Se le achaca a Botín, el fundador de Basantander, pero es un bulo, porque no está fundamentado. Solo se desea dibujar en un "no ocurrido" lo que es el espíritu de la banca y los banqueros:
Se cuenta que al tal director general le salía siempre al encuentro un pobre de los de pedir, cada día: "una limosna, por el amor de Dios", repetía una, y otra vez, sin resultado alguno...
Un día, amplió la fórmula: "una limosna, por el amor de Dios y de la Vírgen Santísima", a lo que al banquero, sacándose un euro del bolsillo, se lo dío, contestándole: "así, sí, con dos avalistas, bueno..."
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