Hace 234 años, al término de los laboriosos trabajos constitucionales para armar el gobierno de los flamantes Estados Unidos de América, le preguntaron a Benjamin Franklin, a la salida de la Convención de Filadelfia, sobre cuál iba a ser el régimen determinado por la Asamblea Constituyente, si reino o república… “Una república – contestó – si es que podemos mantenerla”. Durante más de dos siglos, que se dice pronto, se ha mantenido sin mayores problemas, y ahora, Trump está a punto de cargársela. No solo a la República, también a la Democracia.
La presidencia de este megalómano pseudonazi, no solo ha sido una pesadilla en toda su extensión, si no que le ha procurado un colofón digno (ya que no de una película de ciencia ficción, pues lo ha hecho realidad), sí que de una película de terror… Este paranoico, que no ha aceptado su derrota en las urnas, que ha alentado y ordenado todos los chanchullos habidos y por haber para trampear e invalidar el resultado, incluso con mentiras, ficciones y falsedades, cuando ha visto que los juzgados y las leyes, y hasta su propio partido, no le daban la razón que exigía por narices, ha osado llamar hasta a la rebelión descerebrada de sus tenebrosos secuaces.
Las imágenes del Capitolio, símbolo de la ley, el orden y la democracia, asaltada por infrahumanos tarados, amenazando, llamando a través de los medios a hacer correr la sangre si no se doblegaba toda la nación a la violencia de sus oscuras voluntades, son, en verdad, espeluznantes… No por los hechos en sí mismos, si no por lo que suponen tales hechos. Por su significado intrínseco. Es tan irracional que espanta. Se nos está representando, en un “remake” histórico, el asalto al Bündesthag por los camisas pardas de Adolf Hitler, y eso, en una democracia cientos de años constituida…
En el caso de Trump, yo creo que hasta el mismo partido republicano está horrorizado con lo que está pasando, y de cómo está ocurriendo todo. No se esperaban que el payaso populista se les convirtiera en un monstruo capaz de levantar en pie el peor legado de la América más profunda. Y esa será la herencia a la que tendrán que enfrentarse a partir de ahora… El mensaje al resto del mundo es que el famoso patriotismo americano es, en una buena parte, un fanatismo americano, disimulado y oculto hasta la llegada de Trump, que los ha sabido sacar de sus madrigueras, como Atila a sus mercenarios.
Pero el análisis es aún de mayor calado. Si ese fundamentalismo ha sido capaz de prender en una de las democracias más asentadas del mundo, como son los EE.UU., ¿qué no puede ocurrir en el resto de ese mismo mundo?.. Porque los populismos, sean de ultraizquierda o de ultraderecha, son brotes purulentos que están naciendo en todas partes. En unos ya están llegando, o de hecho han llegado (Brasil, Rusia, Venezuela, Hungría, Polonia…) al poder, y en otros ya medran al acecho del mismo, introducidos en sus organismos de gobierno…
Y están ahí, como en Norte América, por la suma de los votos de una sociedad enferma y enfermiza. En EE.UU. ya demuestran que están dispuestos a lograr por la fuerza de la violencia lo que esta vez no consiguieron en las urnas, y yo no me creo que nuestras democracias estén más asentadas y consolidadas que la suya. Así que el miedo, el temor, el recelo… no hay quien me lo quite de encima.
Y, perdónenme que me repita más que el ajo, pero en todo ello, tanto allí como aquí, veo la misma mierda que abona la misma mala hierba: la ignorancia y la incultura. Así que…
MIGUEL GALINDO SÁNCHEZ / El Mirador / www.escriburgo.com / viernes 10,30 h. http://www.radiotorrepacheco.es/radioonline.php https://miguel2448.wixsite.com/escriburgo
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