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Foto del escritorMiguel Galindo Sánchez

MEDIACIÓN, decíamos ayer...



Habrá que ir pensando en el sentido de la frase de Fray Luís de León en su vuelta a su cátedra de la Universidad de Salamanca: “decíamos ayer…”, decía él. Y debemos de ir haciéndolo porque tenemos que retomar la vida que dejamos aparcada antes del confinamiento por coronavirus (A.C.)… Esos planes, trabajos o proyectos que quedaron aparcados por imperativo sanitario. Y no es que ahora el solapado enemigo se haya retirado, ni esté vencido, ni siquiera que nos haya dado una tregua – aunque así lo parezca – si no que, simplemente, hemos de aprender a vivir y convivir con él mientras no acabemos con él.


Existen en este mundo, en esta sociedad, tres clases de personas: las “¡hagámoslo!..”, otras tantas de “eso es imposible”, y una inmensa mayoría que son de las “¿qué ha pasado?”… Las primeras son las resolutivas, las que van a por lo que consideran importante y posible, las que toman siempre la iniciativa. Las segundas pertenecen a ese grupo que solo sabe poner pegas, los que tienen su espíritu pegado al freno, los que sacan los problemas y esconden las soluciones… yo los llamo los “peroesque…”. Y los terceros, los más numerosos, son los que las ven pasar y luego se preguntan que qué es lo que ha pasado. Los grises, los neutros, los comodones de siempre, los “aquimelasdentodas”, los “queinventenlosdemás”, que yo ya… ya yo…


Que cada cual se mire al azogue de su “espejo, espejito mágico, ¿quién es más bonita (o bonito) que yo..?” y se autoclasifique a sí mismo, que yo no estoy aquí para juzgar a nadie, si no para escribir y describir, ya que todos, en el fondo, solo nos movemos con arreglo a nuestra propia escala de valores, que esa es otra cosa a tener en cuenta también… Si bien, y aún así, aplicando incluso el interés particular, siempre que los que tiran del carro y los que se empujan al carro les dejen subirse al carro cuando ya esté andando el carro. Al final, todos pertenecemos a la misma clasificación del párrafo anterior… “Mi caaarro me lo robaaaron estando de romeriiia…”. Y ni apareció el carro, ni apareció la tía.


Y cuento y canto todo esto, porque a unos pocos se nos quedó enganchado el pié al estribo cuando atacó el Cóvid-19, y hubo que dejarlo todo para salir corriendo pá casa. Quedó en el aire un proyecto, importante para la ciudadanía de los pueblos de esta comarca, como era la apertura de un Cim, o CIMA, un Centro Integral de Mediación y Arbitraje, multidisciplinar, donde se impartiera formación reglada, se facilitara información, donde se elaboraran proyectos, informes, estudios, convenios, y se impartiera mediación entre todos los ciudadanos, empresas, colectivos…


Naturalmente, a la vuelta de la batida, del escenario montado al efecto solo quedaban parte de las tablas. Pero están todos los clavos. Y lo más importante, también siguen todas las posibilidades. Tan solo que ese escenario habrá quizá que cambiarlo a distinto lugar, por falta de apoyo en el terreno elegido, y cambiar también alguna forma y manera, o desde algún ángulo diferente, o quizá no, no sé… Entre disponibilidades y posibilidades lo que tiene verdadera importancia es lo segundo., porque la disponibilidad es sustituible, variable, pero la posibilidad, no…Y esas posibilidades siguen intactas aquí y ahora precisamente por eso mismo: porque están las personas, aunque no los medios. Y son las personas las que hacen o no posible un proyecto. Son las del “¡hagámoslo!”, que decía al principio. Otra cosa es que los grupos cambien o varíen, claro, pero la posibilidad siempre existe…


Así que el proyecto sigue en pie. De cuando escribo esta crónica a cuando ustedes la lean, habrán pasado unas cuántas fechas, unos cuantos días que nos habrán empujado más cerca de la meta, y, por lo tanto, al borde mismo de retomar nuestro “decíamos ayer” que se nos quedó a punto de cuajada. No dude nadie que esto no tiene marcha atrás. La razón es pura lógica y sentido común: si el hecho de la Mediación es ya irreversible (miren la situación de los juzgados), esto es igualmente de irreversible. Tan solo que se nos ha metido por en medio una jodida pandemia que nos ha retrasado y cambiado los relojes y las existencias. Pero la vida sigue, y la Mediación ha pasado a ser de una posibilidad una puñetera necesidad.


MIGUEL GALINDO SÁNCHEZ

http://miguel2448.wixsite.com/escriburgo

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