…A uno mismo. No hace mucho, Pedro Almodóvar nos pintó el mejor ejemplo de autojustificación y de tenérselo creído hasta su matapelo… Hemos malcriado a un fatuo, con tanto halago. Desde su lujosa suite de un hotel parisino, largó en una entrevista a Alex Vicente el alcance de su vanidad: Resulta que su última película, “Madres Paralelas”, ha resultado un fiasco. Su peor película desde 1.989, que apenas ha superado una recaudación en taquillas de 2,5 millones de euros, frente a la media docena de su anterior, “Dolor y Gloria”, que tampoco es una maravilla – según mi personal opinión, claro, que la veo como un descarado sobo a sí mismo -.
El caso es que él culpa a los españoles de su pinchazo, por no estar a la altura: “no quiero hacerme la víctima, pero he visto una frialdad por parte de nuestros compatriotas…”. Luego afirma diligentemente que “presentía” que no podría gustar, para minutos después contradecirse alabándose a sí mismo: “me sorprende, porque en los EE.UU. es la mejor crítica recibida de mis 22 películas”… etc., etc. en su autobombo. Termina con un “la verdad, es que no lo entiendo…”, o sea, no ha sido un éxito, pero debería haberlo sido… No obstante, ha sido, al final, nominada para los premios Goya (una echadita de mano), pues para eso está la Academia, para autopremiarse…
Y es que el éxito es como el Dom Perignon: que acaba subiéndose a la cabeza… Naturalmente, en las redes lo han puesto a caldo, desde el cariño, la admiración y el reconocimiento, también el respeto con el desprecio, que de todo hay, le han dicho que el director de tanto buenos ratos que ha deparado a la gente, refleja, de un tiempo a esta parte, la imagen de estar demasiado pagado de sí mismo… Y yo añado también, pegado a sí mismo… A mí me da la sensación de que es una de esas personas que están convencidas de que la sociedad debe estarle agradecida por lo que ha hecho, y ha de demostrárselo en todas sus paridas. Una pena.
Pero ese pecado no es exclusivo de Almodóvar. Solo lo he puesto como ejemplo en mi larga introducción como algo que ilustra un pecado, que, en realidad, es nacional: el echarle a los demás la culpa de nuestros propios fracasos es algo que, en mayor o menor medida, participamos todos los españoles. El manchego ha retratado como nadie los defectos del pueblo, pero no se ha dado cuenta que él participa activamente de esas mismas taras… La clase política de nuestro país es un excelente escaparate de ello. Ahí todos se justifican y ninguno reconoce sus errores. Además, lo hacen con soberbia y desprecio, ofendiendo encima…
Sin embargo, todos participamos un poco, o un mucho, de ello. Yo también, si me pongo a escarbar, y tampoco muy hondo, no crean… El otro día, como otro ejemplo de andar por casa, un familiar de un político local, ante las críticas de la población por cierto y continuado mal hacer, me decía que “es que la gente es mú mala…”, sin embargo, olvidaba que esa misma “mala gente” había votado a su pariente. Esto es, que cuando lo votó era “buena gente”, y cuando lo critica ya se convierte en mala…
Este ejemplo doméstico se suele dar mucho, tanto en políticos de alta estafa como en los de baja estofa, así como en los consanguíneos y/o correligionarios, o barrigradecidas y barrigradecidos: la alabanza, cuando pintan maduras, y la crítica ajena, cuando las pintan verdes, no siempre son igualmente recibidas. Claro que no. Si el elector los vota, es porque son cojonudos, pero cuando el elector piensa, y lo manifiesta, que se ha equivocado en votarlos, el elector es gilipollas… porque ellos siguen siendo cojonudos.
Si uno cree sinceramente que lo que dice o hace es lo acertado y correcto, pero los demás no lo aprecian así; o no hace, porque no sabe, no puede, o no quiere, lo que necesitan los que lo han votado, lo que debe hacer es seguir creyendo honestamente en sí mismo y en sus razones, pero ser leal y dimitir. Aunque se quede solo (yo sé el sabor que echa esa fruta). Eso es lo más honrado…
Pero el criticar a los demás para seguir sentando culo y calentando bolsillo, no es su privilegio, aunque como tal se lo tome. Esa es la diferencia… Por eso digo que hay muchos almodóvares en este país, como muchos almorávides en sus taifas y en sus predios… Personajes y personajillos que creen ser “palabra de Dios” cuando solo son simples aprovechados votados por equivocados.
MIGUEL GALINDO SÁNCHEZ www.escriburgo.com miguel@galindofi.com
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