(de Sitiocero)
Al igual que mi anterior de “Ciencia y Conciencia”, en esto, aunque partes ambas del mismo todo, también son conceptos distintos. Aquí, lo mismo que sus otras hermanas, la ética formó a la estética, y luego cogió cada una su propio camino. Así, mientras la ética es un código moral de bien hacer, bien obrar y mejor comportar, la estética es el producto plástico de esa ética, si bien se queda – aunque tampoco debiera ser así – en una pose bonita, bien que indefinida; en lo que entendemos por belleza; en algo que halague los sentidos… Y hablando de sentido, el común nos dice que la ética debería reforzar la estética, y, sin embargo, lo que hace es diluirse en ella. Así, la ética se entiende como un valor, y la estética como un reflejo bonito; algo así como lo moral intentado en lo material, mas pocas veces conseguido.
Simplificando hasta la puridad podríamos afirmar que la ética sería la ausencia de todo mal. Pero como eso no existe (al menos en este mundo y con esta gente) entonces la estética tampoco existe como tal… Leibnitz aseguraba, y yo lo veo como una actitud optimista, que “vivimos en el mejor de los mundos posibles”. Sin embargo, Thomas Hobbles decía todo lo contrario: “vivimos en el peor de los mundos posibles”, una aparente versión pesimista de lo que opinaba su colega.. Y digo “posible” porque ustedes mismos respóndanse: ¿si el vivir en el peor, ello supone la posibilidad de mejora, y vivir en el mejor, al contrario, es que hemos llegado al tope posible de esa misma mejora, cuál de las dos posibilidades contiene mayor esperanza?..
Es como el vaso: el verlo medio vacío supone que aún se puede llenar más, pero si se ve medio lleno es porque se ve a medio vaciar… Lo cual nos lleva a un mundo de apariencias, y ya saben lo que dijo aquél, que las cosas no son como parecen, ni como aparecen tampoco. El mismísimo Darwin llegó a asegurar que “el mal, entendido como defecto, es condición indispensable para mejorar y para la evolución de las especies”…
Y un humilde servidor d´aqueste convento quisiera aferrarse a eso, y es lo que deseo creer con toda mi alma, si no fuera por mis dudas, claro… Si la ética supone belleza, armonía, salud, bondad, perfección dentro de lo que cabe, etc., está en contraposición a la fealdad, al desequilibrio, la enfermedad, la maldad, y ese otro etc. Eso está meridianamente claro, ¿no?.. Pues entonces, si la estética es el reflejo de lo bello en las manifestaciones materiales del ser humano, el Pop Methal ese, o como se llame, por ejemplo, ¿dónde debería quedar comparado con la Novena Sinfonía de Beethoven?.. ¿en qué lugar un Velázquez, un Goya, un Rodin, etc., al lado del arte concedido a un mocho y un cubo al pie de una escalera, o a un montón de escombros?.. Ustedes mismos.
Bueno… cuestión de gustos, me dirán vuesas mercedes. Pues sí, cierto es, luego la estética, según eso, también iría en gustos. Y si estiramos el concepto, entonces, la ética igual se sujeta a valoraciones. Y así, andando, andando, nos encontramos con una ética de quita y pon, y de según qué y cómo. Tanto, que puede llegar a ser antiética y antiestética. Justo lo que está hoy ocurriendo en esta especie de sociedad líquida que formamos en la actualidad, donde la relatividad alcanza cotas desconocidas e ilógicas.
La cuestión es que la maldad, lo feo, exactamente igual que la bondad, lo bello, también la ética está indefectiblemente unida y relacionada con el ser humano. Eso es lo único cierto. Incluso, si lo analizan, las catástrofes y enfermedades, anomalías en sí mismas, son consecuencias del (mal) actuar de ese ser humano. Lo bueno y lo malo, lo positivo y lo negativo, lo ético (moral) y lo patético (ridículo) que forman parte nuestra, lo irradiamos fuera, y entonces se manifiesta en obras de arte o de desastre; en amores o en horrores; en cuanto de estético o de patético se produce en el mundo. Es la ley de causa y efecto. Somos nosotros mismos.
Por eso que las políticas basadas en el odio, la avaricia, el saqueo y la mentira, no son otra cosa que pura maldad que genera un mundo de suma fealdad. Justo el que tenemos. Se puede decir sin miedo a equivocarnos, incluso, que si la ética genera estética, como ya se ha visto, entonces lo contrario produce lo opuesto, o sea: deslealtad, inmoralidad, deshonestidad, odio… fealdad, en suma.
Ahora trasladen todo ese sentido lógico a nuestras asambleas de diputados y senadores: a nuestros políticos y rectores; a nuestros gobernantes y mangantes; a nuestros belicosos mentirosos… A una pelea de perros rabiosos en una campaña electoral en la que destilan todo lo antitético que les sale por el colmillo de sus desmedidas ambiciones… Valga una de las más envenenadas perlas que últimamente se han vertido (vulgus Isabel Díaz Ayuso a Pedro Sánchez): “Que te vote Tchapote”, justo el elemento que asesinó al socialista Fernández Buesa. Si aquí no hay maldad, que venga el diablo y lo vea.
No existe ejemplo (aún, pero saldrá) de mayor odio y ruindad que en esa corta frase… Pero lo peor de todo no es que existan pseudopersonas capaces de emitirlas, lo peor, con diferencia, es que existan gentes capaces de aplaudirlas: nosotros, vosotros y ellos. Todos… Yo dejaría la pregunta en el aire de ¿cuántos de los que somos creemos en serio que vienen a servir al pueblo y no a servirse ellos, aún a dentelladas?..
Miguel Galindo Sánchez / www.escriburgo.com / miguel@galindofi.com
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