Todos los que asaltaron el Capitolio americano, que atacaron a los medios de comunicación, que vociferaban amenazas y prometían hacer correr la sangre, que querían someter la democracia a su violencia, no son seres humanos, si no humanos a medio ser… Toda la gente que grita que a los desgraciados de las pateras hay que mandarles fragatas que los hundan en el mar, que a los inmigrantes hay que hacerlos desaparecer tras muros de hormigon y cuchillas, o que hay que dejarlos morir en los campos de refugiados, no son seres humanos, son humanos a medio ser. Los que ponen el patriotismo por encima de los derechos humanos, no son seres humanos completos, si no humanos a medio hacer… Aquellos que actúan, irresponsables, con pleno conocimiento de causa, contra la vida de los demás, al ser causa directa de esas muertes por su insolidario comportamiento, no son seres humanos, si no humanos a medio ser…
Por mucho que nos desgarremos nuestros hipócritas velos, habremos de reconocer que vivimos un tiempo en el mundo donde abundan los humanos a medio ser, por incomprensible que esto pueda parecernos. Porque hay que estar muy ciegos para no ver tan sangrantes cosas y tan vergonzantes casos… No es una visión pesimista ni optimista de nada, si no una confirmación realista de la sociedad que formamos. Solo se constata lo que vemos y experimentamos. Después de la II Guerra Mundial, la humanidad pareció haber asumido el horror aprendido del error. La gente se esforzó y orientó en el respeto por los derechos humanos. Es nuestra historia más reciente, no es una película inventada. Y casi que se consiguió. Pero no parece ser lo que hay ahora.
El mundo y su humanidad no es un hecho estático. Ni siquiera estable. Nunca lo ha sido… Siempre, siempre, ha estado cambiando, a mejor o a peor, para bien o para mal, evolucionando o involucionando. Naturalmente, si lo miramos desde una perspectiva cósmica, habremos de reconocer que, desde que la humanidad saltó del mar a la tierra, o incluso de sus primeros pasos en seco acá, en general hemos practicado una evolución… Y si examinamos más de cerca el experimento, vemos que las civilizaciones que evolucionan se suceden en base a retrocesos y fracasos. Nos movemos en espiral, avanzando y atrasando sobre un mismo eje: el ser humano.
Mis teorías sobre el flujo de la vida en la constitución del universo o en este planeta no las voy a exponer aquí, no se preocupen. Ni es el momento, ni el lugar para ello (echen un vistazo a mi libro Cosmogénesis). Es algo que resultaría incomprensible a la inmensa mayoría. Así que tranqui, tíos… Pero es una señal que a generaciones moralmente formadas, ya saben, con escala de valores y todo eso, suceden otras con un atraso más que obvio en tales principios. Obsérvenlo los que tengan capacidad de verlo. Ya no se trata de los sistemas educativos, pues eso es tan solo que una pequeñísima parte de ese todo, es una consecuencia a hechos concretos. No. Se trata de una especie de propósito que establece eras donde la ignorancia supera el conocimiento.
Me consta que esto puede sonar a atrevimiento, cuando no a locura. Puede ser, no me voy a excusar a estas alturas. Pero, al menos, eso explicaría por qué, en estos tiempos que nos toca vivir a los que tenemos más años de los considerados prudentes, nos parece eso mismo: que existen una cantidad ingente de seres humanos que son humanos a medio ser… Y que están evolucionando a nuestra costa, en nuestra sociedad y a cuenta de nuestra naturaleza y nuestro mundo…
MIGUEL GALINDO SÁNCHEZ / El Mirador / www.escriburgo.com / viernes 10,30 h. http://www.radiotorrepacheco.es/radioonline.php
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