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Foto del escritorMiguel Galindo Sánchez

EL ENGAÑO



La difícil situación, y el órdago a que nos tiene sometidos la pandemia, es como para empezar a plantearnos ciertos “tics” que ya chirrían como inapropiados, y mejor comencemos a pensar seriamente que una nueva situación implica un nuevo replanteamiento, así como unas nuevas formas y fórmulas, una actuación más realista y más práctica, unas nuevas maneras de sacar las cosas adelante. Incluso en las reivindicaciones, habría que analizar toda la posible responsabilidad, o eventualidad, evitable o inevitable, en los hechos, antes de largar tópicos típicos que ya no valen, ni sirven, ni encajan, en la realidad actual.


El sector de hostelería, por ejemplo, anda levantisco y revuelto, es lógico, pero alegan que “los están utilizando como cabezas de turco para tapar la incompetencia de la Administración”… Yo comprendo su preocupación, su desesperación incluso, dado que las medidas dan de lleno en la línea de flotación de sus negocios, y amenaza con hundirlos. Lo entiendo perfectamente. Pero, aparte la incompetencia de las autoridades, que ya nadie las niega, que sí, que la hay, ellos no son cabeza de turco de nada, simplemente que son víctimas directas de unas circunstancias inapelables, y les ha tocado a ellos, por la naturaleza gregaria de su actividad, y por estar en primera línea de fuego. Nada más.


El propio presidente de CROEM tuvo que esforzarse por redefinir el concepto, a fin de no nombrar directamente a su más numeroso sector profesional, sin faltar tampoco a la verdad. Dijo: “se achacan los brotes, principalmente, a botellones y reuniones lúdicas…”. Y es verdad. Pero omitió en su declaración que esas “reuniones lúdicas”, las domésticas no llegan ni al 20%, realizándose la gran mayoría en establecimientos hosteleros… O sea, reconoce una realidad, pero disimula la responsabilidad del sector empresarial afectado, difuminando la cosa. Y es que esto nos enfrenta, no a echar las culpas a otros guardándonos para nosotros el papel de víctimas, si no a reinventarse, a buscar nuevas fórmulas, o incluso a redimensionar un sector que está sobredimensionado, reconozcámoslo. Somos los que más bares tenemos de toda Europa y uno de los primeros del mundo en ese ranking…Miren, lo cierto y verdad es que no creo que toda la culpa esté en una incompetencia ajena que afecta a todos los sectores por igual. Habrá que analizar las auténticas causas de una manera más objetiva…


Es un poco como lo de la educación. Que con lo que nos está cayendo, a ellos y a nosotros, todavía en las listas de material escolar se ponga ese bloc específico y especifista de din.a.4, doble espiral, tapa dura brillo, rojo burdeos, doble pauta ancha, línea vertical azul y perforado marginal izquierdo de punto, es una ligereza, irresponsabilidad e incompetencia inasumibles. Si en condiciones normales ya es un capricho poco explicable, en éstas de carácter excepcional resulta un poco insultante. No es de recibo que, en nuestras circunstancias, aún haya profesores y/o profesoras a los que la dirección del centro les permita tales extravagancias. Y no se me hubiera ocurrido este ejemplo si no lo hubiera constatado personalmente como eventual (e involuntario) testigo de ello, o incluso lo hubiera leído en La Opinión (12/09) en esos mismos términos. Lo que demuestra que no se trata de hechos aislados.


Todo el mundo en estos tiempos cometemos errores. Ninguno hacemos las cosas totalmente bien, en absoluta puridad. No. Todos somos responsables de nuestros actos, también de nuestros actos más irresponsables… Como esas personas en cuarentena, incluso infectados, que engañan y mienten a los rastreadores respondiendo embustes a las preguntas del seguimiento. Gente infectada y en cuarentena que salen a las calles, plazas y terrazas, y que se les escucha el ruido medioambiental que los delata. O positivos que juegan con sus hijos y no guardan el aislamiento debido… Y un desastroso y desastrado suma y sigue interminable. Estamos de acuerdo que los gobiernos están gestionando lo del Cóvid-19 con el culo. Lo de los colegios ha sido de una improvisación espantosa, después de un largo verano de dejar hacer y no hacer nada. Todo deprisa y a última hora. Por ejemplo. Pero eso no es excusa para que los demás: colectivos, empresas, ciudadanos, hubiéramos asumido nuestra responsabilidad personal y privada.


¿Qué más dá que una parte lo hagan bien, o mal, mejor o regular, si la otra parte lo hace deliberadamente peor?.. Recuerdo aquella conocida frase de Bertrand de Douguesclain: “Cuán buen vasallo, si hubiera buen señor”, que nos enseñaban en la escuela de aquel ya perdido entonces – aunque no lo crean los estudiantes e incluso profes de ahora – y que se me ocurre por actualizarla con un pequeño y leve cambio: “Cuán mal vasallo, aunque hubiere mal señor”.. Poseso.


MIGUEL GALINDO SÁNCHEZ

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