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Foto del escritorMiguel Galindo Sánchez

LA MALA EDUCACIÓN



Anda Noelia Arroyo, la mujer, muy preocupada por el aumento en su feudo cartagenero de las adicciones entre los adolescentes… La alcaldesa asegura que se ha producido un aumento significativo en el alcoholismo, drogodependencias y ludopatía entre los jóvenes. Al menos, se preocupa, y lo confiesa. Pero es un mal ese que se extiende por todos los municipios y por todas las comunidades, lo que pasa es que no se ocupan y preocupan en medirlo, como hace ella… El “mal de muchos consuelo de tontos” es lo que prima, por lo general; y el esconder la cabeza bajo el ala es lo que suelen hacer todos (en mi pueblo, por ejemplo, toman el centro cada fin de semana para hacer de las suyas, incluso importando maleantes foráneos, y ni se inmutan)…

Pero Noelia se ve que sí se preocupa, y va y crea una Mesa Técnica en busca de un ocio alternativo para los zagalones y zagalonas… Además de esa iniciativa, el Pleno de su Ayuntamiento también decide sumar – más bien recuperar – un invento al que llaman la Mesa del Pacto de la Noche, una parida de Unidas Podemos encaminada a lo mismo, según creo… ¿va a acabar eso con los botellones y altercados?.. Ustedes me van a tener que disculpar, pero lo dudo mucho. De esas bienintencionadas alternativas, cientos de concejalías han provisto miles de ellas hasta ahora, y, salvo para hacerse la foto inaugural, ninguna ha servido ni para una cadeneta… No estoy criticando nada, solo estoy constatando un hecho palpable.

Y es que yo creo que no se trata de oferta (que sobra) si no de educación (que falta). Nos hemos construido una sociedad permisiva y regaladora en la que hemos asumido la obligación de dar a los jóvenes cuanto los jóvenes tengan a bien exigir, pero hemos renunciado a mantener una mínima escala de valores… Resultado: esos jóvenes solo se conocen y se reconocen a sí mismos como destinatarios de derechos, y no como sujetos a obligaciones. Las obligaciones las tenemos nosotros para con ellos, y no ellos para con nosotros, no sé si me explico… Basta con negarles su derecho a destruirse como personas, por ejemplo, para convertirnos en unos tiranos absolutistas. Esa, y no otra, es la cuestión…

Lo demás, son cuentos chinos. Lo que pasa es que los adultos no queremos asumir la responsabilidad de los resultados, ni los partidos políticos y los gobiernos la de sus desastrosos sistemas educativos, tampoco… Lógicamente, generaciones de ciudadanos sin educar integralmente, tampoco pueden, ni saben (y muchos, ni quieren) educar a sus hijos. El resultado es lo que tenemos en las calles, y de lo que la alcaldesa de Cartagena, al menos, tiene la decencia de quejarse…

…Y esto, y a estas alturas, tiene ya mal arreglo… Desde luego, el ofrecer regalicos alternativos, como a niños malcriados, para que dejen lo autodestructivo por cosicas más edificantes (caramelos por sustancias tóxicas), no creo yo que pueda dar resultado alguno. Los nenes están reafirmando su dudoso y extraño derecho a pisotear el de los demás en toda España con sus manifestaciones “pro-libertad” (la suya exclusiva y abusiva, no la de los ciudadanos que la soportan), y lo tienen muy claro. Es el resultado de una mala educación, y está aquí. Nos lo merecemos.

Entonces solo quedan un par de caminos… El de a corto plazo es el de hacer cumplir las leyes establecidas, y “pasar” de ser clasificados como autoritarios… Nuestra sociedad tiene un absurdo e inmaduro complejo, que arrastramos, quizá, de la dictadura, que nos hace permisivos y babosos hasta el ridículo, y terminamos por confundir el principio de autoridad con el de permisividad. Y creemos, encima, que la democracia se basa en la segunda, cuando en realidad se afirma en la primera: no existe defensa de libertades sin una autoridad firme que defienda las libertades que no se respetan… Y es que hay libertades, y libertades; hay rábanos, y hay hojas…

Y el de a largo plazo, que es el de reincorporar a nuestros sistemas educativos lo que hemos tirado a la basura tan irresponsablemente, cambiando y confundiendo el fondo por la forma: les hemos dados a nuestros críos conocimientos, formación, pero no educación. Se dan títulos (luego a luego, hasta sin esfuerzo alguno a cambio), pero no se inculca ningún sentido de responsabilidad, y ni una sola norma de urbanidad. Se enseñan derechos y se ocultan obligaciones… Habrá que empezar a andar un camino contrario al actual, esto es, el de formar y educar.

El problema es que para esto, habría que reconocer lo que, de ningún modo, estamos dispuestos a hacer, y es que nos hemos equivocado lamentablemente. Y eso estamos ciegos para verlo… Una alcaldesa ve en los jóvenes lo que los padres no estamos dispuestos a ver en los hijos, pero, fiel a la norma, solo se le ocurre (se nos ocurre) ofrecerles premios y golosinas a cambio del veneno que prefieren tomar. Y todo eso por no saber decir NO.

Asumo que éste de hoy resulta incómodo. Y antipático. Y escocedor. Vale, lo reconozco… Y sé que cosechará más críticas que halagos. Por supuesto. Lo contrario me extrañaría mucho… Tanto, que entonces me preguntaría qué coño estamos haciendo si tantos somos los pensamos así. No sería lógico, ni normal, ni tendría sentido alguno… Salvo que hayamos bajado los brazos y decidido rendirnos. Que esa es otra posibilidad.

MIGUEL GALINDO SÁNCHEZ www.escriburgo.com miguel@galindofi.com

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