a ser hasta una vergonzosa bajada de calzones suicida) o yo qué sé la santa barretina… Nada nuevo bajo este sol. Con Podemos como abogados de parte y como socios de gobierno a la vez, puede ocurrir cualquier cosa, mamá osa…

Sin embargo, hagamos el análisis que hagamos del problema catalán, y desde donde lo hagamos, solo hay unos únicos responsables de la situación actual: los que no han votado. Nada más que ellos. Si miramos los números de éstas y los comparamos con las anteriores, vemos que las cifras encajan. Los desencantados de Ciudadanos, que eran legión, no han repartido su voto sobre las facciones nacionalistas (que en realidad han bajado con respecto a las anteriores), si no que lo han repartido entre el Psoe y la mesa de camilla de su casa. Igual que los desafectos del PP se han sumado a las filas de Vox… Lo demás, son pequeños trasvases entre partidos segregacionistas.

Pero el fondo de la cuestión reside en el abstencionismo. Amigos tengo catalanes que confiesan estar hartos y aburridos de tanto mangante y mamón que los están llevando a la ruina, y que la manera de mandarlos a la mierda es quedándose en casa… Pero así solo ellos se van a la mierda, pues los fanáticos de cualquier ayatolah sí que votan. Siempre. Y les están dejando el campo libre para, con sus cuatro votos, hacerse los dueños de la situación alardeando de voto masivo… Y, si se fijan, éste es un acto de suicidio colectivo y social que se está dando en Cataluña desde hace bastante tiempo, y que se está empezando, también, a dar en España.

No es que siempre sean los mismos, como decimos, es que les dejamos el terreno libre a los mismos. Somos de una más que dudosa – yo diría enfermiza – lealtad a las siglas, a la vez que una peligrosa tendencia al abandono. Pésima mezcla. No sabemos votar lo menos malo, cuando todo es malo, cambiar nuestro voto según las circunstancias (que nuestros políticos empiecen a ver que no somos fieles a nadie, que no se sientan seguros, que ya no engañan), como tampoco sabemos forzar la apolítica a nuestro favor (esto se empezaría a solucionar con listas abiertas, o, en su defecto, segundas vueltas)…

Llevamos 40 años de democracia – tantos como tuvimos de dictadura – pero a la ciudadanía sí que nos falta normalidad democrática porque carecemos de educación democrática… Cataluña es un ejemplo sangrante de ello: Un pueblo desgarrado entre sí, que ha perdido la hegemonía nacional y continental que tenía, al borde la ruina económica y división social, que se debate en un conflicto autodestructor… Y todo, porque la mitad de sus votantes prefieren abjurar de sus derechos y de su responsabilidad. Muy cómodo, ¿no?, pero muy arriesgado.

MIGUEL GALINDO SÁNCHEZ / El Mirador / www.escriburgo.com / viernes 10,30 h. http://www.radiotorrepacheco.es/radioonline.php

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