(de Bloghemia)
El tipo que cuenta Platón que fue liberado (o se liberó) de La Caverna, en su conocida alegoría, dicen que se compadeció de sus compañeros de cautiverio, y que decidió volver para comunicarles el error en que vivían, y la buena nueva de que, fuera de la cueva, les esperaba la verdadera, la auténtica, la genuina existencia… Y cuentan que regresó a decírselo, pero que se burlaron de él, lo tomaron por loco, e incluso le atacaron violentamente. Todos sin excepción. Los jefes, por miedo a perder su predicamento, y el resto por cobardía. Todos se encontraban muy seguros dentro de la oscuridad, apartándose de la luz y viviendo su miserable vida. Hasta que se deshicieron de tan incómodo personaje.
Resulta demasiado parecido a la misión de Cristo aquí, a pesar de haber sido escrita esta historia quinientos años antes de su venida (o su vuelta) al mundo… a este cavernáculo en que aún nos debatimos entre las cadenas de oscuridad que nosotros mismos nos hemos forjado. Hubo otros, antes y después de Jesús, que igual lo intentaron: Zoroastro, Buda… De todos se hicieron religiones, claro, pero solo para re-ligarse, volver a atar al personal al fondo de la caverna de la que vinieron a liberarnos. La mejor forma de anular el legado de un enviado es hacerlo desaparecer, luego asumir su bandera, y dar cambiazo al mensaje para hacer lo contrario. Esto es: no liberar, sino esclavizar.
Los antiguos sabios griegos lo intentaban a su manera, exponiendo en las ágoras el libre pensamiento humano: Lo que se ha venido en llamar “filosofía”, literalmente hijo de la sabiduría… ¿Qué fue Jesús, un maestro o un filósofo?.. ¿acaso no es lo mismo en el fondo?.. Ambos se dedican a esparcir verdades eternas. Lo que en modo alguno fue es un fundador de religión alguna. De eso se encargaron otros que vieron el negocio del poder, y el sometimiento manipulando ese conocimiento. Ahí está la Historia, búsquenlo y lo encontrarán.
El nudo gordiano de la cuestión reside en algo muy sencillo y elemental: ¿esclavizar el pensamiento de los hombres, o liberarlo?.. Esa Historia del ser humano se ha centrado siempre en dicha batalla. Avatares que vienen a sembrar las semillas del pensamiento liberador (La Verdad os hará libres) y los servidores de las tinieblas, que solo defienden su propio estatus de hegemonía, y que se dedican a ahogarlas para que no prendan en la tierra que puede hacerlas fructificar: el propio ser humano. Y el campo de esa batalla es el siguiente: unos pocos guerreros de la luz; unos cuántos más guerreros de las tinieblas, pero con todo el poder de este mundo (estados, religiones, oligarquías…); e ingentes miríadas de millones de tontos útiles, almas atrapadas en una red en la que se debaten entre la verdad y el engaño.
El suprimir la filosofía, las humanidades, la ética… de los planes de estudios, es un eslabón más añadido a la misma cadena y condena: hay que eliminar los asideros intelectuales del librepensamiento de la gente, y, por lo contrario, afianzarlos en los de la producción y el consumo de lo que producen, que es lo práctico, y muy beneficioso para la élite. La filosofía aquí no es útil, todo lo contrario. Más útil es un sacacorchos… Pero sí que es valiosísima para el conocimiento integral de la humanidad. Lo que se intenta es quitar valor a lo valioso para dárselo a la utilidad financiera. El bien, la belleza, la honestidad, la verdad, son conceptos que sirven de muy poco, pero que valen un buen pico bien “utilizadas”.
A lo que la Filosofía no sirve es al Estado, a la Iglesia, a la Economía… Para nada, más bien al revés. La Filosofía no es sirvienta de nadie más que de la razón, y la razón, naturalmente, solo sirve para saber pensar, y lo de que las personas – no digo gente – piensen por sí mismas, horroriza a los poderes que las manipulan, y de donde sacan sus pingües ganancias. El filósofo francés Gilles Deleuze dice que “la Filosofía sirve para entristecer”, y, a las preguntas de ¿a quién?, y ¿por qué?, contesta con firmeza: “a todos aquellos que no quieren que pienses por ti mismo, a todos los que te quieren sometido, obediente y estúpido”.
Hannah Ahrendt, a la que tantas veces cito, es verdad, lo reconozco, afirma que “no hay pensamientos peligrosos, lo que resulta peligroso es pensar”… Y pone el dedo en la llaga. Pero es que, aparte de ser peligroso para los que nos manejan, también resulta peligroso para nosotros mismos, pues nos incomoda en lo más íntimo y profundo de nuestra propia caverna, tan bien instalados y a gusto en nuestra oscuridad, tan confortables en nuestra ignorancia. Porque nos incita a arriesgarnos, a asomarnos a la boca de nuestra caverna, a empezar a vislumbrar las sogas y cadenas, que, voluntariamente, hemos tejido y forjado a nuestro alrededor. Y eso, claro, jode un montón.
Pues lo que era el arte de preguntar, de buscar e indagar, se nos convierte en el arte de vivir… o en el des-arte, o desastre, nosotros mismos, que trastoca nuestra brújula al decirnos que somos dueños de nuestros propios pensamientos (hasta ahora implantados), de nuestros propios actos (hasta ahora impelidos), y de sus consecuencias (hasta ahora sufridas); y que no tenemos por qué pagar las de otros que solo quieren aprovecharse de tu ignorancia y tu servidumbre… y encima hacerte responsable de ello, que esa es otra…
Si he unido nuestra cueva con la Caverna de Platón, es porque hemos modificado la perspectiva del frontis – ahora parece un “ferpecto” dúplex adosado – en estos 2.500 años que nos han pasado; pero conservamos intacto el fondo oscuro, ignaro e inculto de esa caverna platónica… Seguimos sujetos a nuestros amos en un bucle de animal de noria: nos esclavizamos a producir como burros lo que nosotros mismos consumimos como asnos; y nuestros dueños, que también se lo hacen de nuestro producto, nos lo venden al precio de nuestro propio sudor.
Son exactamente los mismos intermediarios que nos han establecido entre Dios y nosotros. Cosa que no es así, porque Dios está en ti, Dios eres tú, pero ellos te lo han secuestrado ante tus propias narices y te lo vuelven a re-vender a precio de dogma… Y, si no quieres, pues toma dos tazas…
Miguel Galindo Sánchez / www.escriburgo.com / miguel@galindofi.com
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