(de Aleteia)
Todo en este mundo se hace en interés a…, o a conveniencia de…. Absolutamente todo. Así se escribe, se reescribe y se vuelve a escribir la Historia (habrán observado mis avispados lectores que siempre la escribo con H mayúscula, pero es para distinguirla de la historieta, ya saben); así se inventa, y se reinventa, y se vuelve a inventar la política, la economía; e incluso se interpretan, o se reinterpretan las religiones, según los cánones, y nunca mejor dicho…
Es esa sentencia de que “el fin justifica los medios”, cosa que yo nunca he tenido muy clara del todo, porque, vamos a ver, fráteres meus, ¿quién es el que califica ese fin sobre todos los medios?.. ¿con qué autoridad?.. ¿por qué motivos?.. Es algo que nunca ha sido aclarado por nadie, a poco que se fijen. Cada vez que se ha “necesitado” justificar algún disparate, se ha puesto el parche Sor Virginia éste de los medios sacrificados al tal fin. Todas las guerras, por cierto, han sido homologadas con tal infame etiqueta.
Los buceadores y estudiosos de la Historia saben que ésta abunda en manipulaciones de los hechos para lograr así un fin que justificar. La cuestión es que se suele intentar acallar, silenciar y/o desprestigiar a los que, por único loor a la verdad, descubren los gazapos, más o menos monumentales, o se les elimina de manera más o menos drástica… Lo de “matar al mensajero” no es un simple dicho, sino una alegoría fehaciente de una realidad existente desde el principio de los tiempos.
Pongo un ejemplo entre muchos: sabido es que el cristianismo hoy conocido y practicado en todo su esplendor, es una manipulación paulina y readaptación de las enseñanzas de Jesús originales, manejando unos “Evangelios” escritos alrededor de un par de siglos después por personajes que no conocieron los hechos personalmente, y con interpolaciones en los textos hasta aburrir… Los ortodoxos mismos ni siquiera se aclaran entre ellos. A Pablo de Tarso le interesaba mucho amasar, formar y liderar una “religión para los gentiles” mucho más interesante y rentable que la de aquel pobre, sencillo y humilde galileo, que quitado de en medio, daba las últimas boqueadas en aquella superviviente Iglesia de Jerusalén en manos del hermano carnal de Jesús: Santiago.
Pablo, ciudadano judeoromano, fabricante de tiendas para el ejército, bien situado, interesaba a sus fines estar a bien con el imperio romano, como ganador, y que, a la postre, sería el apoyo, garante y fuerza (coactiva) de la expansión de “su” cristianismo, ignorando y despreciando a unos compadres judíos que le habían dado – tanto Santiago como Pedro – con la puerta en las narices, acusándolo de prevaricador y diletante… Así que la estrategia pasaba por culpar a los propios judíos de la muerte de Jesucristo, exonerando a sus amigos y socios romanos.
Por lo que nada mejor que introducir en aquellos protoevangelios de la época los gazapos a que hubiera lugar (medios que justifican ) para lograr sus fines… Lo primero que a los estudiosos y expertos les llama la atención es esa “tradición” sacada de la manga de por pascua judía tener que indultar un reo, que hizo montar el número (ficticio) del lavatorio de manos de Pilatos. Ni en fuentes judías, ni en griegas, ni en romanas, se recoge tal “costumbre”.
Luego aparece de por medio un tal Barrabás, más famoso y conocido que el Jesulín de Ubrique, que el historiador contemporáneo Flavio Josefo lo recoge en sus “Crónicas Judías” como auriga y corredor de caballos y un trafullas de mucho cuidado… Pero llama mucho, demasiado, la atención, que a un Jesús, que apenas dos días antes le habían organizado una entrada triunfal en Jerusalén como Mesías y Rey de los Judíos, de la noche a la mañana la misma gente le pidieran al pretor su muerte a cambio del tal Barrabás. Rarísimo y muy poco creíble.
Muchísimo más lógico resulta que dicha gente (sin sacerdotes de por medio ni leches, pues éstos no se mezclaban con la plebe) se fueran a dónde el legado romano para pedir a éste que soltaran a su líder Jesús, precisamente, gritándole que dejara libre al “Hijo del Padre”, como se le conocía y Él mismo se decía… La algarabía tuvo que ser algo así como: “¡tú, puto romano, suelta a Bar Abba, joer!”, pues sabido es de sobra que en arameo BAR significa “hijo de”, y ABBA significa “padre”… De Bar Abba a Barrabás es coser y cantar el falsificar. Y que, después de todo, el gobernador romano no soltara a nadie, pues en las actas que se conservan se dice muy claramente que Jesús, el llamado Cristo, fue condenado, no por llamarse a sí mismo Hijo de nadie, sino por “sedición contra Roma”, y la pena correspondiente era, precisamente, “ser ejecutado mediante crucifixión”.
Al fin y al cabo, pasados los siglos, aquella religión derivada del primitivo cristianismo, habría de sentar sus reales en la mismísima Roma que ejecutó a su “Dios”, y hacerla centro mundial de toda la ya reconvertida “cristiandad”… ya saben: católica, apostólica y romana. Paradógico, ¿no?.. Mientras tanto, durante milenios, los judíos y el judaísmo han tenido que cargar con que eran los asesinos de Cristo, y que hasta se comían a los niños cristianos en estofado. (En la actualidad, por desgracia, el sionismo se los come bombardeados, pero solo a los críos palestinos).
Por fortuna, al final, el conocimiento suele aflorar sobre la oscuridad. Y el que quiera saber, sabrá… No sé en qué fuente, creo que gnóstica, se dice que, al final de los tiempos, “saldrá a la luz toda falsedad y mentira, y se conocerá toda la verdad oculta”… Ignoro si es llegado el momento o no. La verdad es que me importa poco, como poco me importa que los autollamados creyentes se me conviertan en querellantes… Seguiré procurando no tener mi fe y mi conciencia ni regaladas ni prestadas, pues las prefiero buscadas y encontradas… Mejor equivocarme yo solo, con perdón.
MIGUEL GALINDO SÁNCHEZ – www.escriburgo.com – miguel@galindofi.com
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