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Foto del escritorMiguel Galindo Sánchez

EL DIOS QUE TE LLAMA



(de Answers)


Haciendo zapping (no sé hacerlo si no es secuencialmente, torpe que soy) me tropiezo con un canal de la Iglesia en el que está nuestro obispo disertando, así que aterrizo un rato en ese campo a ver qué se dice… Para que vean que no soy tan negativamente selectivo. Me gusta oir lo que se suelta en todos los foros, incluso en los que estimo rigurosamente ortodoxos, pues estos pueden tener la virtud de ratificarte en tus creencias, o, por el contrario, hacerte dudar de las mismas. Y ambas cosas son serias e importantes.


Y andaba predicando el prelado el discurso que dice que “Dios te llama”… y señalándote con el índice personalizador (como aquel viejo cartel de reclutamiento del Tío Sam) te repite que la llamada es en sí misma personal y única, y que te incumbe a tí y a mí aceptarla o rechazarla. La verdad es que, dicho así, tan ominosamente, te crea cierto sentido de culpa el negarte a ello… De hecho, ¿quién es capaz de rehusar al mismísimo Dios en persona?.. La cuestión es que sí, que vale, que Dios me llama, cierto, pero ¿qué Dios es el que me llama?..


Le siguió el discurso, a ver si me entero… Y pone condiciones, SUS condiciones, claro: el Dios que me llama exige una tríada de mí: disposición, participación y comunión. Pero, claro, entiéndanse, según el buen obispo, tienes que ponerte a Disposición de la Iglesia; debes Participar según sus indicaciones; y has de entrar en Comunión con ella y en ella… Esto es: Dios te llama para que te entregues a una iglesia que dice ser su Iglesia, incondicionalmente; y a su magisterio y autoridad, porque así lo establece ella misma a través de sus dogmas. Poco márgen deja para el libre albedrío; ninguna opción al librepensamiento; cero posibilidades a ejercer la apertura mental. O sea, o te entregas o te condenas.


Naturalmente, ese Dios que me llama no es el Dios que me habla dentro de mis entendederas. Creo creer, quizá quiero creer, a saber, que es el mismo Dios, pero en el caso del obispo me viene secuestrado, amordazado, condicionado y acondicionado; traducido por sus autonombrados representantes exclusivos en la Tierra; con un libro de instrucciones blindado por el dogma y la infalibilidad… Y eso no me vale. No me sirve. Porque, aunque bien sé que todos los dioses son prisioneros de sus iglesias, mi alma, o mi espíritu, o lo que fuere de mí que conecta con Él, lo necesita libre y sin intermediarios.


Los dioses libres engendran hijos libres, y se manifiestan a través de ellos mismos directamente. Y lo escribo en plural adrede, porque cada ser humano, cada persona, es un valor en sí mismo y tiene a Dios en el interior de sí mismo… “No buscad en templo alguno, buscad al Padre dentro de vosotros que allí lo encontraréis”, dijo aquel galileo al que hubo que quitar de en medio deprisa y corriendo porque urgía levantar una iglesia en su nombre malinterpretando sus palabras a conveniencias de sus vuecencias.


Mi Dios esá presente y patente en todo el mundo; se manifiesta en las órbitas de las galaxias y en todos los universos; está en la ciencia, que lo encuentra a cada paso, y en el pensamiento libre de la humanidad; reside en su propia obra, y nos habla desde la mente de todos y cada uno de nosotros… no necesita nada impuesto por catequésis alguna, porque su primer y principal principio, y quizá que el único, no es que malaprendamos, sino que descubramos. Que Lo descubramos en nuestro Interior… Mi Dios nació conmigo y yo moriré en Él, en su plan establecido. Dios es la totalidad en la unidad, y la unidad de la totalidad, no una curia tras la que ocultarse y desde donde explicarse, faltaría más…


Veo con tristeza que esas Conferencias Episcopales y esos Sínodos no han cambiado apenas nada en milenios, y absolutamente nada en siglos. De cuando me chantajeaban y atemorizaban y amenazaban de zagal y de después, a ahora, el único cambio, y tampoco es poco, es que ya no tienen la fuerza secular de su lado como brazo armado; de su parte al Estado para molerte el lomo y doblarte es espinazo. Ya no. Pero me apena comprobar que mantienen su discurso absolutista, prepotente y dominante. Y condicionante. Ya llegarán otros a los que convertir en sicarios…


Dios te llama, pero… Disposición, Participación y Comunión, advierte ominosamente desde su telepúlpito. Y me vuelve a dar escalofrios el oirlo. Que siempre estén bien dispuestos, que se avengan a participar y carnavalear; y a comulgar en ellos y con ellos, como lo han sentido en sus carnes millones de niños en todo el mundo, y que han salido malparados, y a los que hoy les vuelven las espaldas; incluso los que, gracias a Dios (al mío, no al suyo) no hemos tenido que experimentarlo con la crueldad de su ejemplaridad.


Todo les ha explotado en sus santas narices, pero ellos siguen erigiéndose en reclutadores mitrados del Dios que nos llama… a su través, claro, que no “por libre”. Yo no estoy homologado, no he obtenido título, ni sagrado diploma, ni he “recibido la bendición de Su Santidad” en modo alguno, como sello necesario a estampar en el último pasaporte, que me concederá el pase a Su Paraíso.


Me salto el tridente que ensarta la llamada del obispo. Entraré, o saldré, según a qué o de qué, con pasaporte turista, y con el ticket simple de la evolución por la experiencia cosido a mi visado de embarque… Ni espero más, ni necesito más que no me haya merecido por mí mismo y para mí mismo, que es a lo único que puedo aspirar después de todo… pero de ellos no me fío ni un jodido pelo.


Miguel Galindo Sánchez / info@escriburgo.com / www.escriburgo.com

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