Celebramos la (primera) presentación del libro El Teniente Galindo, en los actos del Día del Libro, aquí, en Torre-Pacheco… Pocos, pero escogidos, podríamos decir del aforo, sin ir más allá de un somero análisis… Habrá un segundo acto próximamente, en Los Alcázares, el lugar de nacimiento de los hechos y de la historia, del que ya les avisaremos en su momento…
Comentaba el Concejal de Cultura sobre el interés de probar una estrategia para fomentar la lectura y el amor a los libros: regalar esos libros… Yo, con todos mis respetos por delante, naturalmente, no creo que dé resultado. Lo digo con enorme sinceridad, y pido disculpas por ello. A todo lo que es gratis se le echa mano, pero no se le echa de menos. Y llevarse libros regalados a casa no quiere decir que se lean… Recuerdo, hace más de medio siglo, de vender libros por metros lineales para llenar y vestir los muebles-librerías de las casas. Descatalogados, usados, vandalizados en su interior… lo que importaban eran los lomos. Es rigurosamente cierto.
En realidad no hemos cambiado demasiado. El hábito de la lectura no es directamente porcentual a los años transcurridos, ni directamente proporcional tampoco a los libros que se venden. Lo cierto es que dista mucho de lo que debiera ser…. Y, paradójicamente, las generaciones más jóvenes son las que menos leen. El otro día ví un reportaje sobre ello entre universitarios, y los que más se ufanaban es de leer de uno a tres libros al año. Tristemente, es así… Por supuesto, hay zonas, pueblos, ciudades, donde se cultiva la tradición de leer, en mayor o menor grado, pero la media general es que el culto a la cultura, valga la redundancia, no se prodiga demasiado en nuestro entorno… De ahí a que regalar libros, si no gusta leerlos, es como entregar gasolina al que no sabe conducir… El hábito de la lectura, el amor por los libros, por la Cultura con C mayúscula, ha de fomentarse desde pequeños. Si no desde la familia, que ya no, salvo en casos muy contados, sí desde la misma escuela, que para los institutos ya es tarde… Por supuesto, eso no es llegar y besar el santo. Eso es sembrar una semilla, regarla, abonarla y cuidarla para que germine y dé sus frutos, y así enraíce en la sociedad… Es un sistema que hay que mantener en el tiempo, no un acto para cubrir un programa de calendario que justifique un selfie y hasta luego, Lucas. Es una actuación sostenida.
Hace cosa de una década, me propusieron desde el Ayuntamiento, diseñar un plan de ese tipo. Estoy absolutamente seguro que, de haberse obtenido continuidad desde entonces, los actos de presentaciones de libros se llenarían de estudiantes, por ejemplo… pero con las piezas del ajedrez en la caja no se ganan partidas. De hecho, no hace falta ni tablero.
De la raíz latina Líber se forman dos palabras, dos conceptos: “Libro” y “Libertad”, aparentemente distintos en su naturaleza, pero, sin embargo, estrechamente relacionados… Sin el libro, sin el papiro primigenio ni el códice primario, que son el soporte de la cultura, no puede haber libertad. Imposible… Se me dirá que una persona libre no necesita ser culto, pero eso es un consagrado error, porque la libertad nace y empieza en el pensamiento, y el librepensamiento es el alimento de la auténtica libertad.
Por eso, todos los días del año son, o deberían ser, Días de Libros. No una celebración concreta, puntual y anual, sino un hábito diario como el comer pan, que es el alimento del cuerpo, una costumbre, un hecho consolidado, el alimento diario del alma… El Día del Libro debería de ser el efecto, no la causa... un escaparate, no una obra de teatro… Celebrar lo que cada día se usa menos no deja de ser una tradición, y, al final, se queda en una pose…
…Y ustedes perdonen.-
MIGUEL GALINDO SÁNCHEZ / El Mirador / https://miguel2448.wixsite.com/escriburgo / viernes 10,30 http://www.radiotorrepacheco.es/radioonline.php
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