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Foto del escritorMiguel Galindo Sánchez

LA QUE PODEMOS LIAR



Un fin de semana de estos últimos, en el Metro de Madrid se recibió un aviso a última hora de la noche de la empresa: “Circulación interrumpida en L·3 entre las estaciones de Lavapies y Plaza España por causas ajenas a la Compañía”… A la mañana siguiente, en Twuit, un sujeto, A. Pérez, que se hizo pasar por “analista” que tiene más de medio millón de seguidores, cuelga como “versión oficial” (pero de su entera cosecha): “Realidad: un inmigrante armado con un machete intentaba matar a gente en la estación de Lavapiés. Varias personas se vieron obligadas a salir corriendo por el túnel de salida en dirección Sol, por lo que se tuvo que interrumpir la circulación de los trenes”.

En aclaraciones posteriores de un portavoz del Metro madrileño a los medios informativos, también ratificadas por la Policía Nacional, todo se debió a “una pelea entre viajeros jóvenes. Los huidos hacia Sol fueron identificados, eran ocho chicos y cuatro chicas, nacidos entre 1998 y 2006. Nadie sacó ningún machete. No hubo ningún inmigrante en la trifulca, eran todos jóvenes españoles, muy posible de regreso de un botellón”… Aunque inmediatamente se hizo un comunicado, éste sí que oficial, en Twitter apenas consiguió 170 retuits, mientras que el del bulo sobrepasó los 7.400, aportando mensajes de profundo odio xenófobo, que me da vergüenza reproducir en este artículo, pero que los tienen ustedes tristemente inmortalizados en E.P., 8/9, p.13

La pregunta sería: ¿por qué preferimos creer una mentira, un bulo, a una verdad contrastada?.. Y no son solo nuevas generaciones deseducadas e incultas (hay cada vez más) presa fácil de agitadores y salvapatrias. Es que a ese fenómeno de solapada ignorancia se suman, en un goteo al alza, maduros ciudadanos, señoras y caballeros, de probada seriedad y tradición, gentes “de bien”, muchos, muchísimos, de comunión diaria casi, los que se apuntan a este desaforado linchamiento en base a infundios, si bien que bajo la jaculatoria de…”pero yo no soy racista, ¿eh?..”. Y que exigen la expulsión de “menas”, y hasta piden portar armas para defenderse de ellos, y justifican la violencia contra los inmigrantes incluso apelando a una nueva “reconquista”. Y difunden la barbarie de que son ladrones, violadores y asesinos… bendiciendo una respuesta muy poco civilizada y aún menos cristianizada.

Lo inexplicable – a lo peor es que es explicable – es la existencia de un partido político, como Vox, en alza continua de votos, que inventa disparatadas mentiras y falsedades contra estos colectivos, y las pone a circular y centrifugar en su engrasada maquinaria esparcedora de bulos y manipuladora de verdades. El último ejemplo (una más) lo tenemos en lo de la Falla de Gaeta, en Valencia, que, tras “un diálogo de cariño y respeto mutuo había decidido indultar la pieza que contenía una mezquita y regalarsela” (Comunicado Oficial de la Agrupación) y que lo han sepultado bajo una montaña de twitts distorsionados y amenazantes.

Nuestro gran, enorme, problema, no es que se incendien los medios y redes con este veneno, si no que cualquier individuo alineado – y alienado – con la agenda de cualquier partido ultra y populista, pueda generar y propagar bulos destinados a instalar el miedo social y el odio general a un determinado colectivo, como pasó con los judíos en Alemania… No sería extraño que se formaran bandas de cobardes descerebrados montados a caballo, o sobre burros, con túnica y capucha blanca, y una antorcha en sus zarpas en forma de cruz… Sería puro deleite para muchos de sus políticos y de la acomodada, pero hipócrita, sociedad a la que representan… ideas rapadas en cabezas rapadas. Ya ha empezado con la vergonzosa y vergonzante manifestación de Chueca...

Se comienza no quemando la falla y se termina lapidando adúlteras” es uno de los malintencionados comentarios de los dirigentes de Vox… Y no deja de ser muy, pero que muy curioso, porque este partido es de ideas tan antifeministas como los ayatolah´s del islamismo radical. También en su ideario mandarían apedrear a las adúlteras (no a los adúlteros, claro), pues son de los del sometimiento al marido y de “la mujer con la pata quebrada y en casa”. Sus enfrentamientos con los/las de la igualdad son tan cómicos como tenebrosos… Y es que, los extremos, no solo se tocan, si no que se abrazan, pues en el fondo son iguales. Nuestra Reconquista como ejemplo histórico, fue una lucha entre una cultura islámica que tenía a sus mujeres encerradas en harenes, y una cristiana que tenía a las suyas con el cinturón de castidad bajo cerrojo… Y en ambas les iba la vida si se enlapizaban del varón.

Pero, repito, mi temor no reside en las barbaridades, si no en los bárbaros… Y cada vez somos más los bárbaros que somos más bárbaros. Vivimos un tiempo inquisitorial en que cualquier poder más o menos instituido, de cualquier pueblo o nación, sea de la ideología que practique, lanza un dogma catecismático, y a aquel que se atreva a oponerse o contestarlo, se le anatemiza como enemigo número uno de la cofraternidad, sin cortarse un pelo. Lo estamos viendo, y comprobando, y algunos hasta sufriendo, todos los días… Lo que pasa, maese Pérez el organista, es que unos son más burros que otros…

MIGUEL GALINDO SÁNCHEZ

www.escriburgo.com

miguel@galindofi.com

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