Acabo de enterarme que Ahmmed Bujari murió en Bilbao el pasado verano tras sufrir un cáncer pulmonar. Este hombre fue durante los últimos 16 años el representante del Frente Polisario de la República Saharaui Democrática ante la ONU, e incluso logró que Banki Moon, su Secretario General, visitara los campamentos de refugiados en la Hammada argelina. Había nacido en la ciudad saharaui de Dahla en 1.952, la antigua Villacisneros de las colonias españolas, aún bajo la administración del gobierno de Madrid. Su padre trabajó como traductor, y él hablaba un español mejor que cualquier español. Incluso sus estudios los había cursado en la Universidad de La Laguna y en la Complutense madrileña. Desde 1.977, tras una conferencia mano a mano con Felipe González en la sede nacional del Psoe, mantuvo con España una relación no exenta de tiranteces, de acercamientos y distanciamientos…
Las administraciones nacionalistas, vasca y catalana, siempre mantuvieron una cercanía, quizá, seguro, que también por su esfuerzo en mantener también un paralelismo con sus causas independentistas. Se identificaban con ellos. Si bien nada más desajustado con la realidad. El Sahara fue vergonzosamente abandonado por España a su suerte y vergonzosamente anexionado a Marruecos por la fuerza. Y eso, tras haberles prometido la independencia a la colonia saharaui sin llegar a cumplir nuestra palabra dada. Nada que ver con los movimientos unilaterales de independencia catalán o vasco. Ni de coña es comparable un caso a los otros. En 2.012, la anexión irregular del territorio por Marruecos del Sahara Occidental, con la cobertura de Bush desde EE.UU., las bendiciones claudicantes de Chirac y luego Sarckozy, y el espantoso papel de renuncia y rendición por parte de Zapatero, semi-legitimaron un oscuro y tenebroso botín de guerra, saltándose a la Onu y al propio Tribunal de La Haya, por los que se garantizaba al pueblo saharaui en el exilio un referéndum de autodeterminación.
Pero al leer la noticia de la desaparición de Ahmmed Baharí, y ver su foto en la prensa, me inundó una cascada de recuerdos entrañables, que ya jamás abandonarán mi existencia. Mis vivencias de aquellos años en los Campamentos de Refugiados, preñados de experiencias, los viajes a Tinduff, las relaciones con el Frente Polisario, los trabajos y los afanes de cuantos nos descolgábamos por allí embarcados en una ayuda sincera y apasionada, contemporánea con los comisionados de Acnur, o con otros grupos de otras comunidades, distribuidos por las diferentes wilayas, salvo cuando Médicos sin Fronteras y/o la Cruz Roja Internacional nos retuvo en el Campamento Central del Polisario por tener la zona en cuarentena por disentería… Si la memoria no me falla, un día, el mismo Bahari nos hizo llevar a su jaima en Dahla para obsequiarnos con algo muy español: un homenaje en base a una tortilla de patatas cocinada allí, por ellos, en pleno desierto. Y allá que fuimos un Comité de representación, transportados, si mal no recuerdo, en un viejo y destartalado Jeep que se caía a pedazos, subiendo y bajando dunas eternas de arena, como si un frágil barco surcase gigantescas olas de mar, y conducido por un joven chófer al que una bomba le había arrancado una pierna y la sustituía por una especie de muleta sujeta al muñón y al pedal del todoterreno. Como un centauro mecanihumano tripulando aquello con nosotros dentro… Y si tampoco recuerdo mal, ya de noche cerrada, a la vuelta, por alguna obligada circunstancia, mi amigo Joaquín y yo tuvimos que bajarnos a medio trayecto de regreso hasta que regresaran en nuestra búsqueda. Y allí, en medio de la más hermosa nada, bajo el más majestuoso cielo estrellado que pueda existir, rodeados de desierto por los cuatro puntos cardinales, encontramos una caseta de adobe de los del Frente Polisario, con cuyos guardias, armados de kalashnikovs, compartimos unos memorables tés por su parte, con unos no menos memorables Ducados por la nuestra…
Aquellas experiencias se mezclan entre ellas confundiéndose, quizá, en el espacio y en el tiempo, pero formando un tejido cohesionado y coherente. Un cuadro pintado con muchos pinceles y colores que ha sido guardado en el desván de la casa de tu vida, pero que, cuando una noticia como la de la muerte de un hombre excepcional con el que compartiste algún escueto retazo de tu propia historia, salta a la vista, a tu vista, claro, el tapiz tejido con esos mismos hilos se hace presente, actual y potente, y se expande, y te sacude por dentro, y desde dentro, como un pequeño tsunami… Es una gran ola que te viene de lejos. Sí, pero desde tu propio horizonte, e inunda y remueve durante un tiempo la placidez de la playa donde ahora estás varado. Y te trae ecos de ti mismo. De lo que fuiste sin llegar a ser y de lo que hiciste y no hiciste…
El 27 de Febrero de 1.976, Ahmmed Buhari proclamó la RASD – República Árabe Saharaui Democrática – en Bir Lahlu, a doscientos kilómetros de la ciudad argelina de Tinduff, cuyo aeropuerto nos servía de base para llevar en vetustos camiones del Polisario la ayuda humanitaria a los campamentos de refugiados. Entre 2004 y 2010 Moratinos, ministro de exteriores español, y Buhari, mantuvieron enormes discusiones y divergencias, pero Ahmmed mantuvo su nobleza hasta el final. “De las grandes batallas, nacen los grandes amigos”, son palabras suyas. Él ya forma parte destacada de la historia de su pueblo. Los que tuvimos el honor, el privilegio, de rozar su historia personal, de conocerlo, de compartir conversación, abrazo y mantel sobre la arena, nos sentimos honrados de haber estado, aún por unos contados momentos, a la sombra de su historia. D.E.P.
MIGUEL GALINDO SÁNCHEZ / https://miguel2448.wixsite.com/escriburgo / viernes 10,30 h. http://www.radiotorrepacheco.es/radioonline.php
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