En Euzkadi, un juez de verborrea barata, prácticamente ha sobreseído a los epidemiólogos con un fallo esperpéntico en que viene a decir… bueno, en realidad dice, que no está suficientemente probado que la apertura o cierre de los bares incida en el contagio del Cóvid. Y se ha armado la marimorena. El sector hostelero, tan feliz y contento de ello, y las gente tan contenta pero tan estupefacta, pues… ¿acaso un juez entiende de sanidad epidémica hasta el punto de anular una norma dictada por autoridades sanitarias?..
Realmente, un juez no tiene que ser – tampoco puede – experto de todo. Es imposible. Tan solo de leyes. Y su oficio no es tampoco fijar la calidad de las leyes (que pueden ser más perfectas o imperfectas) si no interpretarlas correctamente y aplicarlas. El legislativo es el responsable de hacer buenas leyes, no los jueces, que están para trabajar con las herramientas legales de las que disponen… Y aquí, en España, hacemos leyes como los churros, por un tubo, pero su compulsividad no es garantía, muchas de veces, de sensibilidad. Tampoco de calidad.
En este caso concreto, está claro que el juez ha metido la pata, y que la instancia superior a la que se apele, remendará y remediará su fiasco, pero es que si ha metido la tal pata es porque la propia ley – o vacío legal, si lo hubiere – le ha permitido meterla… Un juez puede equivocarse, sí, pero ninguno puede actuar fuera de lo legislado… Está claro que la responsabilidad con que aquí se juega, de infectados, muertes y colapso sanitario motivados por una pandemia, están por encima de cualquier consideración de duda, y que, de momento, solo se dispone del factor estadístico para establecer la idoneidad de una medida drástica, como es el cierre de los bares… Últimamente, el propio CSIC ha establecido que dicha apertura supone de un 30 a un 40% la tasa en alza de los contagios. Naturalmente, es una estimación basada en la observación y en las consecuencias de un hecho concreto. Y debe ser suficiente. Sin embargo, ¿se puede considerar una prueba absoluta?.. Y ya se sabe el principio judicial de que no se puede condenar a nadie sin pruebas…
Este verborréico juez se agarra a que las pruebas no son concluyentes, que conllevan dudas razonables… Y eso es lo que habrá que desliar y deshojar de forma sobradamente razonada, un tribunal superior. Le podría caer una reprimenda, quizá, al jodío juez éste, pero no creo que lo manden a casa por ser extremadamente purista y puñetero. Lo dudo mucho, pero ya lo veremos…
¿Se acuerdan ustedes cuando comenzaron a llover multas de tráfico impuestas a través de las cámaras dispuestas en las carreteras?.. Que, salvo las primeras, pagadas por el factor sorpresa, hubo una larga racha en que todo el mundo se libraba de pagarlas… Un bufete de abogados espabilados cayó en la cuenta que, ante la prueba de una filmación existían dudas razonables sobre que fuera errónea, si no manipulada, sin un certificado técnico fiable y solvente que garantizase que la cámara estaba en perfectas condiciones. A partir de ahí, todas las denuncias vienen con la ficha de revisión técnica, puesta al día, de la cámara que capta la infracción… La DGT asumió que debía garantizar las pruebas ante cualquier denuncia.
Pues aquí pasa algo parecido… Es posible (tampoco lo sé con absoluta certeza) que, si esto se alarga, habrá que despejar cualquier duda razonable demostrando lo que afirma la estadística. No sé… quizá incluyendo una investigación más completa de los casos, no solo saber que se han infectado, si no saber dónde se ha infectado, además de cuál es el origen de la infección. No sé cómo, pues no soy especialista… quizá que los protocolos de captación hayan de ser más completos, y convertir las dudas en seguridades…
El tiempo lo dirá… Otra cosa es que, en este país, el ciudadano no necesita anises para regordar. Baste que un juez sea más legalista que legadero, y diga que bares abiertos en canal, para que salgamos en tromba a tomar la Bastilla, y a tomárselas en misa y en masa, que ancha es Castilla. Aquí, el problema está en los bares, pero la culpa no es de los bares. El problema, si acaso, somos nosotros, sus propios clientes. Víctimas y verdugos de nosotros mismos. Ellos no tienen culpa de ser hacinaderos. Es voluntad propia.
MIGUEL GALINDO SÁNCHEZ / El Mirador / www.escriburgo.com / viernes 10,30 h. http://www.radiotorrepacheco.es/radioonline.php
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