Cada día está más claro que la cosa no está clara. Y conforme pasa el tiempo, entiendo más por qué los políticos no quieren dejar el control en manos de los médicos. Lo de los segundos es preservar la salud de la gente, y lo de los primeros es preservar la economía del sistema (de la que ellos cobran muy bien cobrado, por cierto)… Y si algo está quedando claro es que ambas finalidades no suelen encajar como se quisiera. A veces, incluso son de naturaleza antagónica. En el caso que nos ocupa, yo diría que su naturaleza es agónica…
Les voy a poner un ejemplo, para que entiendan: Últimamente, oigo a las autoridades sanitarias - ministro Illa, don Fernando, nuestro propio Consejero regional – aconsejar que no se viaje. “No es el momento más indicado para efectuar desplazamientos”, aconsejan unánimemente, y casi que con las mismas palabras… Vale pues. Sin embargo, esto va contra los intereses de un turismo rural que este año ha hecho el agosto gracias, curiosamente, a la no salida del nuestro al extranjero (como si un depredador la quitara la pieza a otro). Lo que demuestra que el depredador más grande aquí es el más pequeño, un microbio, el que se queda con las piezas de los poderosos…
Y si la propia Europa ha confeccionado un baremo (E.P.-9/10) en el que pone en rojo a la práctica totalidad de España por la Cóvid, eso también sirve, aún más si cabe, para los propios españoles. No. No es el momento más idóneo para salir de casa, precisamente. Ni siquiera a la puñetera calle. Así que habremos de elegir si obrar prudentemente, según aconsejan los de Sanidad, o hacer oídos sordos, según nos ofrecen los de su actividad. Cada cual la suya, por supuestíviri… Los de las casas rurales, los de la hostelería, los empresarios del ocio… Es natural. O contaminación o inanición, he ahí el dilema… O, como dicen los criterios científicos: a mayor circulación, mayor contagio. Al final, se ha elegido, tarde y tímidamente, entre lo que no salía de nuestro cerebro de pensar y nos empujaba las tripas a desear. Aunque sentimiento y racionalidad no suelen estar de acuerdo, aquí estaremos confinados por unas cuantas semanas.
Llegados a este punto, todo se queda en un tema para la reflexión.. Es el viejo dilema entre la “libertas” y la “autóritas”… ¿qué es lo mejor?, y, en cada caso, ¿dónde está el límite de cada una, dónde situar la frontera?... Lo ideal, al menos para mí, personalmente, es que la gente obre en libertad, sin ninguna autoridad coactiva. El problema reside en que la libertad debiera ser ejercida con conocimiento, y precedida de la responsabilidad. En tal caso, la autoridad no haría falta para nada.
Sería fantástico no prohibir desplazamientos, no imponer aforos, dejar los acontecimientos, las fiestas, romerías, procesiones o viajes del Inserso a su buen aire, y que la madurez de las personas fuera la que decidieran su buen obrar, en libertad y a voluntad. Ningún negocio dependiente de ello tendría excusa ni motivo para quejarse a la Administración, ni mucho menos, hacerla responsable de su ruina. Ley de la oferta, la demanda y la educación. A mayor cultura, menos autoridad es necesaria. Es como el tabaco, o el alcohol, o las drogas: eduquen para no tener que prohibir… Por eso, en otros países más civilizados, en esto de la pandemia, las autoridades recomiendan y los ciudadanos obran en consecuencia. Ellos deciden.
El problema es cuando se trata de la salud pública, como es en este caso, y afecta a sociedades múltiples y diferenciadas. Entonces la “autóritas” se ve conminada a recortar la “líbertas”, en bien de una comunidad poco formada y aún menos informada. De una comunidad que no sabe, o que no quiere saber, protegerse a sí misma por sí sola. Si retirasen todas las limitaciones, prohibiciones y normas, ¿seríamos capaces de actuar en consecuencia, con la debida madurez y conocimiento?..
Me temo (y es mi opinión personal) que no. Y, entonces, como en una selección natural, la gente moriría a chorrete. Por eso es una pandemia. La supervivencia de los más aptos – no de los más fuertes, sí de los más inteligentes – pero eso nos llevaría a lo que en realidad las autoridades quieren evitar: el colapso del sistema de salud pública y asistencial. Ese es el auténtico temor, aparte, naturalmente, del sistema productivo, de consumo, y económico… Yo tan solo pregunto una cosa: llegados a ese supuesto caso, ¿quiénes serían los culpables morales?.. ¿dónde radicaría la responsabilidad?, ¿inteligencia individual o gregarismo en estado puro?.. En consecuencia, ¿”líbertas”, o “autóritas” ?..
MIGUEL GALINDO SÁNCHEZ - http://miguel2448.wixsite.com/escriburgo
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