Hace unas semanas, Sánchez, movido por la euforia y la necesidad, anunció desde los micrófonos de Bruselas, aviso con destino al Reino Unido, que ya podían venir los brittish a veranear a Spain (es nuestro principal cliente del sector turístico) sin ninguna cortapisa y con la mayor libertad. Que los esperábamos todos con los brazos y las cajas abiertas – tal es la necesidad de que la esterlina se deje caer por aquí – ya mismo, a ser posible… Sangría y paella four you…
Y al poco, Londres excluye a España de su Lista Verde… al menos, de momento. Nos ha situado fuera de los destinos seguros, y advierte a sus ciudadanos que, durante un mes más no se acerquen, y luego ya veremos. Y si lo hacen, les esperan tres pruebas como poco de Pcr´s a su cargo, y al regreso, diez días de cuarentena antes de irse a su house. Que es lo que hay. Gran Bretaña desaconseja viajar a nuestro país si no es esencial, en plena temporada de reserva de plazas hoteleras… Hay que tener mala light… España había eliminado sus cortapisas para la llegada de los súbditos de su graciosa majestad, y el pelomazorca de su primer ministro viene y las triplica, poniéndonos a la altura del vino de cartón.
Y es que, hemos de reconocerlo, no damos confianza… Un país donde parte de sus autonomías desafían a las autoridades centrales sanitarias, llegando incluso a judicializar sus decisiones contra las limitaciones de aforos, horarios y no sé cuántas cosas más… Donde el Tribunal Supremo pone coto a los toques de queda autonómicos; donde su Consejo Interterritorial de Salud acuerda unas normas que luego media docena de taífas dicen que no las acatan; donde Sanidad dicta que hasta que estemos vacunados al menos el 70% de la población y/o todos los mayores de 50 años, hay que mantener ciertas restricciones, y los periféricos decimos que una leshe; donde el país se ha convertido en una jaula de grillos locos a tal respecto… no es, precisamente, el lugar más confiable para venir a pasar el verano. Aquí, cada Tribunal Superior de Justicia saca conclusiones por su lado, y estamos dando una imagen deplorable en toda Europa.
No sé el resto de los países de nuestro continente qué van a hacer con respecto a ello, pero Gran Bretaña, que nos aportó 18 millones de turistas hace un par de años, y eso es mucha pasta para nuestras depauperadas arcas, no está por la labor. Se entiende que nuestro presidente arriesgara – porque no deja de ser un riesgo abrirse de patas de esa manera – franqueando las puertas sin condiciones, como igual se entiende que el gobierno inglés, por su parte, vele por la salud de sus conciudadanos y que no les lleven de nuevo la pandemia a su país, y les advierta que aquí se corre ese riesgo… Hay que entenderlo. Es de lógica y sentido común.
Como es de razón que las empresas hoteleras, alarmadas, estén urgiendo el abono de las ayudas directas comprometidas, porque ven peligrar una temporada que se prometía feliz y plena… Y todo por culpa de unos partidos y unos políticos que no gobiernan por el bien común, si no por el bien propio. Y las razones, no son ni económicas ni de salud, si no sus propios y exclusivos intereses… Vean tan solo el ejemplo de nuestro roal mursiyano mismo: si Sánchez dijera que a quitarse el mascarón de proa, López Miras diría que no, que es pronto y que el Psoe nos quiere matar, o si, al contrario, mandase llevarlo todo el verano y parte del extranjero, el nuestro se opondría frontalmente por lo que sea. Observen que siempre opina y dictamina lo contrario. Siempre. Vean a la Ayusico madrileña mismamente. O la propia Andalucía, o el País Vasco, o Cataluña, que van por libre…
Yo estoy seguro que si en España no existiera el régimen autonómico y hubiera una sola voz en vez del quirigay que tenemos montado, este año vendrían esos veinte millones de esterlinos, y otros muchos de otras muchas partes, con una mayor y más razonable confianza. Pero no es así… Deberíamos de empezar a pensar, con la experiencia acumulada que llevamos, sumada a la de un país con 17 legislaciones distintas y distantes unas de otras, que nos hacen un lugar poco confiable donde invertir y atraer industrias y negocios. Y si nos merece la pena mantener esta algarabía estúpida. Lo que pasa es que son demasiados culos calentando sillones, llenando tripas, colocando parentela y clientelares, y forrando sus bolsillos. A todos nos sale muy caro…
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