Leo en un suelto de prensa que “Netflix se hunde un 40% en bolsa”. Así… literalmente y sin epidural. ¡Dios del cielo y de los planetas todos!.. Que una plataforma como esa, reina y señorona de las peliseries, se hunda en el parquet así, de la noche a la mañana, como su Titánic de Brad Prit, es un shock. Aunque yo imagino que sobrevivir, sobrevivirá, pues a estas empresas que viven, y opíparamente, de vender irrealidad, les suele pasar como a los lagartos, que si pierden media cola, la regeneran y a otra cosa, mariposa… Sigo la reseña y me entero de la causa del pinchazo: “por la caída de abonados…”.
Esto es más serio, al menos, aparentemente… Y también al menos, demuestra un par de cosas: una, es que, al ser una industria que vende pegamento virtual para los cerebros, que crea atracción fatal, como una productora de chamuscamoscas, tan solo tiene que dar con alguna otra cosa, o causa, que capte de nuevo la atención del personal abducido. Esto es, tan solo tiene que encontrar otra chapa reluciente que vuelva a hipnotizar a los que se les han ido por el camino, camino verde, que va a la ermita… En estos negocios, la clientela es de quita y pon, y todo depende de los fotogramas que cuelguen de la cartelera…
Y otra: que esto demuestra que los humilde y elementales consumidores y usuarios de alpargata, los sencillos pepecalles, podemos hacer caer los trusts económicos más poderosos y encumbrados, por grandes que éstos sean… Al fin y al cabo, estos monstruos se sostienen sobre todos nosotros, y se sustentan de todos nosotros. Lo que pasa es que los pulgones no tenemos conciencia del poder que poseemos en nuestro conjunto, actuando todos en una misma dirección, con un solo propósito y en un único sentido. Esto de Nétflix es un ejemplo gráfico que refleja el poder de la base actuando unidireccionalmente. Aquí, millones de conectados han actuado al unísono, aún de forma involuntaria… Imagínense decenas, cientos de millones de piojos actuando voluntariamente en una dirección determinada, durante semanas, o incluso unos pocos días…
Imagínense que todos los habitantes de un país (no le cuento del mundo) dejaran de echar gasolina todos a un tiempo durante un poco de tiempo. El petróleo bajaría como por ensalmo, y a los cárteles y a los gobiernos – al fin y al cabo son lo mismo – se les pondrían los cogolondrios por corbata… Lo mismo con determinados productos y servicios abusivos. Dejemos de comprar, todos, de golpe, en aquellas cadenas comerciales que sabemos son las grandes distribuidoras que están ahogando al agricultor en su producción y al consumidor con su alto costo de la cesta de su compra. Les aseguro que explotarían como ciquitraques, como decía mi abuela…
Que todo el mundo apague la luz y encienda sus velas; que los enchufes se queden un día huérfanos; y mandemos el aviso de que podemos repetirlo más veces durante más tiempo. Veremos cómo actúan las implacables empresas energéticas… Hagamos otra prueba: saquemos todos a la vez nuestros escasos fondos de nuestros escasos bancos, y nos daremos cuenta que no hay dinero suficiente para que nos devuelvan lo poco que es nuestro… ¿dónde está?, pues en fondos opacos, prestándosenos a nosotros mismos y cobrándonos sus buenos intereses por ello, o rindiendo para otros. Pero estar, no está. “Está trabajando”, se nos dirá. Sí, pero ¿para quiénes?..
Son tan solo que unos pocos, contados y cantados ejemplos de lo que puede hacer la gente unida… Hace unos pocos años, los ciudadanos islandeses, en masa, se negaron a pagar un impuesto que creían injusto, arrostrando todos juntos sanciones y amenazas, y chantajes, e incluso el embargo de sus bienes. El gobierno se tambaleó, y tuvo que dar marcha atrás, y mandar a casa a la mitad del gabinete. No se puede encarcelar a todo un país. Pero el país, todos los países, el mundo, tiene que funcionar en conciencia colectiva, y sacudirse todas las tiranías y servidumbres con que las oligarquías financieras esclavizan a las sociedades, y con las pequeñas economías que las hacen medrar y funcionar, y de las domésticas, de las que viven parasitariamente, pero muy ricamente ellas a cambio de muy pobremente las demás.
Este artículo de hoy se podrá tachar de “revolucionario”, y puede que algunos unos lo harán así, pero a mí me parece que se trata de concienciar, más que de cualquier otra cosa, y sobre todo, de promover un ejercicio mental, nada más… y, aún así, no creo que llegue la sangre al río, ni por allá pasó. No veo yo al personal removido en su consumista hedonismo de fiesta y desplazamiento, ni mucho menos… Es en lo único que somos gregarios, y nos movemos en ganado, como a las grandes corporaciones les interesa, no como nos interesa a nosotros. Y en esto andamos con el paso cambiado, el gesto contrariado y el bolsillo secuestrado.
Nuestra propia Hacienda calcula que, al menos 23 de nuestras grandes corporaciones empresariales apenas pagan el 2,5% de sus beneficios (viene en el mismo periódico que lo de Netflix, por cierto: E:P:-21/4)… ¿Cuánto paga usted de sus miserables ingresos, o de sus escuetos beneficios de su escasa pyme?.. ¿un 15%, un 20, un 25%?.. Pues eso es lo que digo, precisamente: que las grandes maman de las chicas. Yo me pasé toda mi puñetera vida de autónomo cotizando diez veces más que cualquier oligopolio sobre unas hipotéticas ganancias de las que no te reconocían ni las púas, ni los impagos, ni las deudas… mientras un Inditex no llega al 2% lo que cotiza de su imperio. Esa es la desproporcionada proporción de las abejas reinas con los zánganos del panal.
Y aún te lo venden como justicia social…y tú vas, y lo compras como tal. Y hasta lo agradeces y todo que te dejen treinta y te robe trescientas. Es la globalización, tonto: tú rindes, produces y consumes, y ellos se llevan los beneficios, limpiamente. Es lo que queríamos, ¿no?.. Pues, mientras te esquilman, nene, anda, vé, y dale un beso a la señora que te regala el caramelo…
MIGUEL GALINDO SÁNCHEZ www.escriburgo.com miguel@galindofi.com
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