Toca la fibra (la de la sensibilidad humana haciendo lazo con la del orgullo patrio) que nuestros muy diligentes soldados, a sus llegadas al aeropuerto de Kabul, bastara con que los pobres afganos, aspirantes a refugiados) gritaran “¡España, España..!, o llevaran un pañuelo atado al cuello con los colores de nuestra bandera, para librar ese mismo cuello de la soga o la cuchilla talibana, y ser izados con sus familias al avión. Para qué vamos a disimular… Vibran todas las fibras a su llegada a Torrejón, rescatados de su ignominiosa suerte, la persecución, y quizá la muerte, con sus mujeres llorosas y sus hijos cogidos de su mano, asustados y sorprendidos…
España ha sido felicitada por Úrsula Von Leyden – la dama de las perras – en nombre de Europa, y hasta el esquivo presidente de EE.UU., el responsable del desastre, ha tenido que llamar al nuestro y recomponer el esquinazo pasillero que le dio en su día en sede UE… Ha tenido que humillar su norteamericana cerviz y agradecer y reconocer unos servicios humanitarios impecables por nuestra parte dentro de una gestión indeseable por la suya… No cabe la menor duda que Pedro Sánchez se ha apuntado un tanto de oro. Y eso hay que asumirlo y aplaudirlo…
Por eso mismo contrasta tanto con la actuación, vergonzosa, en Ceuta, con los pobres críos que el reyezuelo marroquí lanzó al mar sobre nuestras costas, y están siendo perseguidos y forzados a abandonar nuestro país de forma irregular e ilegal, además de humillante, en un oscuro convenio bajo mano con el propio sátrapa que los tiró al mar… No es la misma España la una que la otra. Tan es así, que nuestra propia Fiscalía ha parado la inhumana extradición de críos, ha señalado al ministro Marlaska como principal responsable, y nos ha avergonzado a todos. Resulta patético que, a las alturas en que esto escribo, el ejecutivo, el mismo gobierno que está haciendo tan bien las cosas con los desgraciados de Afganistán, aquí, en su propio país, aún no sepa – a requerimientos de la juez que ha denunciado el caso – quién ha firmado tal orden de expulsión ilegal, ni de dónde ha partido tal iniciativa. No saben, no contestan, no se encuentran… La chapuza nacional en un caso de extrema humanidad. Tan sensibles y efectivos en un caso, y tan insensibles y despreciables en el otro…
Mientras en Torrejón de Ardoz, y en otras bases de acogida, a los refugiados afganos se les atiende con el respeto y deferencia que, como personas, merece todo ser humano en sus lamentables circunstancias, en Ceuta, setecientos chiquilloss no tienen qué comer, vagan por sus calles, perdidos, duermen entre las rocas del puerto, en los montes cercanos, acurrucados entre ellos, para darse un calor mutuamente que no reciben de las autoridades españolas. Muchas personas particulares, a nivel personal, les dan comida, ropa, ayuda y alguna palabra amable, según pueden… (Gracias a Dios e Inch-Alá, que hay ciudadanos infinitamente mejores de sus políticos) mientras estos menores se esconden de una policía que los atrapa y los devuelve al hambre, el sufrimiento y la miseria. Y no quieren seguir la suerte de cientos de compañeros-niños que ya han sido “repatriados” a la pura fuerza… o lo que sea eso.
Un joven voluntario de los que ayudan a esos menores, trasladaba el otro día a uno de ellos, que estaba herido, al médico, en su propio coche. Recibió el alto de un policía. No pudo detener al chiquillo porque el juzgado ya había paralizado las expulsiones, pero no dudó en imponer una multa porque el chico, con las prisas, no llevaba el cinturón de seguridad puesto… Esta es la imagen que ilustra tal despropósito. Estrictamente legal, pero profundamente inmoral. O, al menos, deshumanizado… La legalidad o ilegalidad son matices de la realidad, pero la humanidad no tiene matices.
En la península, mientras tanto, la acogida a los refugiados afganos es modélica, y el reparto entre países y comunidades casi también. Y los políticos sonríen beatíficos y se hacen fotos con ellos, que luego salen en unos medios obedientes y bien engrasados… Pero en Ceuta ningún partido político, ninguna comunidad, ningún nadie y ninguna nada, quiere acoger a estos jóvenes desheredados que no tienen dónde caerse muertos. Los unos se han quedado sin patria; los otros, nunca, jamás, tuvieron ninguna patria… Quizá cuando pasaron a nado, a punto ahogarse rendidos y agotados, tenían que haberlo hecho gritando con la boca llena de agua salada ¡España, Espaaña! O, en su defecto, haber llevado, aún mojada, una prenda con los colores de nuestra bandera… pero eso no lo sabían. Ni había instrucciones para ello, tampoco. Llevaban a España en el corazón, en el alma, en las ánsias, en las tripas, pero ahí no valía. No servía para nada… Debían haberles enseñado que, en este país, los ojos son más importantes que los sentimientos…
La España de Kabul es la antítesis de la España de Ceuta. La madre y la madrastra. Pese a quién pese… La lágrima cocodrilesca y el suspiro, y el mirar para otro lado… ¿Con cual de las dos nos quedamos?.. ¿y nosotros?, ¿por qué no pensamos?..
MIGUEL GALINDO SÁNCHEZ
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