Tengo ya muy claro que nos importa un bledo el contagiarnos del coronavirus y contagiar a cuantos estén con nosotros. Me refiero a la gente, al ciudadano común de toda laya, edad, sexo y condición. Solo hay que ver cómo se ha respondido en las principales ciudades del país en cuanto los edilatos sacatripas han encendido las luminarias leds-navideñas al mantra del consumo… Todos a una, como Fuente Ovejuna, todas las ovejas amogollanadas alrededor de la fuente, en su aprisco, nos hemos comportado como el perfecto ganado a la llamada del pastor… Los expertos epidemiólogos y de la salud (no los de los fantasmagóricos comités políticos) ya nos advierten que, tras las fiestas pascuales, nos vendrá otra ola de muertes y contagios que se va a cagar la perra…
Pero como, decididamente, nos da igual, y nos da lo mismo que nuestras autoridades practiquen el hipócrita doble lenguaje de, por un lado, llamarnos al aborregamiento, y, por otro, aconsejarnos lo contrario (de cuya incongruencia nos aprovechamos de la peor forma) pues me voy a tomar la libertad de proponerles revisen las normas de arrejuntamiento vuelveacasa familiar, para las entrañables fiestas turroneras que a las puertas tenemos las primeras…
Parece ser que ya es unánime la cifra de diez… Pues bien, como un equipo de fútbol – nuestro deporte nacional – son once, uno más, y hay que tomarse esta castaña deportivamente, les indico que uno más sería lo indicado para saltar a la cancha navideña. Pero como ya es sabido que en estos partidos amistosos siempre surgen entrecuñados conflictos, sería prudente añadir la figura del árbitro… Una docenita pues con el del pito. Y como éste igual necesitaría, sin duda alguna, del apoyo de los jueces de línea, habría que sumar un par más al pendejo cortejo… Total, una procesión de catorce tampoco es tanto, ¿no?.. Bueno, a mí, particularmente, me vendría de puto padre (cambio el género al dicho por mor al quisquilloso feminismo, que yo en estos pelendengues sexistas no hago distingos).
Y hago esta propuesta porque, primero, me consta que se van a bajar los calzoncillos hasta los tobillos en la cosa de los bares, del confinamiento perimetral y en lo que sea de menester, llegado el caso. Y segundo, porque, aunque lo mantuvieran, me barrunto que el personal – visto lo visto y expuesto al principio de aquesta tabarra de hoy – no vá a hacer puñetero caso de nada. Ni siquiera la fuerza policial destinada a la vigilancia y cumplimiento de las hormas y las normas vá a hacer otra cosa que tomarse el mazapán con la ciudadanía. Ya saben: Pax in terra ad hominem y todo eso… ¿Quién va a poner una multa en Navidad como no sea que salgan las navajas?..
En realidad, si se fijan bien fijado, la estrategia de nuestras administraciones no ha sido otra que dar un apretón previo a las fiestas navindunguis a fin de bajar los índices covideros que nos comían los higadillos, para, inmediatamente después, abrir los esfínteres en las sacras y tradicionales, y todo con el objetivo único de que el sistema público de salud no explote como un ciquitraque. A ver si damos tiempo a que se vacíen un poco las ucis y hospitales para inmediatamente llenarlos de nuevo… Saquemos al abuelo de la residencia para que se coma el polvorón con nosotros, y luego devolverlo a la diana, y que sea lo que Dios (el Niño Jesús en este caso) quiera.
Miren, no disimulemos más… Yo no estoy criticando la táctica, tan solo la estoy exponiendo, nada más. Ya ni siquiera la veo censurable, pues tan solo es cuestión de conciencia de cada cual, y dado el hecho contrastado, lo vuelvo a repetir, de que nosotros, el ciudadanaje de este peaje y paisanaje, pasamos del tema, y preferimos el suicidio hedonista a ojos vista… Y, leches, una vez puestos a decir, vean también la noticia de que está habiendo una reducción en el gasto de las pensiones, que se ha publicado además sin ninguna lágrima de cocodrilo por acompañamiento. Se agradece la sincera decencia ante tal consecuencia. Así que…
En este último párrafo doy un somero repaso a lo escrito, y me parece notar que me ha salido un poco cáustico, un tanto ácido y un mucho borde. Pero eso sí, tremendamente realista. Las cosas están saliendo tal y como las estamos haciendo. Todos y entre todos… así que no busquemos las responsabilidades e irresponsabilidades fuera de nosotros mismos. Eso sería demasiado fácil, y cínico, y tremendamente injusto… Apechemos entonces con lo que nos venga.
MIGUEL GALINDO SÁNCHEZ / El Mirador / www.escriburgo.com / viernes 10,30 h. http://www.radiotorrepacheco.es/radioonline.php
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