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Foto del escritorMiguel Galindo Sánchez

EL ESPEJISMO



A pesar de que se me lee, o eso mismo dice alguno que otro, en las redes, y que tengo, o eso creo, algún grupo de seguidores, lo cierto y verdad es que no estoy muy suelto en el manejo de toda esa técnica. De hecho, soy bastante torpe. Tanto, que ignoro si me funciona mucho, poco o regular. Es que, en realidad, no tengo ni zorra idea. Lo confieso y lo reconozco. No sé si será cosa de la edad o del respecto – quizá sea miedo disfrazado – que me dá…

No hace mucho, uno de mis prójimos más próximos, intentó ilustrarme y abrirme el universo de mi ignorancia… “Abuelo, ¿no entiendes que puedes saber, de los que reciben tus escritos, los que aparentemente te leen, los que los reciben pero no te siguen, y hasta los que te vetan…?”… “mira: estas rayitas…”. Y corto con un nervioso gesto la enseñanza del joven maestro. No quiero conocer más allá de lo que ya conozco, no deseo saber nada más de lo que ya sé… Incluso puede ser que sea cosa de cobardía, de cortedad, de incomodidad, o quizá de pudor. No deseo tropezarme con un número (un nombre) que me haya vetado, pues es una sensación oscura, triste, negativa, la que siento. De hecho, pienso que tampoco tengo derecho a saber quién me sigue o quién me rechaza. Es una decisión personal de cada cual, o cuala, motivada por las razones que fuera, y punto pelota…

Así que, de todo ese mil y pico que me cuenta con que cuento, está pero que muy bien como tarjeta de presentación, para epatar, sacar pecho pichón, y presumir de cifra. Sí, bueno, vale… pero luego, en la realidad real, ¿cuántos de ellos leen mis paridas diarias?, ¿cuántos me siguen verdaderamente?, ¿una docena?, ¿acaso un ciento?.. ¿quizá dos o tres?.. La certeza cierta es que solo tengo constancia real de aquellos que me lo dicen, en vivo o en directo, o en diferido. Y tampoco quiero saber nada más, aunque me digan que puedo. Por lo tanto, hay que tener menos fantasías y ensoñaciones, a las que es tan fácil y placentero darse… En mi caso, me gusta suponerlo, pero no quiero creerlo. Se queda en entelequia, y gracias…

…Si se me escurre tocar hoy este tema, es porque unalguna amiga, que sí que sé que me sigue, zamarrea mi picado – por pecado – y dormido orgullo… Me arrulla (bendita sea) lo cojonudo que soy y lo poco que me prodigo, poniendo como hoja de perejil la culturalidad municipal por lo poco que me aprovechan. Se merece mi reconocimiento, y también aprovecho para darle las gracias por el chute en vena, y eso es lo que hago y con lo que toca cumplir aquí y ahora…

Pero, una vez hecho esto constar, se me impone bajar de la burra y aterrizar en el barbecho… Y le contesto a mi amiga que a lo mejor se debe a que no soy tan cojonudo, o que no me prodigo porque no valgo un higo, o que no me aprovechan porque no hay nada aprovechable. O soy un mucho incómodo, o un poco marginable y menos manejable, vete tú y vaya Dios a saber… Tan que así de fácil y sencillo, y sin buscarle siete patas a la pulga… O puede que, sencillamente, sea por la edad. Sabido es que los mayores, a pesar de las colgaduras con que se nos adornan y los viaje del Inserso con que se nos marea y magrea (y esto, porque es de interés del sector hostelero) somos personal de deshecho, y se ha decretado sin haber sido escrito que nada tenemos que aportar… Es esto una evidencia que se demuestra cada día en todo lugar, aunque el discurso oficial sea el contrario, porque votar, aún votamos, claro… Tan así de sencillo y de poco complicado, chacha…

Seamos realistas. En mi caso, que me ha chiflado escribir desde bien jovencico, y no se me escapaban Juegos Florales donde rascarme el piojillo, ni Certámen Literario de mediana estofa, de mayor, ya lindando con viejo, me encuentro de lleno con la era de las comunicaciones, y a poco que las maneje, veo que puedo montarme un escaparatejo derrengado, que no deja de ser más que eso: un mal escaparate. Y me apaño, más o menos, yo solico. Y se me apuntan cantidad de expectadores… virtuales, no digo irreales pero sí fantasmales, y puede que hasta más imposibles que posibles… Y me sirve, ma vale. Pero eso no quiere decir que yo sirva, que yo valga, para otra cosa que para tonto útil, para lo que sí que he demostrado servir y valer sobradamente… ¿Y sabes lo que te digo, chata?, que tampoco merece la pena. En modo alguno. Nadie quiere recordarlo, y yo menos aún. Es un espejismo… No obstante, ya te digo, gracias por el caramelico. Sabe bien…

MIGUEL GALINDO SÁNCHEZ / El Mirador / www.escriburgo.com / viernes 10,30 h. http://www.radiotorrepacheco.es/radioonline.php

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