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Foto del escritorMiguel Galindo Sánchez

EL LADO OSCURO



(de La Vanguardia)


El lado oscuro existe. No es un invento introducido, con gran éxito de adopción comercial por cierto, en La Guerra de las Galaxias… El lado oscuro está en todos y cada uno de los humanos que poblamos este planeta, en mayor o en menor grado, y es de nosotros de dónde se traslada al mundo. No al revés. Se refleja en la atracción que, en el fondo, todos sentimos hacia ese fondo oscuro de la Caverna – de Platón – desde los que lo confiesan hasta los que lo ocultan, pasando por los que presumen de ello, si bien que éstos en plan peliculero y diletante. Todos somos ejemplos vivos de eso.


Yo mismo me considero un sujeto pacífico, un tipo que aborrece la violencia, la guerra, y todo lo que ello implica… Vale, entonces, ¿por qué me siento atraído por esas películas de tiros, de género B, violencia, acción exagerada y de hazañas bélicas?.. No me avergüenza reconocerlo, pues pienso, creo, estoy convencido, vamos, que es mejor analizarlo que disimularlo. Aunque solo sea a modo de catársis, como si de un exhorcismo se tratara. Para combatir al enemigo, lo mejor es conocerlo, reconocerlo y diseccionarlo… Háganse ustedes la misma pregunta que yo: ¿por qué existe en las redes, en los canales de televisión, o en las pantallas de proyección, una oferta tan amplia y aceptada de películas de esta clase?.. Muy simple: porque existe mucha demanda. Simple cuestión de oficio y beneficio.


A mí me parece que ese Lado Oscuro nos habita y reside en esa parte que es nuestro conocido por Cerebro Reptiliano (así mismo creo que se llama). Que anida ahí desde el principio de los tiempos… Es una actitud depredadora que nos servía para competir por la supervivencia, defendernos y atacarnos, en busca de la mejor estancia posible. Y digo lo de “posible”, porque está meridianamente claro que, si al principio fue una forzada lucha por sobrevivir en un medio hostil, luego se fue convirtiendo en un supervivir mejor quedándonos con lo que le quitábamos a los convivientes; eliminando al competidor; y ejerciendo nuestro poder sobre el vecindario… Ya saben: el uso lleva al abuso, pero no lo justifica.


Sin embargo, ese último estadio del “lado oscuro” lo hemos conservado durante cientos de miles de años hasta nuestros días. Naturalmente, lo hemos refinado; lo hemos cubierto de estilo, elegancia, buenismo e hipocresía; lo hemos revestido con las más sofisticadas galas de la civilización; y nuestro lado oscuro se disfraza de lentejuelas, e incluso se aplica con la más exquisita educación… Pero se sigue utilizando. Lo empleamos contra la propia naturaleza, agotándola y destruyéndola, y contra nosotros mismos, y justificamos nuestras guerras terrenas hasta que lleguen las galácticas, donde ese “lado oscuro” formará un partido opositor único y unificado contra el “lado de los de la linterna”, para que no exista mezcla ni confusión, y cada cual pueda militar libremente y con pleno conocimiento (y cocimiento) de causa donde quiera. Pero eso aún está por llegar, si bien cada vez más cerca.


Lo que ahora se lleva es el buenimalo, que en el fondo es malo, y el malibueno, que en el fondo no es nada…Las personas creemos que hemos desarrollado una especie de radar para captar el lado oscuro del resto de las demás, a fin de mantenernos puros e incontaminados, a resguardo del contagiado por el Lado Oscuro. Nada más erróneo. Lo que notamos “los buenos” (yo no me considero, advierto) en y de “los malos” es el reflejo de nuestra propia maldad en la suya, el eco. La buena noticia es que igual funciona con la bondad. Pero metámonos en la cabeza que el Lado Oscuro es un residual de una época también oscura, que, como las pilas Duracel, dura, y dura, y dura…


Tan oscuras eran las eras, que hasta los mismos dioses eran oscuros, negativos, celosos y dañinos… Recuerden ustedes al propio – todavía nuestro propio – bíblico Yahvé. Un dios vengativo, sangriento, prepotente, adornado de las peores apetencias… un llamado Dios de los Ejércitos capaz de asolar pueblos enteros sin piedad alguna, masacrar a mujeres y niños, y acabar con generaciones por un arranque de sagrada ira. Uno lee en la “Santa” Biblia las “hazañas” de semejante sujeto, y se espeluznan todos los pelos del cuerpo, salvo, claro, aquellos “creyentes” que intentan justificar la quinta pata del gato.


…Y, sin embargo (y esto es digno de pensar y analizar) es esa misma “Sagrada” Biblia, la que, decenas de miles de años después de ser escritas tamañas atrocidades, sigue ahí como “Palabra de Dios”, modelo y guía espiritual de toda la humanidad, y compendio superior de moral al uso. Por supuesto que existen versiones y explicaciones para todos los gustos. Es la lógica humana: cuando algo establecido tácitamente como código superior y/o divino, de guía y perfección, chilla más que un gato pillado su rabo en una puerta, solemos justificar lo injustificable, echando mano aún de los más torpes recursos… Eso mismo, también es parte y arte de nuestro Lado Oscuro.


Un lado oscuro que se resiste a evolucionar. Que tiene tendencia a anclarse en inútiles y absurdas, pero sacrosantas, tradiciones… Que prefiere regodear un pasado, que además se empeña en desconocer, a arriesgar en un futuro que debe hacer suyo… Que mantiene religiones arcaicas que tienden a esclerosizarse en dogmas y ritos, antes que sumar y colaborar en el curso natural de la evolución. Por cierto, que religiones todas que predican y enseñan el sometimiento absoluto del pensamiento y su rendición incondicional; y que se oponen y combaten el librepensamiento… y puedo seguir retahilando una larga serie de ejemplos que son fruto del Lado Oscuro, pero me faltaría espacio…


Así que, el Lado Oscuro no es una moda del séptimo arte, si no una reality de hazte p´alante… El lado oscuro que, en su primer ayer, fue cuna de la humanidad, hoy es el freno y marcha atrás de la misma. Todo lo creado tiene, o tuvo, un fin determinado, son mecanismos de causa y efecto, herramientas que sirven para uso positivo o negativo, según el libre albedrío actuante… La luz, la oscuridad, que son dos polos de una misma energía, nos conforman y nos confirman. Y van dentro de nosotros porque forman parte de nosotros. Pero no son dos Lados, son ambos el mismo lado porque están hechos de lo mismo… Tan solo nosotros establecemos la proporción y medida.


Miguel Galindo Sánchez / www.escriburgo.com / miguel@galindofi.com

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