Lo de la gestión de la pandemia con respecto a las residencias de mayores, en los prolegómenos de las investigaciones, aparecen cada vez más escritas con tintes terroríficos. No es país para viejos, como aquella película de Bardem. Las declaraciones de Antonio Burgueño, el coordinador de Díaz Ayuso, presidenta de Madrid, para la pandemia, resultan escalofriantemente esclarecedoras: “Los ancianos quedaron abandonados a su suerte”, reconoce.
Este señor, que es todo un teórico de la privatización de la sanidad, muy utilizado en tiempos de Esperanza Aguirre, que ya sabemos cómo pensaba al respecto – azote y enemiga de la sanidad pública –, este hombre digo, aún tiene el cuajo de soltar una frase lapidaria: “Lamento que el plan para las residencias lo ejecutaran empresas de tercera división”.. Yo, en mi ignorancia, claro, le preguntaría a este tipo quién es el responsable de entregar esta responsabilidad – sirva la redundancia - a esas empresas tercerdivisionarias, si no es la administración correspondiente, a la que él representaba y para la que trabajaba, por cierto.
Se atreve a añadir que “esperemos a los tribunales para saber si alguien tiene que ir a la cárcel por eso”, sin llegar a preguntarse siquiera quién es el responsable de qué, y quién el último responsable de todo. Resulta acojonante cómo se sacuden los problemas de encima tras haberse amamantado de la ubérrima ubre cuanto han podido. Se justifica a sí mismo diciendo, encima, que él presentó un plan de 214 puntos, que preveía medicalizar las residencias, pero lamenta eso mismo, que se encargó a empresas mediocres… Es como si un cliente me diera sus quejas por un servicio pésimo, y yo le contestara que es que mi empleado encargado del trabajo es un inútil y un inepto. Exactamente el mismo, idéntico, ejemplo…
Y esto es así porque yo me temo, me barrunto, me huelo… que en el sistema éste de la privatización de servicios públicos, o al menos de ciertos servicios en los que se mueven bastante pasta, ni las empresas adjudicadas saben ser empresas, porque están creadas para tal propósito de llevárselo crudo (ya me entienden), ni los adjudicantes ven más allá, porque están orientadas al pesebre de turno que genera el invento. Y ya digo que es una sospecha, por cuanto que la fórmula del cazo, a la que nos tienen acostumbrados nuestros políticos, donde la corrupción no escampa, y donde no se busca mejorar servicio público alguno, si no en que rinda lo suficiente a tahúres y trileros.
Y este pájaro cantor, termina por admitir que…”los ancianos quedaron abandonados a su suerte en toda España, incluido Madrid”. O sea, ya una vez puestos, extendamos esta infame mierda al resto de España, aunque, de momento, solo haya saltado en la Comunidad de Madrid. Total, pensará, si así ha sido aquí, ¿por qué no allí, y allá y acullá, si en toas las partes cuecen d´ aquestas habas?.. Es la lógica y el sentido común del mamoneo, que, una vez pringados todos, a ver qué mozo agarra a qué cerdo…
Pero toda esta triste, lamentable y patética historia, ya no es solo la crónica de otro latrocinio más en esta España de chupópteros y saínes. No. Es “la solución final” nazi con la que se ha jugado para eliminar el lastre de gente mayor. En algún lugar, o lugares, de este país, algunos álguienes se dijeron: no hagamos nada, y así se hizo el no hacer. Algún alguien de esos aún puede decir que ellos no han mandado a nadie a ningún campo de exterminio. Claro que no. Tan solo los han abandonado a su suerte, los dejaron morir, e incluso en algunos lugares, hasta negándoles la hospitalización…
Tendría que lavarse mucho y a fondo, y usar mucho ácido quitamugres, para que aquí, en España, se vuelva a confiar en las residencias. Y las unas pagarán por las otras, lo sé, pero lo que se está destapando (seguiremos hablando de esto) con la pandemia, y aún no ha terminado, huele tanto a muerto, que espantará a la caballería por un largo tiempo. Que nos pregunten a los que estamos en sazón.
MIGUEL GALINDO SÁNCHEZ
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