Algunos de los que han empezado a leer mi libro “Cosmogénesis”, muy pocos en realidad, creo yo, me preguntan cómo se puede entender que una unidad – llamémosle persona – pueda estar en la totalidad de todo – llamémosle Dios – sin tener plena conciencia de ello. Algún otro me cuestiona el que exista algo más que nuestra propia conciencia de las cosas, que no hay nada más que lo que vemos y tocamos… En realidad, ambos planteamientos son el mismo: no existe nada que no conozcamos. Sin embargo, es justo al revés: no conocemos nada de lo que en realidad existe.
Voy a intentar explicarlo a través de un sencillo ejemplo: una vulgar y sencilla piedra. Lo que vemos y tocamos es un cuerpo informe, sólido, duro y compacto, sin embargo, no es eso.… Si la miramos bajo un microscopio, vemos que está formada por una serie de gránulos, vetas, intersticios entre ellos, y nos damos cuenta que ya no es tan sólida… Si la observamos a través de un microscopio molecular, veremos que se “disuelve” en una sopa de corpúsculos que parecen moverse con vida propia, ya no es tan compacta… Si la ponemos bajo un microscopio atómico, aparecerá ante nuestra vista todo un universo interestelar, con íones, neutrones, cationes, partículas ínfimas de energía sólida, moviéndose a velocidad de vértigo en un inmenso espacio vacío… De hecho, hay más vacío que materia… ¿Cuál de las tres realidades es la real?..
Vale… Esto es la pura verdad científica. No hay ningún truco en ello. Ahora, supongamos, imaginemos, que esos quántums archi-mega-super-microscópicos tuvieran conciencia de sí mismos, como cuerpos aislados y únicos, separados unos de otros por esos espacios vacíos… Y que alguien foráneo a ellos (digamos, “el investigador”), pueda contactarlos y preguntarles cuál es su realidad… ¿Qué responderían?.. pues describirían la que ven desde su perspectiva. Ignoran que “son” piedra, que todos sus millones de “unos” independientes y múltiples conforman una unidad superior informe, sólida, dura y compacta: una piedra. Y, sin embargo, los que forman la piedra no tienen conciencia de ella. Para ellos no existe la tal piedra, aunque para nosotros claro que existe, y existe gracias a ellos precisamente, igual que la piedra existe en ellos por ellos mismos.
Bien… Aquí tenemos varias realidades distintas que conforman una sola. Infinidad de percepciones diferentes que pertenecen a una sola y única percepción real… Por eso mismo que no podemos, no debemos, encerrarnos en negar lo que desconocemos, tan solo que por dos ciegas razones: o por que no vemos más allá de lo que tenemos frente a nuestras narices, o porque los dogmas nos dictan lo que tenemos que ver, pensar e interpretar, según el interés, claro, de los que imponen tales dogmas.
Ambas razones se basan en un solo supuesto: la ignorancia. Ignorancia propia o ignorancia adquirida, pero cerrazón mental al fin y al cabo. Es más cómodo vivir en una cálida oscuridad aprendida (La Caverna, de Platón) que arriesgarnos a que la luz nos deslumbre con su auténtica realidad. Es más fácil, mucho más fácil, manejar la esclavitud que la libertad…
Si yo les dijera que ustedes crean su propia realidad, cada cual la suya, posiblemente que no me crean. Sin embargo, es así. Cada cual crea su propia libertad, y entre todos la de todos: nuestra propia piedra. Aunque, naturalmente, no tengamos conciencia de ello. Pero si la piedra nos sale buena o mala no es la responsabilidad de nadie ni de ninguno, es de todos los que nos empeñamos a fabricar esta realidad que tenemos. No nos fabriquemos un Dios con el que justificarnos, aunque eso es lo que hacemos, puesto que es una salida fácil…
¿Ándestá entonces Dios en aqueste juego?.. Dentro y fuera al mismo tiempo, puesto que para Él no existe ni el tiempo ni el espacio. Está participando del juego porque es parte del juego a la vez que es el juego mismo. Está observando en el corpúsculo más ínfimo, en la piedra, en todos y cada uno de las micropartículas de todas las piedras del mundo, en todos los mundos del universo, en todos los universos de las galaxias, en todas las galaxias del cosmos, en todos los cosmos del infinito y en todos los infinitos vacíos existentes… Todos y todo somos Dios al mismo tiempo que Dios es todo lo que vemos y no vemos. Nada podría existir sin su existencia, ni existiría si nuestra existencia. Nada ni nadie puede morir en una existencia sin principio ni final, pero en continua transformación… Así que cada cual expanda su propia conciencia, si quiere, claro, pero que nadie tire la piedra para luego esconder la mano…
MIGUEL GALINDO SÁNCHEZ
http://miguel2448.wixsite.com/escriburgo
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