El peor defecto de nuestro sistema político es la ausencia de democracia interna en los partidos. Por fuerza, eso se refleja en los gobiernos, y en la pérdida de credibilidad democrática del propio Estado...
Sánchez, Casado, Iglesias, Abascal, Arrimadas... se dedican con fruición a controlar internamente sus partidos eliminando su propia oposición. Y lo que es un hecho interno se convierte en un reflejo y en un intento externo.
La falta de pluralismo interno, que los líderes provocan y utilizan para afianzarse, debilita a las formaciones, las somete, y se extrapola en un afán de hacer lo mismo en el gobierno de la nación... A ellos les vá muy bien, pero a España le sienta muy mal...
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