Por muy previsibles que parezcamos ser, la verdad es que, a veces, la sociedad, el mundo, la gente, no deja de sorprenderme… Hace unas semanas, las redes ardieron en una especie de movilización general pacífica, de personas de todas las clases sociales, de todas las ideologías políticas, de todas las creencias religiosas, y de todas las distancias y diferencias posibles. En este levantamiento no había distingo alguno, ni laya ni condición… Era, como ahora se dice, trasversal a tope. Ocurrió algo que unió a todas las personas (si bien que de cierta edad para atrás, cierto) pero de muchas generaciones, a levantarse con un único grito de NO.
Lo que pasó fue de lo más anodino: la casa Milán había decidido dejar de fabricar la goma Milán 430 de color verde. Nada menos… España se movió al unísono. Ya no importaban las cifras del Cóvid; ni el vacunaje o no vacunaje; ni las ocurrencias de nuestros cada vez más ineptos políticos; ni el frío, ni la nieve; ni el aumento de los niveles de desigualdad y pobreza en este país; ni la situación de la sanidad y la educación; ni el cambio climático; ni el cometa que dicen se nos viene encima; ni el conflicto rusiucraninano, ni nada de nada… Lo auténticamente importante en esos días era salvar esa goma Milán 430, cuadradita, llamada “miga de pan”, que acompañó a generaciones de españoles desde sus pupitres de la posguerra hasta la actualidad. Una goma de borrar de los bisabuelos, por lo menos, de los críos de hoy hasta sus bisnietos… Y, encima, la verde.
No sé el motivo de que tuviera que ser la verde, precisamente (se han fabricado en amarillo, rosa y verde toda la vida) cuando nadie nunca la tuvo en deferencia ni entre sus preferencias. Como igual ignoro el porqué de que fuera la verde la elegida al sacrificio por su fabricante… Es muy posible que si Milán hubiera optado por quitar de en medio cualquiera de las otras dos, el resultado de la reacción social hubiese sido el mismo… Son trillizas, y ninguna sobra, pues nacieron a la vez, sirvieron a las mismas generaciones, y fueron roídas y mordisqueadas sin distinción por, quizá decenas de millones, de críos españoles. No se trataba de un color, se trata de un símbolo, de algo, o de mucho más que un símbolo…
Es muy posible, sin mucho riesgo a equivocarme, que sea uno de los pocos y más pobres y humildes objetos que nos hermana a todos los españoles, porque todos, absolutamente todos, la hemos utilizado… Quizá sea la seña de identidad que nos une; donde todos nos reconocemos; en la que la totalidad de este país cainita nos miramos a los ojos en un tierno y evocador “¿ t´acuerdas?”.. No es raro entonces que ese símbolo de nuestro subconsciente colectivo e histórico, haya saltado como un resorte en nuestra genética cultural, y nos hayamos puesto en pie todos a la vez: de esas hermanas no se toca a ninguna.
Yo he vendido docenas de miles de gomas Milán 430 en mi oficio de papelero. La cuadradita y blandita, en amarillo, verde o rosa… Que yo pueda contar, mi abuelo, mi padre, yo, y ahora uno de mis hijos, las hemos vendido. Cuatro generaciones de expendedores y usuarios del mismo producto escolar, sin un ápice de variación… Venían en cajas, también cuadradas, de cartón amarillo fileteado en rojo, creo que en dos tandas de 16, separadas por una fina hoja de papel… Un artículo humilde que ha trascendido a todos los importantes de cualquier papelería…
…Y presentes en las sacas de todos los pobres Reyes Magos de la posguerra en un regalo y conjunto universal: un lápiz, media docena de los de colores, un sacapuntas, y la omnipresente gomas Milán 430, en amarillo, rosa o verde, todo hermanado en un plumier, a ser posible de madera, faltaría más, y si era de dos pisos, ya la releche absoluta… Y, si la economía familiar estiraba, acompañado de un escuálido cuadernito para colorear. Ese era el pan de la mesa del pobre; el pan pobre de cualquier Rey Mago pobre; la pobre “miga de pan” de una goma de borrar universal.
No… al final no me parece extraño que toda España, aún inconscientemente, como un cegador fogonazo, haya botado del asiento como si le hubieran puesto una chincheta en el culo… ¡Ah!, y final feliz, como en aquellos cuentos de Calleja de aquellas pastillas de chocolate con sabor a garrofa: Milán ha comunicado, sorprendido y maravillado, que la goma 430 verde no se toca… Se seguirá fabricando, enredada a nuestros sueños.
MIGUEL GALINDO SÁNCHEZ www.escriburgo.com miguel@galindofi.com
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