Vienen los tests rápidos para la cosa del Cóvid-19. Son más baratos que los CPR, y en veinte minuticos se sabe si estamos infectados o no. Menos tiempo perdido y menos medios en danza… Así que nuestras autoridades sanitarias regionales van a disponer de un primer medio millón de ellos, que empezarán a ponerlos en valor por la comarca del noroeste. Alguna razón habrá para hacerlo así, digo yo. Si de sur a norte no, pues de norte a sur, el caso es que, si eso es mejor, pues que todos nos beneficiemos de ello, ¿no?.. Si eso es como dicen, que lleva incorporado el autoanálisis, como el test del embarazo, debería de poder comprarse en farmacias a precios asequibles, aunque se monte un control, un sistema de obligatoriedad de comunicación de resultados al Centro Cóvid de la zona, una especie de venta condicionada, no sé…
Por ejemplo, usted se levanta por la mañana, ¿no?, se asea y tal, y se mete el palito por la nariz hasta que le toque el gañote, lo mete en el artilugio y le echa las gotitas del reactivo… y, mientras se toma el desayuno, el invento obra el resultado de la jornada. Usted sabe si comienza el día infectado o limpio, asintomático o jodidillo, enfín…y la siguiente cosa, usted da parte para la llevada de cuentas correcta. Eso sería una ayuda para los rastreadores cojonuda, pues los nuevos casos comenzarían con su propio autorastreo, no me digan que no… Pero, aun no siendo así, porque el personal somos de lo más irresponsable, incivilizado e indisciplinado que hay, al menos a nivel personal, en caso de duda o de lo que sea, lo tendría muy a mano. Por ejemplo: la yaya se ha empeñado en juntar al familión y no deja de dar el follón. Pues bien, todos y cada uno de los miembros y miembras se hace el test previo al evento, y así se sabe que la quedada es limpia, o mejor tú quédate en casita, bonita, que has dado un asintomático de cojones, no nos vayas a joer a tós los demás de la cuadrilla…
Y eso en bodas, bautizos, comuniones y jolgorios de guardar. Es mejor la prevención que el tratamiento. Y más barato también… El verdadero riesgo, y esto lo estamos comprobando semana tras semana, es el botellón, quedadas y fiestorreo de cuanto joven descerebrado hay, que hay y mucho… Que les da igual treinta que noventa, que les da lo mismo contagiar que no contagiar (miren lo de Valencia, que cien imbéciles han jorobado a 25.000 de los suyos – es para meterlos en la cárcel hasta que esto acabe – pero aquí fallamos todos), que si la policía les desmonta su mierda, la trasladan a otro lugar sobre la marcha… No tienen la mínima responsabilidad, ni solidaridad, ni educación, ni conocimiento, ni cultura, para captar su destructivo e irracional comportamiento. Saben que es un atentado social, pero pasan de todo…
Y, lo mismo que se está imponiendo un aislamiento a los enfermos coronavíricos, de igual forma y manera, con estos enfermos mentales se impondría un aislamiento adecuado. Existen muchos cuarteles y hoteles vacíos. Yo los mantendría aislados, vigilados y acuartelados, pero les impondría trabajos sociales, y que ayudaran a paliar, precisamente, todos los problemas y dolores que ellos mismos están causando, y los sufrieran de primera mano. Los pondría a limpiar ucis y habitaciones de hospitales de enfermos Cóvid, a ser ayudantes de auxiliares de clínica… Los mandaría a experimentar todo lo que ocasiona la epidemia. Eso sería lo justo y cabal: que cada cual afronte las consecuencias de sus actos, no que escape de rositas hasta la próxima quedada, mi brigada…
Les aseguro que sería muy efectivo. Mucho, muchísimo más que una multa, que no es ni represora ni educadora. La verdadera justicia es enfrentarlos al problema que ellos mismos provocan, la auténtica justicia está en que reparen el daño que ellos mismos causan. Por desgracia, ha quedado muy claro que la acción policial, tal y como está planteada, solo sirve para espantar esas moscas… y hasta les han perdido el respeto, y les insultan, y les agreden, y se ríen de ella. Eso ya ha dejado de ser la solución. Habría que tomar medidas tan procedentes como contundentes…
Lo malo es que un político no piensa con la cabeza, ni siente con el corazón. Ellos piensan con la barriga y sienten con el bolsillo. Se limitan a traducir en votos. Y, naturalmente, no son capaces de hacer lo que deben. No tienen lo que hay que tener… con tener el cargo, les basta.
MIGUEL GALINDO SÁNCHEZ
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